Cristina Ortiz “La Veneno” fue una valiente mujer transexual visible en los 90. Nacida el 19 de marzo de 1964 en el pueblo de Adra en Almería, España.
“Soy el cuarto de seis hermanos. Lo digo así porque es de cuando era niño y en esa época me sale hablar de mí en masculino; qué le voy a hacer, ya es una costumbre”, relataba en su autobiografía Digo, ni puta ni santa, escrita junto a la periodista y amiga Valeria Vegas y publicada un par de meses antes de que La Veneno muriera.
“La primera vez que me gritaron Joselito el maricón tenía cuatro años. Entonces no sufría. Más adelante, sí. Sobre todo cuando me di cuenta de que mis padres no me apoyaban”
contaba Cristina en algunas de las entrevistas que brindaba con despojo y altanería.
Después de escapar de su familia (y de su pueblo) y trabajar de modelo y camarera en Torremolinos, Cristina se instaló en Madrid. A comienzos de los noventa inició su transición y empezó a hormonarse. Pocos meses después, comienza a prostituirse en el famoso Parque del Oeste.
No la dejaban ejercer por lo que la joven Cristina iba a la zona a vender bocatas y cervezas. “No vengas más vendiendo bocatas; mañana vienes ya vestida de mujer”, le dijo un día Norma la Portuguesa
ABCAl poco tiempo, se convirtió en “la puta que más ganaba: hasta 100.000 pesetas me llevaba a casa” contaba con irreverencia y desparpajo. En 1996, a Cristina, le hicieron una entrevista en el programa nocturno Esta noche cruzamos el Mississipi que se convertiría en un momento bisagra en la historia de este tenaz e irreverente personaje.
“La pepita me palpita, canalla”, decía La Veneno que comenzó a relatar su vida sin tapujos y a crear una colección de frases y dixits, inevitablemente tragicómicas, que se han quedado grabadas en el imaginario colectivo. Tales como: «¡Digo!»; «¿Pero tú quién eres, pedazo de puta?»; “[Yo] Un juguete roto nada. Un bombón. ¡Qué valor!”.
La Veneno fue de las primeras caras visibles de la realidad de las prostitutas trans, mostrando un mundo que hasta entonces había permanecido oculto, en la sombra. Ella apareció en una época dura para el colectivo pero demostró ser una transgresora. No es sólo una activista, sino una persona que dejó huella y quedó en los corazones de toda España. A su manera, abrió una ventana de visibilidad para el colectivo trans.
Su paso por la tele fue un torbellino, la popularidad de La Veneno se disparó. Aparecía en programas, series y grabó dos sencillos (Veneno pa’ tu piel y El rap de La Veneno); por lo cual hizo una gira por España. Su fama la llevó también a trabajar en Latinoamérica. A pesar del éxito, la oscuridad regresó a su vida: en 2003 entró en prisión, acusada de estafa por quemar su piso e intentar cobrar el seguro. Pasó tres años en una cárcel de hombres.
A su salida, en 2006, ya tenía 41 años y pesaba más de 120 kilos. Pero La Veneno no solo era fuerte, también fue un sinónimo de resiliencia. Después de salir del penal, regresó a la tele y recuperó su visibilidad ya patentada. En 2016 cumplió uno de sus sueños: publicó su autobiografía con su amiga Valeria Vegas, auto editado y que ya va por su cuarta edición.
La Veneno promocionó su libro por todas partes y confirmó que, tras la publicación de sus memorias, había recibido amenazas de muerte. Estas fueron sus últimas apariciones mediáticas: un mes después, su pareja de ese momento, la encontró golpeada en su casa. Pasó unos días en el hospital de La Paz y el 9 de noviembre murió.
Tras llevarse adelante dos autopsias, la conclusión fue que se había caído en el baño después de haber consumido ansiolíticos. Su cuerpo fue cremado y parte de sus cenizas se esparcieron en el Parque del Oeste, como ella quería. Otra parte, su familia se la llevó a Adra, el pueblo que la rechazó.
Cristina ha sido ese icono que crea una dicotomía que va desde ese sentimiento de rechazo y temor a la vez que provocan seducción. La veneno sufrió (como todas) de la constante humillación e injusticia que suelen vivir las personas trans que solo quieren vivir como la versión más real de sí mismas. Fue hostigada y perseguida constantemente por no actuar de la manera que espera una sociedad costumbrista y normalizadora.
La historia de La Veneno fue llevada a la televisión en formato de serie. ‘Veneno', es una producción de Los Javis y Atresmedia que narra la vida de Cristina Ortiz. Los directores se han inspirado en las memorias de Cristina Ortiz y han relatado su historia, mostrando la realidad LGTBI en España desde los años 60 hasta la actualidad.
La misma es protagonizada por Isabel Torres, Daniela Santiago y Jedet quienes dan vida al icono trans. Pero lo interesante de la serie es que el reparto está lleno de personas reales que formaron parte de la vida de La Veneno, lo cual le aporta un halo vivaz a la narrativa.
La Veneno se convirtió en ese icono lgbt imposible de no querer y apropiárselo. Una transgresora y excéntrica que caminó, para que hoy nosotras pudiéramos correr.