Anthony Martínez Álvarez: “Llegué a pensar que ser gay no era lo mejor para mi”

Foto: El Economista

Historia de vida de Anthony Martínez Álvarez, un joven colombiano de 19 años que nos relata cómo salió del closet y el impacto que tuvo en su vida y en los miembros de su familia.

En mi niñez tuve muchos momentos felices, todo iba bien hasta que mis padres se separaron cuando yo tenía cinco y mi hermano siete años. Fue un momento muy difícil porque era muy chico y no sabía qué hacer, no quería separarme de mi papá. Con el tiempo y la ayuda de mi mamá pude comprender mejor las cosas.

Luego, tuve que afrontar todo lo que vino con aceptar y compartir mi orientación sexual con mi familia. Hoy pienso que decir la verdad sobre mi orientación me ha hecho una persona muy diferente, me veo con más amor y siento una libertad que no había sentido antes. Sin embargo, no fue un camino fácil.

Sexto sentido

Mi mamá me cuenta que desde que yo era pequeño tuvo indicios de que iba a tener un hijo gay, por mis actitudes, mi bailoteo, mi delicadeza y amor excesivo por todos.

A decir verdad cuando yo era pequeño no tenía, que yo recuerde, ningún pensamiento o sentimiento amoroso o gusto por alguien, pero cuando comencé bachillerato todo cambió.

Definiendo mi sexualidad

Desde los doce o trece años me di cuenta que sentía atracción por personas de ambos sexos, entonces comencé a explorar más mis gusto y creí que era bisexual.

Ahora sé que solo me llamaba la atención el título de “tener novia” y como no lo reconocía en ese momento, mucho menos entendía lo que de verdad me gustaba.

A los dieciséis años lo supe, era algo innegable, comprendí que no era bisexual; quizá todo ese tiempo me ayudo a madurar un poco y a organizar mejor mis pensamientos y al tener claridad sobre mis gustos, comprendí que la idea de tener novia era más por lo que dictaba la sociedad que por lo que yo sentía, en resumen era gay, definitivamente me gustaban los hombres.

Antes de la declaración

Después de tener clara mi sexualidad la verdad a mí no importaba lo que pensaran los demás, la única persona que en realidad me importaba demasiado era mi mamá.

Cuando mi papá se fue, la relación con mi mamá se fortaleció y pasaba a su lado todo el tiempo, toda mi vida ha estado ella y yo solo pensaba que al decírselo ella se iba a decepcionar.

Ella siempre ha querido lo mejor para nosotros, sus hijos, por eso hasta llegué a pensar que ser gay no era lo mejor para mí.

Sentí tanto miedo por lo que mi mamá podría llegar a pensar de mí, que comencé a salir nuevamente con mujeres, incluso llegué a tener relaciones sexuales con una para ver si estaba confundido o si me podía convertir.

Saliendo del closet

Una tarde estaba en casa de mi abuela paterna, en una de esas yo me fui para la terraza, ella se sentó a mi lado y me dijo:

-Anthony, vamos a hablar; no quiero que tomes a mal lo que te voy a decir, pero ya vas a cumplir dieciocho años y quiero que seas sincero conmigo y me diga si le gustan los hombres o no

Me puse nervioso, no esperaba esa pregunta, como dicen aquí me cogió a cuello corto, pero decidí jugármela y tímidamente le dije que sí, que me gustaban los hombres.

Después al verla tan tranquila le conté que yo había tratado de cambiar, pero que no había podido, porque obviamente no me nacía y que lo que yo sentía por un hombre, no era lo mismo que sentía por una mujer.

Mi abuela es muy especial para mí, ella me quiere mucho y su respuesta ese día me lo confirmó.

-Yo te apoyo, tu sabes que con nosotros tú cuentas y me voy a encargar de hablar con todos tus primos y tíos; especialmente con tu hermano, porque él no te puede juzgar, ni decirte nada, porque es tu hermano y ustedes se han criado desde pequeño-.

Confesión de mamá

Días después de hablar con mi abuelita regrese a la casa de mi mamá y le pedí que hablara con una prima, ya que la muchachita me estaba molestando con comentarios por Facebook referentes a mí sexualidad y a mí eso me enojó, porque si soy gay o no es algo mío y sentía que ella con esos comentarios violaba mi privacidad.

Entonces mi mamá me dijo:

-Pero si tú no eres eso, tú no tienes que coger rabia-

Y mi reacción fue decir mi verdad, sincerarme y no darle más vueltas al asunto.

-Mami la verdad es que yo sí soy gay, simplemente no me gusta que hagan ese tipo de comentarios-.

Mi mamá me quedó mirando y se puso a llorar; obviamente como toda mamá es algo difícil de asimilar, en medio de todo ella trataba de decirme que todo estaba bien, pero lloraba mucho y no le salían las palabras.

Cuando se calmó pudo hablar mejor conmigo y me dijo que me aceptaba como era, pero que no le gustaría que yo cambiara mi físico porque eso sí la decepcionaría, igual le explique que yo soy un hombre gay, que me encanta la moda, marcar la diferencia y que nunca he pensado en cambiar mi aspecto.

Ya han pasado tres años desde que salí del closet con mi mamá y todavía está trabajando en eso, sé que me ama, pero a veces me dice que posiblemente en el futuro yo cambie de opinión y yo siempre le repito que eso no va a pasar, porque no me gustan las mujeres.

Mi hermano

La parte más difícil de ser yo, uno de los tantos precios que me tocó pagar por mostrarme tal cual era, fue el rechazo de mi hermano, él se apartó de mí, eso me causo un dolor profundo, inexplicable e indescriptible.

Llegó un punto donde él ya no me hablaba, no se dejaba abrazar de mí, porque esa era la costumbre que yo tenía, abrazarlo y darle un beso en la frente.

Me parecía increíble que la persona con la que crecí, mi sangre, no me entendiera, por ser gay pasamos de tener una relación bonita, a estar distanciados, viviendo bajo el mismo techo.

Con los meses y de a poco él fue cambiando, después de un año somos prácticamente como antes e igual que mi mamá él está en proceso y he sentido un gran avance de su parte.

La decepción de mi padre

Yo jamás le conté nada a mi papá, mi abuela se encargó de hacerlo y esto ocasionó que pasara mucho tiempo sin que habláramos.

Antes el llamaba y hablaba con mi hermano y conmigo, ya después simplemente hablaba con mi hermano y con mi mamá, eso me hacía sentir que para él yo no era nadie.

Cuando me iba a graduar del colegio no quería ni ayudarme a pagar lo que le correspondía, por lo que lo llamé y le hice el reclamo, pero no recordaba que era su cumpleaños.

Supongo que se molestó por no felicitarlo y me dijo que yo era una decepción para él, que prácticamente ya no era su hijo; eso me hirió.

Actualmente los dos tratamos de llevarnos mejor, todavía no tenemos la mejor comunicación y aunque no hablamos como antes, por lo menos lo hacemos de vez en cuando.

Mi relación con Dios

Creo en Dios, pero no soy religioso, en un tiempo fui a la Iglesia, pero no precisamente para sacar el “demonio de la homosexualidad” como ellos dicen, fui porque me gustaba, porque quería acercarme más a Dios.

En la iglesia sabían que yo era gay y muchas veces quisieron decirme que eso estaba mal y querían apartarme de lo que soy; lo que es difícil porque uno no puede cambiar su corazón y sus sentimientos de un momento a otro, ni mucho menos cambiar la esencia.

Deje de asistir porque en cierto momento quisieron forzarme, llevarme al supuesto buen camino el camino de Dios y obviamente no iba a permitir eso, porque como voy a cambiar, si no quiero, ni puedo cambiar lo que soy.

Creo en el amor de Dios

Lo que yo siento es que nos señalan y nos dicen pecadores, pero nosotros no nos debemos sentir menospreciados ni por la religión y muchísimo menos por Dios.

Yo estoy seguro que Dios ama a todos por igual y por algo nos creó y nos hizo diferentes.

Discriminación

Pero no solo nos señala la religión, la sociedad en general, ser gay o tener cierta orientación sexual no debe generar rechazo, no entiendo porque todavía las personas no aceptan esa realidad.

Yo he vivido ese rechazo o esa discriminación en la parte laboral, muchas empresas han dejado de contratarme por ser gay, siempre que me preguntan por mi orientación sexual yo les digo la verdad, porque yo no tengo nada que ocultar y enseguida se siente el cambio de ambiente.

Parece que importara más mi inclinación sexual, que mis conocimientos, mis ganas y mis habilidades.

Historias tristes

Lastimosamente esa discriminación se vive hasta en las mismas familias, pero a un extremo que a veces uno no entiende, he visto a muchos amigos pasar momentos difíciles porque sus padres los echan de la casa por tener una orientación sexual diferente a la que lo ellos esperan.

Muchas veces adolescentes que no cumplen la mayoría de edad tienen que emprender un camino muy doloroso de abandono y rechazo, sin trabajo, ni estudios, sin saber cómo defenderse en la vida, eso es injusto, nadie tiene que pasar por eso solo por no ser lo que los demás esperan que sea.

Es triste seguir viendo estas historias llenas de odio, intolerancia, irrespeto, violencia, desigualdad, historias que no deberían existir, porque somos seres humanos y todos sentimos y somos iguales.

Reflexión

No tengas miedo, no eres anormal, no eres extraño; muchos te dirán -acéptate como eres- yo te digo que vivas tu proceso, que disfrutes tu camino y decidas cuándo, cómo y a quién decírselo, nada ni nadie te tiene que forzar a salir del closet, ni mucho menos intentar cambiarte.

 

 

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