Desde finales del siglo XIX empezaron a surgir los espacios seguros y no mixtos para las personas del colectivo LGBTQIA+. Estos lugares aún siguen siendo necesarios dada la cantidad de agresiones que aún se ejercen hacia la comunidad, y dejarán de ser necesarios cuando finalmente cesen este tipo de violencias.
El derecho al ocio sin recibir agresiones y acoso se manifiesta en una ebullición de cada vez más lugares de ocio y encuentro, donde cada persona pueda ser quien es sin miedo a ser atacada. Y es que, aunque parece que cada vez avanzamos más como sociedad, los ataques no cesan. Los espacios no mixtos se convierten entonces en lugares necesarios para que las personas puedan ser, sentir, expresarse y comportarse como son, sin que aparezca el miedo a ser agredidas por una sociedad homófoba.
La necesidad de estos espacios seguros se manifiesta de manera más clara e incontestable en datos y estudios. Según el informe de delitos de odio de la FELGTB del año 2019, la orientación sexual y la identidad de género aparecen como el tercer motivo de delito de odio en España. Las cifras recogen en ese año un total de 259 denuncias, lo que supone un porcentaje de un 16% de todos los delitos analizados. Respecto a los incidentes recogidos, la cifra asciende a 971.
Por otro lado, los episodios de discriminación en los centros escolares constituyen un 7%, un dato que visibiliza que la LGBTIfobia en los centros educativos constituye uno de los principales motivos de acoso escolar.
En relación al género de las personas agresoras, el 85% son varones. Esta cifra tan alarmante refleja cómo la socialización diferencial de género y la masculinidad hegemónica son una causa directa del número tan elevado de ataques hacia hombres gais. También hacia hombres que son heterosexuales, pero que por su expresión de género más afeminada o alejada de los mandatos sociales, también se convierten en víctimas directas de este tipo de violencia estructural.
Ante este panorama, no es de extrañar, por tanto, que haya personas que aún vivan con el miedo de poder vivir su orientación sexual libremente sin tener que ocultar nada en un armario para poder sobrevivir al entorno circundante.
Espacios de ocio seguros para la comunidad LGBT
Los espacios de ocio han ido evolucionando cada vez más para acoger fiestas y celebraciones libres de odio y discriminación hacia las personas LGBTI. En ciudades grandes como Madrid o Barcelona la oferta de este tipo de lugares es cada vez más amplia y numerosa. Con el tiempo se abarcan cada vez más variedades y colectivos con necesidades y particularidades específicas.
Uno de estos lugares es Tanga Party, en Madrid, enfocado plenamente a eventos de temática queer. El ambiente está marcado por música distintiva, con un público variado y amplio que busca evitar la homofobia interiorizada. Un lugar seguro que señala y acusa al machismo y la plumofobia, celebrando todas las formas de ser gay con una mezcla de todos los estilos, diversidades y tribus, como los drags, los osos, los hombres trans, etc.
Pero además de espacios específicamente para hombres gays, también los hay para el resto de diversidad sexoafectiva. De hecho, cada vez se organizan más fiestas inclusivas que tratan de dar visibilidad al resto de identidades, como las famosas fiestas trans-marica-bi-bollo.
Asimismo, hemos de saber que las diferentes ciudades cuentan con guías de ocio donde podemos encontrar una lista de estos espacios. Podemos investigar un poco y tener localizados este tipo de lugares. Asimismo, herramientas tan cotidianas como Google maps permiten indicar si un local es lgbt-friendly, al tiempo que podemos leer los comentarios de la clientela que ha pasado por allí.
Espacios de encuentro y otros lugares públicos
Además de los lugares de ocio, en Madrid por ejemplo destacan iniciativas como la del ayuntamiento de Parla, desde donde se impulsó el primer espacio seguro LGBTIQA+ del lugar. Este se localiza en la Casa de la Juventud Pedro Zerolo, y está dirigido sobre todo a la juventud para que pueda reunirse y tejer redes afines.
Es un edificio que está pensado además para que las personas del colectivo LGBTQIA+ puedan participar en charlas o talleres y compartir experiencias sin sentir que se les está juzgando o atacando. Si bien este espacio está destinado a jóvenes de la casa de la juventud de Parla, no es el único. Forma parte de una iniciativa más grande impulsada en Madrid llamada Espacios Libres de LGBTfobia, y están distribuidos a lo largo de todo el municipio.
Lo interesante de este tipo de propuestas es que pueden ser imitadas y puestas en marcha por más ayuntamientos de cara a trabajar por una sociedad más igualitaria. También incluye la iniciativa de varios establecimientos comerciales que cuentan con materiales de ayuda para cualquier persona que pueda sentirse amenazada o violentada. El objetivo de este tipo de espacios es que la ciudadanía sea consciente de que existen lugares de encuentro específicos, donde se garantiza la seguridad y la libertad para que cada persona pueda ser ella misma.
Asimismo, desde diferentes ciudades también se lanzan anualmente multitud de campañas en torno al Pride. Destacamos una que tuvo lugar en Madrid llamada StopPlumofobia para crear conciencia sobre las agresiones a hombres que son homosexuales. E incluso a hombres que no lo son, pero que son leídos como tales por su expresión de género. Esto es, por el simple hecho de ser más femeninos, pintarse las uñas o no vestir de forma masculina. Toda esta plumofobia ha de ser erradicada tanto dentro como fuera del colectivo, puesto que también existe un rechazo entre hombres gais, porque su expresión de género es más afeminada.
¿Cómo puedo hacer que mi espacio sea seguro para la comunidad LGBTIQA+?
En primer lugar, es importante tomar conciencia de la responsabilidad que todas las personas tenemos como ciudadanía. Dado que las sociedades son diversas y que cada vez avanzamos más hacia el cambio y la lucha contra la no discriminación, debemos tener en cuenta que todo el mundo puede aportar de alguna manera para contribuir a que haya cada vez más espacios seguros para las personas LGBTQIA+. También para aquellas que tengan familiares homosexuales, lesbianas, bisexuales, transgénero, asexuales, etc.
Hemos de saber que es posible impulsar iniciativas sociales sin necesidad de que nuestro establecimiento sea un espacio de ocio. Siempre es posible implementar una serie de medidas tales como:
- Evaluar nuestros propios valores con respecto a la orientación sexual y la identidad de género. De esta forma podremos detectar prejuicios interiorizados y podremos trabajar en ellos.
- Reconocer nuestros límites y detectar áreas de crecimiento personal para contribuir al crecimiento de la comunidad circundante
- Dejar claro que los sentimientos y acciones lgbt-fóbicas no tienen cabida en el espacio y que podrán ser denunciados en caso de que aparezcan
- Poner en marcha una política de tolerancia cero respecto a las palabras, acciones y comportamientos discriminatorios hacia las personas LGBTQIA+
- Establecer un protocolo antiacoso con medidas efectivas que se podrán implementar en caso de agresión
- Publicar y exponer públicamente las políticas antiacoso que tiene el establecimiento y dejar claro las acciones que se llevarían a cabo en caso de agresiones violentas.
- Poner carteles a la vista donde se indique que es un espacio seguro y libre de lgbtfobia.
- Añadir en Google Maps que tu establecimiento es un lugar seguro.
- Capacitar al personal para que sepa como actuar en caso de agresión.
Espacios seguros en la red
Si bien podemos llevar a cabo muchas iniciativas para crear espacios seguros en todas sus formas (ocio, establecimientos públicos, centros escolares, etc.) no podemos olvidar que actualmente las redes sociales son un importante espacio de encuentro, comunicación activa y socialización.
En caso de acoso y discriminación en redes, aparecen las siguientes cuestiones para abordar. En primer lugar, la edad, pues las personas que más utilizan las redes sociales para comunicarse y relacionarse entre iguales son las personas jóvenes. Este grupo se enfrenta además a lo que se ha denominado orfandad digital. Es decir, han tenido que aprender en solitario a utilizar las redes sociales, ya que la población adulta siente un mayor rechazo a la tecnología y a las novedades. Ante esta situación, hemos de pensar cómo podemos acompañar a la juventud y garantizar herramientas para enfrentarse a situaciones de discriminación.
Las redes permiten lanzar un mensaje escondiendonos en un supuesto anonimato, y cuando alguien nos ataca en redes sociales, el efecto emocional es inmediato. Ante estas agresiones, podemos eliminar, bloquear o denunciar, aunque el daño ya estaría hecho y el malestar solamente se puede aliviar.
En redes sociales, destaca la iniciativa de @nolesdescasito, una cuenta de Twitter que persigue desarrollar herramientas y materiales contra los discursos de odio que se han politizado.
Urge una pedagogía digital y una reflexión conjunta como sociedad sobre la forma que tenemos de relacionarnos y las herramientas que tenemos para contrarrestar el ciberacoso y las ciberviolencias dirigidas a colectivos más vulnerable y discriminados, como las personas de la comunidad LGBTIQA+
Una invitación a tomar conciencia
Todas las personas podemos actuar a la hora de crear espacios seguros físicos y digitales, empezando por tomar conciencia de la diversidad y por deconstruirnos para erradicar prejuicios y estereotipos.
El mundo entero ha sido víctima de una pandemia mundial completamente inesperada que ha tenido repercusiones en todos nuestros sistemas nerviosos. Hemos experimentado un trauma colectivo que ha derivado en un aumento del malestar, la rabia y la incertidumbre. Algo que fácilmente se va a manifestar en nuestro día a día. Si no aprendemos a gestionarlo correctamente, podría traducirse en un mayor aumento de la rabia y la frustración en las calles y en las redes. Esto, sumado a una sociedad que ataca la diversidad, nos invita a pensar qué podemos hacer para que cada vez haya una mayor pedagogía ciudadana, tanto en el ámbito físico como en el digital.