¿Es el sexo binario? La ciencia dice que no: ni el género ni el sexo son binarios

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Son muchas las personas que tienen ideas erróneas sobre el concepto de sexo. Se repite la idea de que es binario, que biológicamente solo existen dos categorías rígidas e inamovibles: masculino y femenino. Pero la realidad biológica de las personas no es binaria, tal y como expone la propia ciencia y las teorías queer.

La diferencia entre el Sexo y el Género

En primer lugar, cabe diferenciar entre dos conceptos que se entremezclan entre sí: género y sexo. En contraposición al concepto de sexo, que hace referencia a las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, el concepto de género sirve para entender que “lo femenino” y “lo masculino” son definiciones o construcciones puramente culturales.  Funcionan como una norma y moldean la estética, las formas de pensamiento, las expectativas de vida, los deseos y los comportamientos. E incluso a veces la orientación sexual que se espera que tengan las mujeres y los hombres. Se establece como norma, entonces, dos sexos, dos géneros y un deseo cruzado. No son normas escritas, pero cualquier persona las conoce porque ha sentido su influencia desde la infancia.

persona en el medico
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Ni el género ni el sexo son binarios. El sistema de género limita el deseo, restringe la forma de ser y se sostiene sobre la supuesta binariedad del sexo. Deja al margen la complejidad humana al reducirla a solo dos categorías que ordenan la experiencia y nos permite ser reconocidos por los demás.

Lo que sin duda está claro es que los géneros están jerarquizados y que se desdeñan las expresiones de género diversas que se salen de la norma establecida, tanto en su identidad como en su deseo. La perspectiva de género supone cuestionar la forma en que hemos construido el mundo y sus realidades en torno al género y la sexualidad.

¿Podemos hacer referencia a un sexo “dado” o a un género “dado” sin aclarar primero cómo se dan uno y otro y a través de qué medios? ¿Y al fin y al cabo qué es el “sexo”? ¿Es natural, anatómico, cromosómico u hormonal, y cómo puede una crítica feminista apreciar los discursos científicos que intentan establecer tales “hechos”? ¿Tiene el sexo historia? (…) Si se refuta el carácter invariable del sexo, quizás esta construcción denominada “sexo” esté tan culturalmente construida como el género; de hecho, quizá siempre fue género, con el resultado de que la distinción entre sexo y género no existe como tal. (El género en disputa, pág. 55).

El concepto de sexo queda mejor explicado cuando hablamos de diversidad biológica y corporal. Y es que todas las personas presentamos combinaciones físicas que tradicionalmente han sido encajadas en la casilla de femenino o masculino.

El concepto sexo no es solo genitalidad, sino que aborda otras cuestiones como el nivel de hormonas o el cario tipo genético. Este último además es cuestionable, pero no nos lo enseñan. A nivel sexual, además, es importante hablar del funcionamiento del sistema endocrino. No todas generamos los mismos tipos de hormonas. A nivel hormonal, todas las personas tenemos diferentes niveles de hormonas ‘’femeninas’’ (estrógenos) y ‘’masculinas’’ (andrógenos).

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La diversidad sexual a nivel de cuerpo también tiene que ver con las gónadas, así como con características secundarias como vello, tono de voz… Hay una enorme diversidad en todas esas características.

Los libros escolares siguen reproduciendo el binarismo. Se enseña que lo ‘’normal’’ es tener cromosomas XX y XY, cuando la realidad es que existen más diversidades (XXY, XXY, XYY, X, XXX, X0, así como otras combinaciones cromosómicas).

Asimismo, hay que diferenciar entre los distintos tipos de sexo que existen. El sexo anatómico es un concepto utilizado para definir características de los genitales a nivel externo. El sexo gonadal tiene que ver con la presencia de testículos y ovarios. El sexo cromosómico es el que tiene que ver con los cromosomas sexuales, no necesariamente XY y XX.

Toda esta diversidad de las características sexuales a veces es patologizada. Pero si también encontramos variabilidad en el tono de voz, el vello corporal o el nivel de hormonas, ¿por qué seguimos reproduciendo que en lo biológico solamente hay dos opciones diferenciadas y lo demás es anómalo?

Por tanto, desde la propia ciencia también se ha demostrado que el sexo es un espectro, una gama de opciones muy amplia en todos los sentidos. A veces se achaca a las teorías queer esta afirmación, cuando es algo que la propia biología ha demostrado también como acabamos de exponer.

Intersexualidad y no binarismo sexual

Todo lo expuesto anteriormente se explica desde el paraguas de las intersexualidades, pues es la realidad de estas personas la que nos ha ayudado a dinamitar esa idea errónea de binarismo del sexo biológico.

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La intersexualidad o intersexualidades alude a la I del acrónimo LGTBQIA+, y hace referencia a todas aquellas diferencias del desarrollos sexual o de la diversidad sexual. No tiene que ver con la orientación sexual ni con la identidad de género. No es una enfermedad ni un síndrome. Actualmente se sabe que existen más de 40 tipos de intersexualidades, lo que abre la puerta a la ruptura del binarismo de los cuerpos, géneros y sexos.

Existen personas que presentan una insensibilidad a los andrógenos, otras con genitales femeninos externos, pero testículos internos, personas con cromosomas XY pero con un fenotipo femenino, etc. Por otro lado, existen personas que nacen con cromosomas XX (denominados femeninos) pero que desarrollan una genitalidad  masculina. Y viceversa. Personas que nacen con cromosomas XY (denominados masculno) pero que presentan un sistema reproductor típicamente femenino).

Para aquellas personas en las que su identidad de género no se corresponde con su sexo anatómico, se dan de bruces con malestares desde la niñez. Aparece la sensación de estar en «el cuerpo equivocado» porque la sociedad nos encasilla en categorías binarias y rígidas. Esto continúa hasta la adolescencia y adultez, conflicto que genera ansiedad, angustia y malestares varios.

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La intersexualidad se acentúa durante la adolescencia. Por ello, muchos profesionales de la salud aconsejan que no presionen a los infantes para que encajen en categorías preestablecidas. Lo mejor es naturalizar la diversidad y, cuando tengan la edad adecuada y puedan decidir, que sean estas personas quienes, desde su sentir e identidad propia, decidan realizarse intervenciones quirúrgicas o tratamientos de hormonas, si así lo desean.

Cirugías y derechos humanos

Cuando un bebé nace con genitales ambiguos, en muchos casos se les realiza una cirugía para adaptarlos a la estética masculina o femenina. Esto ha sido denunciado por el activismo intersexual, al considerar esta práctica como una mutilación genital. Se recomienda esperar a que la persona se desarrolle y que ella elija lo que considere. ¿Qué prisa hay por asignar el sexo y el género a una la persona desde el nacimiento?

‘’Desde el momento en que nací, los médicos tomaron decisiones sobre en cuál de las dos categorías de género debería encajar mi cuerpo. La primera fue eliminar con cirugía mis gónadas, un primer paso en el camino a hacerme mujer. Pero no se paró ahí. Mi familia fue consultada sobre si una estatura de un metro setenta estaría bien y cuál sería el régimen hormonal correcto para lograrlo. Me pusieron un dilatador, antes de llegar a la adolescencia, en preparación de una adecuada vagina’’. Testimonio de Alicia Roth Weigel, activista intersexual.

Realizar cirugías no consentidas a bebés intersexuales implica una vulneración de los derechos humanos. Están consideradas como mutilaciones genitales y son de carácter irreversible. Además, dejan cicatrices y daños psicológicos en las personas, a las que se interviene por decisión médica y sin consentimiento.

Los no binarismos

Tras lo expuesto sobre el término sexo, cabe hablar ahora del no binarismo de género, puesto que ambos son términos relacionados. Las personas no binarias no se identifican ni con la categoría hombre ni mujer. Entraría dentro del paraguas trans. Podríamos decir que, en términos sociales, hay tantos géneros como personas.

Las personas no binarias y trans trascienden las barreras que las sociedad nos imponen con el género. Son identidades y realidades personales, y no son elecciones ni modas. Y al igual que en la biología hay ambigüedad como acabamos de explicar, también en el género. Es más, cabría preguntarse si todas las personas cis encajan al 100% en dicha categoría si analizamos con más detalle el comportamiento, los gustos y la expresión de género. Si esto es construido, nuestras realidades y vivencias también lo son. Pero las personas nos adaptamos a los marcadores de género para que nos validen, puesto que todo lo leemos con las gafas del género.

Los seres humanos no somos binarios, la realidad no es tan sencilla. Tenemos ejemplos de otras culturas y sociedades donde no se da este binarismo, como algunas sociedades indias donde por ejemplo está reconocido el tercer género.

El discurso biologicista y binarista se lleva cuestionando desde los años 90, y actualmente cada vez se da más visibilidad a las complejidades propias de la realidad del género. Se empieza a normalizar cada vez más el preguntarle los pronombres a una persona, para saber cómo dirigirte a ella. Estamos hablando al fin y al cabo de la identidad de la persona, y no hay nada más valioso que eso como para despreciarlo, o no darle la importancia que realmente tiene.

Fuentes:
El género en disputa, Judith Butler
Un secreto pelirrojo, Camino Baró
Mujeres con conciencia

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