En los últimos años la visibilidad mediática de las personas trans ha tomado otra dimensión, dejando atrás complejos ya superados y armándose de valor para mostrarse ante un mundo que no siempre les ofrece la comprensión necesaria.
La paternidad ya es complicada de por sí, pero si a esto le sumamos todo un proceso de vivencias y de estigmas, se vuelve una cuestión bastante más delicada y difícil de abordar por los medios.
Pensemos entonces en la realidad de miles de personas transexuales que viven en la actualidad un revuelo mediático rodeado por un halo de desconocimiento que sólo genera miles de prejuicios que están alejados de una temática realmente importante para el colectivo: los derechos de las personas trans ante la familia en el seno de una sociedad cambiante.
Desmantelar el paradigma binario de género, y dar voz y visibilidad a una realidad, es mostrar públicamente un proceso de embarazo demostrando que la gestación no tiene que estar ligada a un androcentrismo. La deducción por tanto es simple: existen mil maneras de vivir la paternidad/maternidad y la sexualidad, ya que no existe una única manera correcta y universal.
El testimonio de Rubén Castro en realidad no tiene nada de particular si el prisma a través del cual observamos su historia es del siglo XXI. Porque Rubén es papá y además ha contado con la gran suerte de poder gestar a su bebé.
Lo mágico aquí, como en cualquier otro embarazo, es la creación de una vida, y lo extraordinario es su propia valentía y que le ha servido para hacer frente, no solo a los 9 meses de gestación, sino a todo el proceso anterior en los sucesivos intentos de inseminación.
‘Soy una persona trans y todo mi proceso ha girado siempre en torno a cuidar mi fertilidad y el sueño de gestar a mi bebé”
‘Hola, me llamo Rubén y estoy embarazado’. Con esas palabras, este joven madrileño, daba la noticia en su perfil de ig, una cuenta abierta en exclusiva para dar a conocer todo su embarazo y para visibilizar una situación que debería resultar de lo más normal y natural.
Rubén es una persona transmasculina no binaria y, como él mismo cuenta en las redes, antes de iniciar su transición congeló sus propios óvulos para, en un futuro no muy lejano, poder cumplir su sueño de ser papá. Sueño que ha podido cumplir a sus 27 años y gracias a la Ley del 2006 que reconoce el derecho al acceso a la fecundación in vitro de manera pública a través de la Seguridad Social en España.
Quizá, el mayor reto para Rubén haya sido precisamente hacer frente a un sistema sanitario desfasado e insensible con la situación de las personas trans. El derecho a la autodeterminación de género ha sido el resultado de un proceso extremadamente largo y que, sin embargo, es violado en muchos casos.
Sin ir más lejos, la Ley 2006, de la que se ha podido beneficiar Rubén a la hora de poder quedarse embarazado, sufrió algunas modificaciones en el año 2014 que restringía el acceso a la fecundación pública gratuita únicamente a mujeres heterosexuales con problemas para concebir.
Ni una sola referencia a las mujeres homosexuales. Ni a las mujeres solteras. Ni mucho menos a personas trans. La vulneración de los derechos reproductivos a la que muchas personas del colectivo se han visto sometidas ha generado no sólo un debate social, sino una incertidumbre legal para las personas que quieren llevar a cabo la gestación y sus parejas. Existe una falta de protección jurídica para estas personas, y muchos interrogantes que van más allá de la biología de cada une.
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De esa vulneración sabe mucho Rubén quien antes de pasar por este proceso reconoce que ya tuvo problemas para encontrar un ginecólogo que asumiera su identidad y con trato igualitario. Además, la situación de Rubén ha sido mucho más concreta si cabe, pues el madrileño no ha querido nunca pasar por una operación de mastectomía porque quería vivir también con su bebé el proceso de lactancia. Por su puesto Rubén también tuvo que poner pause a su tratamiento hormonal debido a que era incompatible con todo el desarrollo de la inseminación artificial.
A través de sus perfiles en redes sociales Rubén ha ido exponiendo todas las etapas del embarazo haciendo una reflexión en cuánto a todos los problemas a los que se ha enfrentado por ser un papá gestante. Incluso ha expuesto su cuerpo en un acto de generosidad y valentía para demostrar y visibilizar que todos los tipos de cuerpo son válidos, incluido el de un papá embarazado de su bebé.
“Que al nombrar a ‘papás’ podamos también visualizar un papá con su criatura dentro”
Así, para dar a conocer aún más su historia y la de todo un colectivo, Rubén ha querido dejar plasmado todo este proceso en un documental que próximamente verá la luz. En él se apreciaran los momentos importantes de su embarazo, desde que el test de embarazo dio positivo hasta el día en que Rubén dio a luz al pequeñe Luar. De entre sus reflexiones en esta etapa de papá primerizo la que más busca concienciar es la que respecta a la visión que tiene él sobre la crianza del bebé. Desde su posición, y más aún desde sus vivencias como persona trans estigmatizado por una sociedad heteropatriarcal, Rubén no cree en los géneros asignados al nacer y por eso eligió el nombre de su bebé con independencia de sus genitales.
“Para mí lo importantes es si está bien de salud, si crece, si va todo bien, […]”
De hecho las sociedades enteras y los pueblos están construidos sobre la base de los géneros, del género binario más concretamente (hombres y mujeres). Ya no es cuestión de color rosa para las niñas o color azul para ellos, sino de todas unas actitudes, suposiciones, expectativas y deseos que se basan y a la vez se diferencian dependiendo de los genitales con los que nacemos, y en consecuencia con el género que nos asigna al nacer.
Por eso la imagen de Rubén es clara, un verdadero golpe a las relaciones de poder en un sistema patriarcal, que cóm persona transmasculina no binarial y papá gestante, lo aleja del orden “natural” de las cosas, queriendo incluso señalarle. Cómo si eso pudiera frenarnos, cómo si nos hubiera frenado alguna vez.
Crianza con perspectiva de género
Hace apenas unas semanas que Rubén ha dado un paso al frente para en el proceso de visibilizar su punto de vista en la crianza de su bebé. Aunque en un principio podamos asumir que la educación sin género, ni masculino ni femenino, puede transcurrir sin mayores dificultades, debemos tener en cuenta que los niñes no solo crecen en un entorno familiar, sino que también se relacionan de manera exterior. Esto significa que la sociabilización de las personas pasa también por entornos educativos, de amistades y de toda una sociedad que tiene intrínseco todavía ciertos roles y tareas muy complicados de eliminar a corto-medio plazo.
Aunque Rubén aún es padre de un bebé que no ha conocido entornos más allá de su propia familia, el madrileño ha reconocido que en ocasiones le han parado por la calle y han identificado a su bebé con género masculino o femenino. El joven padre asume que no quiere imponer el género neutro a todos aquellos que conocen a Luar, aunque sí afirma que es una exigencia en la escuela infantil a la que acude la criatura.
Para Rubén es fundamental que su hije explore, conozca la diversidad y cuando sea el momento que se identifique como realmente sienta, sin tener en cuenta los genitales biológicos de nacimiento. Su máxima pasa por hacer enterder y visibilizar que no importa el físico, que no tenemos que encasillarnos en la dualidad bigénera que la sociedad heternormativa nos ha infundido, sino que cada uno podemos reconocernos dentro de una diversidad más amplia que la entendida hasta ahora.
Así, Rubén se ha embarcado en la gran aventura del teatro con ‘Lengua Madre’, una obra teatral de género documental donde él y más personas desarrollan sus distintos puntos de vista sobre la maternidad y la paternidad. Es de esta manera, a través de las artes donde el joven mejor expresa todos sus sentimientos sobre la paternidad, la crianza y todas sus experiencias desde que inició el proceso de inseminación hasta hoy.
Para Rubén la lactancia era un sueño que no pudo cumplir en parte. Después de unos meses y debido a ciertos problemas relacionados, tuvo que desechar la idea de amamantar a su bebé. Aunque reconoce que al principio le costó asumirlo, también afirma que no supuso ningún trauma, ya que de esta manera pudo volver a su tratamiento normal de testosterona, tratamiento que tuvo que interrumpir antes de quedarse embarazado.
Esta y más experiencias son de las que Rubén habla cada vez que sube a los escenarios, siempre rodeado de más personas que bien están en su misma situación de crianza o han pasado por ella. Es ahí donde el madrileño más cómodo se siente para hablar, para visibilizar su caso y también para visibilizar aspectos de la maternidad y paternidad que en muchos casos están idealizados.
Tener un bebé es un sueño para muchas personas, pero la realidad es otra. Dolores de postparto, noches sin dormir, atención 24/7, inexistencia de tiempo íntimo, lactancia, conciliación… Porque Rubén ha tenido que recurrir a su madre para poder continuar con una crianza plena mientras se dedica a sus proyectos profesionales. Las 16 semanas actuales del permiso de paternidad le supieron poco cuando el tiempo finalizó y tuvo que regresar al trabajo. A pesar de todo, Rubén estaría encantado de volver a tener otro hije con el que Luar pudiera compartir aventuras.
‘Gestar, sentir y crear vida dentro de mí, parir, amamantar, criar y ver crecer a Luar es el sueño de toda mi vida.’
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