El Stealthing es una peligrosa práctica y una forma de abuso en la que las personas pene portantes se quitan el condón —o lo rompen— sin el consentimiento de la otra persona a la hora de un encuentro sexual. Desde un tiempo para acá ha empezado a ser tipificado como delito en algunos países, aunque aún falta mucho camino por recorrer.
Este fenómeno siempre ha existido, sin embargo, con la virtualidad ha ganado mayor fama e, incluso, se han creado foros y perfiles en páginas que permiten la publicación de contenido pornográfico para promoverlo. El debate reciente gira en torno a si puede ser llamado violación o no; por ello es importante recordar que no existe el denominado sexo consensuado y sexo no consensuado: existe el sexo, que necesariamente debe partir de un acuerdo de aceptación mutua; y la violación, en la que se ignoran los deseos de la víctima.
Lo que más preocupa a les expertes es que estos hechos están tan normalizados en la sociedad que no se dimensionan las consecuencias que pueden traer: Van desde un embarazo no deseado o la transmisión de una ITS, hasta el profundo daño psicológico que se causa en las víctimas que no cuentan con canales claros para procesar lo ocurrido.
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¿Por qué se llama Stealthing?
El término proviene de la palabra en inglés “en sigilo” o “secretamente”, por la forma en la que se ejerce. Algunas personas no están seguras de que esa sea la mejor forma de llamar a esta forma de abuso. Según Katie Russell, de la ONG Rape Crisis para la BBC, es sorprendente que se le pongan nombres así a cosas que son solo otra forma de asalto sexual. Para ella, ese nombre hace que suene relativamente trivial.
Para otras personas, como Brian Pinero, vicepresidente de “victim services fo Rape, Abuse and Incest National Network (RAINN)” en entrevista con NBC, es necesario usar este nombre porque cuando no hay un vocabulario para llamar o sobrellevar esta situación, deja de tomarse como algo real.
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El Stealthing puede afectar profundamente a las víctimas
La BBC contó la historia de “Gemma”, una joven que sufrió de esta forma de abuso sexual. Cuando notó lo que había pasado, se preocupó y tomó la pastilla del día de después. Sin embargo, el siguiente mes no tuvo su periodo, decidió hacerse una prueba de embarazo, que salió positiva.
Según le cuenta al medio, le envió un mensaje al hombre, pero él lo tomó como si no fuera la gran cosa y le ofreció 50 euros para abortar. Aunque efectivamente decidió interrumpir el embarazo, cuando se acercó a la policía a denunciar, le comunicaron que no había pruebas suficientes.
¿El Stealthing es una forma de violación y se debe denunciar?
Consciente de que casos como el de “Gemma” eran más frecuentes de lo deseado, la investigadora Alexandra Brodsky escribió el artículo “Violación adyacente: Imaginando respuestas legales a la extracción no consensuada del condón” (Traducción propia). Según narra, muchas denuncias que llegan a la línea local de crisis y violación comienzan de la misma manera: “No estoy segure de que sea violación, pero…”.
El punto en común de todas las víctimas, además de la lastimosa vivencia, es que no saben cómo llamarlo ya que no está tipificado por la jurisprudencia. Para la investigadora, la experiencia tiene profundas consecuencias en las victimas: emocionales, físicas y económicas, a las cuales la ley debe darles un espacio de escucha y de solución.
Ante esto lanza algunas respuestas jurídicas para que se empiece a tipificar este acto como violación o abuso sexual. La primera razón es que la definición de consenso, en los casos de abuso, cubre a aquellas víctimas que eran incapaces de dar su consenso o que la negativa fue ignorada. En el caso del Stealthing precisamente es lo que ocurre, la víctima aceptó tener sexo con preservativo; cuando le victimarie se lo quita, está faltando a ese contrato ya pactado.
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Sin embargo, una de las principales barreras que encuentran las víctimas es que les pide las pruebas, que suelen ser conseguidas en los peores casos, por ejemplo cuando ocurrió un embarazo no deseado o cuando la víctima adquirió un ITS. Es únicamente en estos casos cuando la ley puede intervenir. Pero —afortunadamente— no todos los casos de stealthing tienen esas consecuencias, así que uno de los principales desafíos del sistema judicial es desarrollar estrategias de acompañamiento y asesoramiento para que las víctimas puedan recoger pruebas sin hacerlas caer en la revictimización.
Los primeros pasos
Ya se están empezando a ver los avances en materia de justicia en casos de Stealthing, en el 2019 un juzgado de Salamanca en España condenó a un hombre a pagar dos mil euros a una mujer como indemnización por quitarse el preservativo a medio acto sexual sin el consentimiento de la víctima. Aunque, para el juzgado esta práctica no constituyera el delito de agresión sexual, la pena deja ver que hay avances en materia de reparación. En Alemania, un policía fue condenado a algunos meses de cárcel por la misma acción; en Suiza y Argentina ya se han presentado denuncias por hechos similares.