Podríamos pensar que el día 8 de marzo es el único día al año dedicado a la mujer y reconocido a nivel institucional. Pero no es así, recientemente se ha celebrado el día Mundial de la Mujer y la Niña en la Ciencia, uno de los ámbitos sociales donde más se nota la ausencia femenina pero, sobre todo, donde más se inválida su conocimiento.
Se celebra el 11 de febrero desde 2015, el primer año en que lo oficializó la ONU, y alrededor del día de celebración se llevan a cabo numerosas actividades y proyectos relacionados. Sin embargo, ¿cuál es exactamente la influencia de la mujer dentro del sector científico?
Mujeres de Ciencia
A día de hoy, y a nivel mundial, tan solo el 30% de los investigadores son mujeres. Eso significa 3 mujeres de cada 10. Esto quiere decir que la participación de los hombres dentro del mismo ámbito es superada por más del doble.
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Es más, si bajamos un escalón y descendemos de profesionales a estudiantes de la rama científica, los datos son muy similares. En el último estudio del World Economic Forum se reflejaban estas cifras y mostraban cómo la presencia de mujeres estudiantes en carreras como las ingenierías se reduce a tan solo el 8%. Aún más, hay una rama científica, dentro de las universidades, en la que apenas existen mujeres esta es la de informática, aquí las mujeres representan el 3% del total.
Desde luego un ratio no impresionable si aclaramos que, por ejemplo, las mujeres representan el 29% de los estudiantes en la Universidad Politécnica de Madrid. En este sentido, y en contraposición, se encuentran las carreras dedicadas a la docencia o la atención sociosanitaria, donde su presencia aumenta hasta el 78%, en detrimento del sector masculino que representa el 23% restantes.
La cultura de los roles de género y la falta de referentes femeninos en las ciencias
Estos datos no son casualidad, pues las culturas y las sociedades basadas en la heteronormatividad con los roles de género diferenciados tienen la culpa. Cuando somos pequeñas, a las niñas nos regalan utensilios de cocina y muñecos a los que cuidar. Por el contrario, un niño siempre recibirá coches o juguetes de construcción.
Todos estos hábitos al final son adquiridos y reflejados en la vida adulta. Y esto no solo influye en nuestras decisiones futuras o en nuestras preferencias laborales, sino que también llegan a crear problemas de identidad asociados a los gustos y a la personalidad de las personas.
Otra cuestión aparte es la invalidación de los conocimientos de las mujeres. Durante muchísimo tiempo las mujeres no estaban consideradas a la misma altura que un hombre, a pesar de que sus logros o saberes superaran con creces a los de estos últimos.
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Este suceso no se ha dado solo en el ámbito científico sino en cualquier sector de la sociedad, y la prueba es la invisibilidad de la mujer en la literatura, la pintura, la música, los deportes… La ciencia tampoco se salva y de hecho existe un fenómeno muy extendido entre las mujeres de ciencia conocido como el ‘Efecto Matilda’.
“¿Qué hubiera pasado si Einstein hubiera nacido mujer? Probablemente, hoy no sabríamos quién es Einstein”.
Se trata de un proyecto que impulsa la presencia femenina dentro del mundo científico y rechaza la discriminación sufrida durante años. De hecho el ‘Efecto Matilda’ señala a todas aquellas mujeres que por el simple hecho de serlo fueron apartadas de la historia de la ciencia. O peor aún, mujeres que han visto cómo todos sus avances les eran arrebatados por parte de hombres que se apropiaron de ellos.
Este proyecto fue nombrado así en honor a Matilda Joslyn Gage, una activista por los derechos de la mujer en el s.XIX en Estados Unidos. Además, el ‘Efecto Matilda’ busca también despertar el interés científico en niñas y jóvenes liberándolas del estigma social de que la ciencia es solo cosa de hombres.
En este punto está claro que la falta de referentes femenino ha influido de manera negativa en el desarrollo de la mujer dentro del sector, aunque por supuesto no ha sido el factor determinante. La gran mayoría de la culpa la tiene la Historia, aquella que durante siglos ha apartado a la mujer de los grandes hitos de la humanidad, aquella que solo recuerda a los hombres porque ‘él mundo no está hecho para las mujeres’.
Pero justo lo contrario debieron de pensar mujeres como Juana de Arco, Isabel I de Castilla, Clara Campoamor o, más recientemente, Margaret Thatchert o la excanciller alemana Angela Merkel. Grandes mujeres que, sin competir, están a la misma altura que la gran científica por excelencia: Marie Curie.
La polaca fue pionera en el campo de la radioactividad (descubrió el polonio y el radio) y fue la primera persona en recibir dos premios Nobel en categorías distintas: Física y Química. Sin embargo, ‘la madre de la física moderna’ tardó en obtener el reconocimiento merecido y, en muchas ocasiones, sus diferentes logros y modificaciones han sido atribuidas de manera errónea a Albert Einstein, contemporáneo de Curie y con el que mantenía una gran amistad.
Un claro ejemplo, y quizá el primero, del ‘Efecto Matilda’ que ha afectado a tantas y tantas mujeres de ciencia que nunca han obtenido el reconocimiento suficiente.