El cambio climático probablemente sea uno de los temas sobre los que más hemos oído hablar a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, parece que todavía no hemos tomado conciencia de lo que implica y de las consecuencias que va a tener en nuestra vida en los años venideros.
Las personas más jóvenes son las que parecen tener más consciencia sobre este tema. Su lucha contra la crisis climática, que también es nuestra, debería hacernos reflexionar sobre el impacto que estamos teniendo en el planeta.
Juventud en la lucha contra la crisis climática
Fridays For Future (FFF), en español, Juventud por el clima, es un movimiento activista de huelga climática a nivel mundial. Está organizado y liderado principalmente por personas jóvenes. Nació a raíz de la huelga escolar por el clima iniciada por Greta Thunberg en 2018, cuando tenía 15 años. Esta joven se ha convertido en un icono emblemático mundial en la lucha contra la crisis climática y su actuación ha generado un movimiento de acción por el clima que hoy recorre el mundo entero.
Todo empezó cuando Greta Thunberg decidió iniciar su lucha contra la crisis climática al sentarse diariamente frente al Parlamento de Suecia, exigiendo medidas políticas con su famoso cartel en el que se leían, en sueco, “Huelga escolar por el clima”. Greta se cansó de la pasividad política ante la gravedad de la emergencia climática, y logró generar conciencia sobre que estamos viviendo una crisis climática. De no tomar medidas en el asunto, esto nos llevará a un punto de no retorno.
La joven activista Greta se involucró fuertemente con este tema y empezó a exigir medidas desde el activismo, para que se cumplieran los acuerdos internacionales como el Acuerdo de París. De sus demandas nació el movimiento #FridaysForFuture que atrajo a jóvenes de todo el mundo.
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Esto marcó un antes y un después en la historia de la humanidad, y la lucha contra el cambio climático que siempre ha sido necesaria, ha empezado a ser liderada por la generación que más sufre y sufrirá los efectos del cambio climático: la juventud.
La juventud actual: Un ejemplo a seguir
La juventud actual destaca, entre otras cosas, por su transparencia y por decir las cosas sin ningún tipo de filtros. No tiene reparos en decirnos a la cara que estamos convirtiendo el planeta en un basurero y que estamos condenando a las generaciones venideras a un futuro ecológicamente lamentable.
Aun así, parece que la sociedad sigue sin tomar conciencia, anestesiada por las comodidades de nuestro siglo y la facilidad de pedir algo por Amazon a golpe de clic, para recibirlo cómodamente en casa a la mañana siguiente. Incluso si lo pides a las 23:30 de la noche.
Estamos agotando los recursos y destruyendo el planeta. Lo sabemos. Eso es muestra de que no podemos permitirnos mirar para otro lado y no tomar cartas en el asunto. Tampoco podemos tildar a la juventud actual de generación perdida, cuando son quienes más alzan la voz ante las injusticias sociales y más se involucran en la lucha contra las injusticias y la discriminación.
¿Por qué no hemos sido capaces de incorporar esa rabia que destila la juventud actual? ¿Hemos sido tan egoístas de dejar la tarea a las generaciones venideras, porque creemos que no nos va a afectar directamente? Lo ideal sería contagiarse de esa lucha que la juventud está liderando, porque es una responsabilidad ciudadana en su conjunto y no solamente del sector más joven de la sociedad.
Reciclar no basta
A día de hoy, las propuestas ecologistas van más allá de las medidas que por lo general hemos interiorizado, como la famosa regla de las tres R: reducir, reutilizar y reciclar. A pesar de que todas las personas tenemos muy asimilada la importancia de reciclar, poco se sabe del impacto que tienen estos procesos en el medio ambiente. Es mucho más recomendable reducir el consumo y reutilizar materiales para darles una nueva vida y utilidad.
Por otro lado, a todas las personas nos han recomendado que tratemos de ahorrar agua, cerrando el grifo cuando no lo estemos utilizando, por ejemplo. Sin embargo, poco sabemos de la cantidad tan enorme de agua que se utiliza para producir carne o ropa. Estos procesos tienen un impacto medioambiental enorme, por lo que no es de extrañar que cada vez se alerte más sobre nuestro elevado consumo excesivo de carne.
Asimismo, desde el #FashionRevolutionWeek, por ejemplo, se promueven alternativas como la moda ética o sostenible, o el consumo de ropa de segunda mano. Asimismo, se pone la mirada crítica en empresas como Inditex, entre otras muchas, para denunciar tanto la forma de producir la ropa en países no desarrollados, como el impacto ambiental que tienen.
La conciencia ciudadana ha tomado un nuevo rumbo ante la visibilidad y lucha de la juventud actual que día a día también alzan la voz en las redes y en las calles para denunciar algo que desde la propia evidencia científica está más que demostrado. Estamos agotando los recursos naturales y energéticos, y al mismo tiempo, estamos asfixiando al planeta con nuestro feroz modo de vida.
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Estado de Emergencia Climática
En el manifiesto de Juventud por el Clima, aparece la exigencia de declarar el Estado de Emergencia Climática. Esta es una de las medidas que más se reclama a los estados para que empiecen a reaccionar y a actuar ante la emergencia climática. El objetivo es que los gobiernos impulsen actuaciones efectivas, concretas y de carácter urgente para cumplir con los objetivos de los Acuerdos de París. De este modo se podrán alcanzar las recomendaciones del IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático).
Los gobiernos han de crear hojas de ruta para que cada vez haya más políticas ambientales que garanticen ese futuro que estamos destruyendo con nuestra pasividad permanente. La estrategia ha de ser real y efectiva. No podemos consentir un “greenwashing” si hablamos de justicia ambiental, que además va de la mano de la justicia social.
En España, Cataluña ha sido la primera región en sumarse a la declaración del Estado de Emergencia, pero es algo que ha de expandirse a todo el territorio.
¿Es posible el cambio desde los grupos políticos?
Sí, pero es necesario que la presión social y ciudadana sea lo suficientemente grande como para que los gobiernos empiecen a actuar. Si desde los sindicatos se organizan huelgas de transporte, por ejemplo, y esto tiene tanto impacto en la vida ciudadana que los gobiernos ceden a las demanda sociales, esto significa que hay maneras de ejercer presión para que resulte en medidas efectivas.
Además, si hay voluntad política, es posible cambiar las cosas e invertir los recursos económicos en cuestiones sociales de carácter urgente, como es este caso. Nuevamente, el problema reside en la falta de concienciación y compromiso con este tema, lo que deriva en una presión social aún insuficiente como para generar cambios de impacto.
Tenemos que reconocer nuestras propias contradicciones
Cuando empezamos a tomar conciencia de lo que supone la crisis climática, es posible que incluso sintamos vergüenza o culpa por las veces que hemos optado por ir en coche, en lugar de optar por medios de transporte. Por comprar cosas sin necesidad al habernos acostumbrado a consumir sin parar. Por comprar ropa a grandes empresas, pese a saber las condiciones bajo las que ha sido fabricada. Por consumir plástico constantemente, porque todo viene envuelto en plástico. Y un largo etcétera.
Sin embargo, tenemos que aceptar que vivimos rodeados de contradicciones. Que si tienes un trabajo precario que apenas te permite llegar a fin de mes, es lógico que no puedas permitirte consumir alimentos ecológicos si el precio es más elevado. Y también tiene sentido que si eres madre soltera y no tienes tiempo ni de mirarte al espejo, el poder pedir algo por Amazon y que llegue al día siguiente es algo que incluso vas a agradecer en tu vida.
No podemos fustigarnos ni esperar que el cambio llegue de la noche a la mañana de manera radical. Sin embargo, cada persona sabrá qué grano de arena puede aportar para ir poco a poco cambiando de sistema hasta construir uno mejor, basado en la justicia social y ambiental.
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El cambio es posible
Aunque parezca un panorama desolador, sabemos que aún es posible frenar el calentamiento global. Podemos hacer una apuesta fuerte por las energías renovables, implementar cambios en la agricultura o el transporte, o generar normas sociales que vayan poniendo freno a esta emergencia climática. Para ello, tenemos que cambiar nuestra forma de pensar y volvernos conscientes de la gravedad del asunto antes de que sea demasiado tarde.
Sabemos más que de sobra que una sociedad responsable se crea gracias a la educación y que todo cambio se puede hacer efectivo si sabemos cómo. Y en este caso, sabemos perfectamente lo que hay que hacer. Eduquémonos para ser una mejor ciudadanía, para tratar de implementar en nuestro día a día lo que podamos para mejorar esta situación y tener un planeta más limpio.
La realidad actual del mundo la hemos creado todas las personas en conjunto, pero también estamos a tiempo de cambiar y mejorar, porque el ser humano tiene capacidad de cambio y nos lo demuestra constantemente con el paso del tiempo.
Frenar el cambio climático no es algo de lo que deberían responsabilizarse únicamente la juventud de todo el mundo. Para sumarnos a la lucha contra el cambio climático podemos escucharles, acudir a sus asambleas y dejarnos guiar por sus propuestas y análisis de la situación. Poner esta lucha en el centro y hacernos partícipes de ella. Iniciar movilizaciones y acciones para cambio real, pues es la mejor herramienta política de la que disponemos.
Os recomendamos mucho la cuenta de Fridays for future Granada en Instagram y en Tiktok donde un grupo de jóvenes de Granada, con un despliegue de creatividad enorme, nos dan lecciones muy valiosas sobre activismo medioambiental.
Todo lo anterior demuestra que toda concienciación se puede hacer, porque salvar el planeta es urgente. No se trata de un problema futuro; es un problema que ya está en nuestro presente y debemos abordarlo de la mejor manera posible.
Aún estamos a tiempo.