Es posible que hayas oído hablar de la asexualidad y su espectro, pero ¿te has parado a pensar que también existen los hombres asexuales? Claro que existen, porque la asexualidad es una orientación sexual que no tiene que ver con el deseo sexual ni con el comportamiento, sino con la atracción sexual. Existen los hombres asexuales, del mismo modo que existen los hombres heterosexuales, homosexuales y bisexuales.
Mandatos sociales y roles de género
Vivimos en un mundo donde existen mandatos de género muy concretos y diferenciados para hombres y mujeres. De los hombres se esperan muchas cosas, como que sean fuertes, valientes, padres de familia, defensores de su patria, que asuman riesgos o que sean los responsables de la estabilidad económica de su entorno, etc.
Además, se les educa en la frialdad a la hora de expresar emociones (los hombres no lloran). En el terreno sexual, se espera que sean activos, dominantes y tengan muchas relaciones sexuales con mujeres.
¿Qué pasa entonces con los mandatos de género en los hombres asexuales? Pues que al no darse esa atracción sexual, la iniciativa por tener relaciones sexuales no existe, del mismo modo que ocurre en los hombres homosexuales hacia las mujeres, con las mujeres heterosexuales hacia las mujeres, etc.
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Un hombre que no tenga un amplio historial de conquistas sexuales es leído como menos hombre desde los mandatos de género. Esto está fuertemente atravesado por la masculinidad hegemónica, limitante y agresiva por su rigidez y por la jerarquización que conlleva de roles y mandatos de género.
El hombre asexual es leído como débil y perdedor; es objeto de burlas y críticas. Su masculinidad es fuertemente cuestionada, lo que deriva en que no abrace su asexualidad con facilidad o niegue su orientación sexual a su entorno. No es fácil encontrar un espacio cómodo donde poder ser uno mismo, si los mandatos de género te van a convertir en objeto de burlas o críticas todo el tiempo.
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Pensamos que es imposible que un hombre no tenga interés intrínseco en tener sexo. Se piensa que no existe, pues escapa a todos los mandatos que tenemos asimilados ¿Puede el hombre asexual tener pareja o familia?
Además, es usual que se confunda fácilmente deseo sexual/libido con atracción. Una persona asexual tiene libido, solo que no va dirigida a nadie al no existir la atracción sexual.
Por tanto, un hombre asexual puede tener mucha o poca libido igual que cualquier persona. Hay que diferenciar muy bien entre comportamiento, deseo sexual/libido y atracción.
Por último, muchas veces se piensa que la asexualidad en los hombres es una elección personal relacionada con el celibato o la vida religiosa. Pero los hombres asexuales no son monjes ni curas. No renuncian al sexo, simplemente no siente atracción sexual.
Todo esto no nos cabe en la cabeza porque nos rodean una serie de normas sociales que se dan por hecho.
Normatividad y modelos relacionales
Las normas que dominan la sociedad nos impide ver que hay muchas formas de vivir la sexualidad y las relaciones. A continuación, dejamos una lista de conceptos clave para abrir la mirada. Quizás cuando termines de leerlos te hayas identificado con más de uno.
Parejocracia:
Régimen que establece que si no has encontrado pareja, tu valor como persona es menor. Si permaneces en la soltería mucho tiempo es porque nadie te ha elegido como compañero/a de vida.
Es una especie de norma tácita que da por hecho que lo natural es tener pareja o querer tenerla, y que todo el mundo aspira a eso en la vida. Es un término que va muy ligado al siguiente: parejocentrismo.
Parejocentrismo:
Tendencia a poner a nuestra pareja por encima de familia, amistades u otros vínculos. Si la pareja es el centro, se jerarquiza y se le dedica más tiempo.
Además, cuando la relación pierde estabilidad es frecuente que surjan sentimientos de malestar, pues quizás tu trayectoria de vida cambie. Esto puede chocar frontalmente con el proyecto de vida que has creado en pareja.
Amatonorma:
Supuesto social por el que se piensa de forma generalizada que todas las personas desean y necesitan una relación amorosa. Esta además es de carácter nuclear en la vida, y necesaria para vivir una vida plena.
Monogamia:
Modelo relacional en el que te relacionas románticamente con una sola persona, dándose un modelo de pareja de dos personas.
Sin embargo, para muchas personas el modelo ideal tiene que ver con la poligamia, las relaciones abiertas y, en general, las no monogamias.
Agamia:
Modelo relacional en el que no se forman vínculos de pareja.
Anarquía relacional:
Planteamiento en la forma de establecer relaciones en el que la norma social deja de ser considerada válida por ser jerárquica. Bebe de los principios del anarquismo social. Se rechaza el autoritarismo y las jerarquías relacionales en todos los vínculos personales.
Aprende más sobre anarquía relacional en : ¿Qué tenemos para aprender de la Anarquía Relacional?
Heteronorma:
Norma social que da por hecho que la única orientación sexual válida es la heterosexual. Se cree que todas las personas son heterosexuales por defecto y que van a sentir atracción por el género contrario. Se ve la diversidad como una anomalía y una excepción.
Alonorma:
Norma social que establece que todas las personas sienten atracción sexual hacia otras con determinada frecuencia y/o intensidad.
Arrobamiento:
Deseo de tener una relación cercana con alguien. Existe el placer, la admiración, el afecto y alegría intensa en el vínculo con la otra persona, pero no es de carácter romántico.
Sexocentrismo:
Tendencia social a poner el sexo en el centro y a valorar muy positivamente las relaciones sexuales, como algo muy importante en la vida social.
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Malestar psicológico de los hombres asexuales
Cuando escuchamos que un hombre es asexual, es frecuente que se intente buscar una explicación. Si se descarta que es una elección personal, se suele pensar que el hombre en realidad es homosexual y no lo quiere reconocer, o que tiene un problema de eyaculación.
También se suele pensar que tiene algún tipo de complejo, como un pene pequeño.
Los hombres asexuales pueden tener relaciones sexuales para complacer a la otra persona o por placer, pero no porque haya un interés intrínseco nacido de la atracción sexual.
Los fuertes mandatos sociales sobre los hombres pueden suponer una gran carga mental que se hace más grande con el paso de los años. Puede darse un conflicto interno y un malestar que quizás no se ve fácilmente, pero que está ahí.
Esto sumado a que los mandatos de género socializan a los chicos para no expresar sus sentimientos, deriva en un malestar interno que cuesta compartir con las demás personas. Y mucho más cuando se trata de algo tan íntimo como la propia sexualidad. Además, si el entorno no es favorable y es propenso a la burla o consejos para intentar corregirlo, cuesta más abrirse y mostrarse tal y como se es.
¿Dónde encontrar un lugar seguro para hablar de esto? ¿En la familia, que quizás no lo entiendan? ¿En compañeros que quizás se burlen? ¿En el colectivo LGTB que quizás no sepa lo que es la asexualidad y no la considere como parte de la disidencia?
Hay una sensación de no ser comprendido, de no existir, de no cumplir con el mandato de ser »un macho sexual». Esto no es otra cosa de violencia nacida de una sociedad alonormativa que da por hecho que todas las personas sienten atracción sexual y buscan siempre el encuentro íntimo con la otra persona.
Acefobia y lucha por la visibilidad
Sabemos que los hombres homosexuales fueron discriminados durante décadas, y desgraciadamente esto sigue estando a la orden del día. Aún escuchamos noticias de agresiones, discriminación o terapias de conversión que vulneran constantemente los derechos humanos.
En una sociedad machista, alornormativa e hipersexualizada, los mandatos sociales con los que tiene que cargar el hombre son bastantes pesados; y es mucho más fuerte para el hombre asexual, que queda en un lugar de menosprecio, burla o patologización. A esto se le añade la enorme violencia ligada a la no existencia.
Queda mucho por hacer para que los hombres asexuales dejen de ser vistos como raros, inferiores o enfermos. Lucha que va ligada a la destrucción de aquellas normas jerárquicas y desiguales nacidas de las estructuras patriarcales de un sistema capitalista y dominante.
Recordemos que no querer tener sexo o no sentir esa necesidad no es un problema. Además, la atracción sexual es diferente de la romántica, y existen muchas combinaciones posibles. Un hombre puede ser, por ejemplo, asexual y arromántico, heterorromántico, homorromántico o birromántico.
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Romantización del hombre asexual
Los hombres asexuales a veces son objeto de romantización. Son leídos como la pareja ideal, por ‘’no ser peligrosos’’, sino pacíficos, mansos, románticos, infantiles, mejores amigos… Chicos adorables que ‘’no son violentos con el sexo porque no tienen instinto sexual’’.
Todo esto pone de manifiesto los miedos interiorizados que se les tiene a los hombres en una sociedad sexocéntrica donde aún existe la violencia de género y la violencia sexual.
El sexo como herramienta de valor y dominación es una herramienta más del patriarcado. Arma arrojadiza contra los hombres asexuales que, por no encajar en las normas de la masculinidad, son directamente relegados al olvido.
‘’Nosotros, en cambio, estamos en una sociedad del «sexo» o, mejor, de «sexualidad»: los mecanismos del poder se dirigen al cuerpo, a la vida, a lo que la hace proliferar, a lo que refuerza la especie, su vigor, su capacidad de dominar o su aptitud para ser utilizada. Salud, progenitura, raza, porvenir de la especie, vitalidad del cuerpo social, el poder habla de la sexualidad y a la sexualidad; no es marca o símbolo, es objeto y blanco. Y lo que determina su importancia es menos su rareza o su precariedad que su insistencia, su presencia insidiosa, el hecho de que en todas partes sea a la vez encendida y temida’’
HISTORIA DE LA SEXUALIDAD I. La Voluntad de Saber. Michel Foucault.