¿Alguna vez has pensado que la delgadez es sinónimo de salud? ¿Alguna vez has hecho dieta? ¿Crees que los cuerpos delgados son más atractivos que los gordos? ¿Te aterra engordar? ¿Tienes problemas a la hora de encontrar ropa de tu talla?
Y la última pregunta: ¿Alguna vez has escuchado el término ‘’gordofobia’’? Si este tema te interesa, quédate a leer este artículo.
¿Qué es la gordofobia?
La gordofobia es la discriminación hacia las personas gordas. Una discriminación que no es puntual, sino constante a lo largo de toda su vida. Se ve reflejada en el miedo a engordar, en la obsesión con la delgadez o en el rechazo a la gordura y a las personas que encarnan esa gordura.
Hay personas a las que les da vergüenza autodenominarse gordas o decir su peso públicamente, por miedo a los comentarios propios de una sociedad gordófoba.
Magda Piñeiro, una de las activistas más reconocidas en España sobre gordofobia, afirma que ‘gorda’ no es un insulto. Es una realidad y una identidad que muchas veces se quiere tapar con eufemismos que no sirven de nada, como rellenito/a, grandote/a, grande, ancho/a de huesos, etc.
Ser gorda no es un insulto. Lo que sí es un insulto es dar por hecho que las personas gordas son menos saludables que el resto, sintiéndonos con la legitimidad de decirles lo que tiene que hacer para adelgazar y ser personas más saludables.
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Por ejemplo, el mandato constante de hacer deporte… ¿Damos por hecho que no lo hacen nunca? ¿Por qué no lo aplicamos con la misma contundencia a una persona delgada, que además no tiene tantas dificultades para encontrar ropa deportiva de su talla? Y no solamente deportiva, sino de cualquier tipo.
Por otro lado, Magda Piñeiro también explica en su charla TEDx que la sociedad tiene tres frases o mandatos sobre las personas gordas
- Estar mal ser tú
- Aquí no cabes
- Reduce tu tamaño
Son mensajes que se lanzan constantemente a las personas gordas, a veces sin necesidad de verbalizarlos. Los vemos en las tiendas cuando no hay ropa para personas con tallas más grandes. En el transporte público, cuando los asientos tienen un tamaño estándar. En la consulta médica, cuando a las personas gordas se les da una dieta adelgazante porque se asocia salud a bajar de peso. Y un largo etcétera.
Durante su infancia, las personas gordas son objeto de bullying en el colegio, y crecen escuchando que no son personas atractivas. Interiorizan que sus cuerpos no son válidos, que están mal, que tiene que modificarlos, que hacer dieta para bajar de peso.
Salud y gordofobia
Los cuerpos gordos son leídos como vagos, perezosos, insalubres, feos. A las personas gordas se las tacha de sedentarias, perezosas, egoístas, insalubres. Pero el activismo de las personas gordas nos enseña muchas cosas. En primer lugar, que el cuerpo delgado no es sinónimo de salud, ni el cuerpo gordo es sinónimo de insalubridad. Este imaginario es difícil de cambiar y atrae comentarios del tipo:
- Un exceso de grasa está ligado a más problemas cardiovasculares.
- La gordura es una enfermedad y no es saludable.
- Las personas gordas lo son porque no hacen deporte o comen mal.
- La gordofobia no existe, se está haciendo apología de la obesidad.
Ante esto, el activismo gordo nos da una lección sobre la instrumentalización que estamos haciendo del concepto de salud con estos discursos. En primer lugar, hay personas que no adelgazan nunca, aunque ellas quieran, porque la corporalidad depende de muchos factores más allá de la alimentación. Y es que la mayoría de los cuerpos se configuran por múltiples motivos: genética, cultura, metabolismo, costumbres.
Además, nuestro imaginario se limita a pensar en, por ejemplo, el IMC (índice de masa corporal) o pensar que la gordura es sinónimo de enfermedad. Pero este indicador tiene un problema de base. En primer lugar, que ha hundido raíces en el imaginario colectivo como algo dogmático cuando realmente no tiene fines médicos. Si el peso no ha logrado modificarse con una estrategia efectiva y duradera, no puede ser considerado como algo modificable cuando además se trata de algo multifactorial. El peso no es una conducta.
Un buen ejemplo de todo esto fue el desacertado comentario que Pablo Motos hizo de Antonio Resines tras salir de la UCI, donde estuvo ingresado de gravedad.
“Y ahora estás bien. Bueno, estás bien, has adelgazado, que tampoco te venía mal”.
La mala salud de las personas gordas no nace de un exceso de grasa, sino de las negligencias médicas, los cañones de belleza, el rechazo al cuerpo, la baja autoestima, el bullying, el estrés, el acoso, los insultos, la ansiedad, las mutilaciones corporales para tratar de encajar en un cuerpo normativo… ¿Acaso eso es saludable? ¿Qué concepto sesgado de salud estamos abordando?
No podemos saber si una persona está sana o no con tan solo mirarla; aprendamos a hablar de salud en todas las tallas.
Violencia estética
El término de violencia estética hace relación a todas aquellas normas relacionadas con tener un tipo de cuerpo determinado nacido del canon corporal que se considera bello. La presión por tener un cuerpo deseable es real para todas las personas, pero tiene una mayor incidencia en las mujeres. Está muy ligado al machismo que exigen que sean deseables y atractivas, que estén siempre bellas y delgadas para la mirada masculina.
La socióloga Esther Pineda define la violencia estética como la obsesión por un canon de belleza impuesto por la sociedad que aplaude los cuerpos delgados. Es algo que aparece desde edades muy tempranas, cuando se interioriza (sobre todo chicas) que ser atractiva y delgada es algo que se va a premiar y valorar.
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En 1990 Naomi Wolf escribió “El mito de la belleza”, que generó un gran impacto. Actualmente, las palabras de Naomi siguen creando eco y resonando fuerte en nuestra sociedad. Porque siguen las exigencias de belleza de una sociedad que impone cánones corporales cada vez más imposibles de lograr:
“Una cultura obsesionada con la delgadez femenina no está obsesionada con la belleza de las mujeres, está obsesionada con la obediencia de éstas’’
Nos bombardean constantemente con imágenes canónicas que llevan a las personas a recurrir a transformar su corporalidad o aspecto con el fin de entrar en ellas. Porque si quieres conseguir un determinado tipo de cuerpo, tienes que recurrir a productos de belleza u operaciones quirúrgicas para conseguirlo.
Que pena que seas gorda, con lo guapa que eres de cara
La gordofobia y la violencia estética van de la mano. Además, las violencias que sufren las personas gordas son constantes y derivan en una erosión de la salud mental. Por tanto, los problemas de salud no vienen de tener un determinado peso, sino de los problemas psicológicos derivados, como la ansiedad, la depresión, la baja autoestima e, incluso, los TCA.
Trastornos de conducta alimentaria TCA
Se trata de trastornos emocionales que derivan en un comportamiento patológico a la hora de comer o en una obsesión por el peso que puede generar trastornos graves. No solamente hablamos anorexia o bulimia, pues existen otros como el trastorno por atracón, la ortorexia, vigorexia, etc.
En España alrededor de 400.000 personas tienen un TCA, de los cuales 300.000 tienen entre 12 y 24 años.
Estamos hablando de personas que incluso necesitan ayuda terapéutica para poder salir de ahí. Personas que se han sentido oprimidas y agobiadas por los mandatos de un sistema gordófobo, que crea complejos e inseguridades. Personas que terminan vomitando, acercándose peligrosamente a la anorexia o la bulimia en plena adolescencia.
Lo anterior les obliga a evitar salir de fiesta o conocer gente nueva porque se avergüenzan de sus cuerpos. Odiando el verano porque eso implica vestir pantalones cortos e ir a la playa. Sintiendo culpa por comer, con la costumbre añadida de ir contando calorías para evitar engordar. Interiorizando que tu cuerpo es feo y objeto de rechazo.
Así, vivimos en un sistema que hace que las personas se avergüencen de sus cuerpos. Algo que además alimenta la llamada industria de la dieta (cirugías, publicidad, dietas milagro, clínicas estéticas, gimnasios…). Hay que saber que las dietas son muy peligrosas y gran parte de los TCA comienzan con una.
Estamos hablando de que es muy grave que haya personas jóvenes que se pregunten si en una analítica de sangre se ve reflejado el uso de laxantes o si el suero tiene calorías. En un mundo donde en las redes sociales circulan discursos peligrosos sobre ayunos, zumos, hacer deporte para quemar calorías o trucos como lavarse los dientes para no comer.
Todo esto tiene un impacto en la salud de las personas, al vender una corporalidad determinada como símbolo de belleza, bienestar y salud. Y hay personas que están dispuestas a conseguirlo cueste lo que cueste.
Y por si fuera poco, la gordofobia también tiene un impacto en el plano laboral. Según Moreno Pestaña, el peso influye negativamente a la hora de conseguir un puesto de trabajo.
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Conclusiones
No todo el mundo quiere o puede cambiar su cuerpo. Las discriminaciones tienen impacto a largo plazo, pero nadie debería ser tratado de manera diferente por la forma de su cuerpo.
No, no tienes que entrar en el pantalón, es el pantalón el que tiene que entrar en ti y el que tiene que acomodarse a la diversidad de los cuerpos. Todos están bien tal y como están, porque el cuerpo es lo que nos permite vivir, habitar, ser, relacionarnos y disfrutar de la vida.
Como dice Sonya Renee Taylor en su libro El cuerpo no es una disculpa, nadie nace odiando su cuerpo, pero aprendemos a hacerlo. La vergüenza corporal es construida.
Todas las personas somos gordofóbicas, porque lo hemos interiorizado con el sistema. Del mismo modo que hemos interiorizado otros tipos de discriminación. Pero poco a poco podemos ir deconstruyéndonos para limpiar la mirada y aprender abrazar la diversidad en todas sus tallas.
Fuentes y recursos
Libros:
- Health at Every Size: The Surprising Truth about Your Weight de Lindo Bacon
- Intuitive Eating de Evelyn Tribole y Elyse Resch
- Just eat it de Laura Thomas
- Al diablo con las dietas de The Fuck it Diet
- Diez gritos contra la gordofobia de Magda Piñeiro.
- El cuerpo no es una disculpa de Sonya Renee Taylor
- El mito de la belleza de Naomi Wolf.