El Jamming Festival es un evento de reggae y entretenimiento. Después de dos años sin realizarse debido a la pandemia, volverá y será el concierto más grande en la historia de Colombia.
El festival se realizará en Ibagué, en el Parque Recreativo Playa Hawai, durará tres días, el 19, 20 y 21 de marzo, y se presentarán más de 80 artistas de más de 10 géneros musicales. En este gran coming back se esperan 50,000 personas al día.
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Hay muchas cosas que hacen de este festival único en Colombia. Entre esas cosas, el Jamming es un evento con una conciencia ambiental impresionante y tiene una propuesta, que ha funcionado en las últimas cuatro ediciones, para contrarrestar el impacto ambiental tan grande que tienen los eventos masivos.
El Jamming Eco nació en el 2018 como una apuesta para convertir el festival en una experiencia sustentable que reafirma la cultura del One Love: vivir, compartir y respetar.
Gracias a Sebastián Castiblanco y a Ana Prada, la iniciativa se ha vuelto cada vez más grande y de empezar con un grupo de 25 voluntarios, en esta edición estarán participando 192 jóvenes amantes del medio ambiente que estarán ayudando y supervisando para que todos los residuos que genere el festival puedan después ser reutilizables.
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Para esta nota, hablamos con Ana Prada, la organizadora de la iniciativa, Janneth Olaya, parte del equipo de Tresiclaje que se unió al Jamming Eco y Andrés Padilla, uno de los primeros voluntarios de la iniciativa.
¿Cómo nace el Jamming Eco?
Ana Prada: Nosotros no nacimos con el festival, nosotros nacimos después, en el 2017, cuando muchísimos asistentes se quejaron en redes sociales diciendo que la realización del evento había sido un desorden, que había un montón de basura en el piso y que no reciclaban.
Alejandro y el equipo de Jamming son muy abiertos a escuchar a la gente. Sebastián, que es mi otro colega con el que le dimos vida al Jamming Eco y sobrino de Alejandro, inicialmente pasó una propuesta en la que se proponía hacer unas canecas muy lindas de bambú para motivar a la gente a reciclar. Él me invitó a esa idea y yo le dije que hiciéramos algo más que eso, algo de formación, de capacitación.
Empezamos a ver qué hacían otros festivales en el mundo sobre cuestiones medioambientales y vimos que en Lollapalooza, el festival que se hace en Argentina, habían trabajado con voluntarios que iban por todo el concierto motivando y recordando a la gente que reciclara. De ahí nos inspiramos mucho.
Empezamos a buscar recicladores de base, porque el tema del reciclaje acá en Colombia es monopolio. Nos conectaron con una asociación que se llama Tresiclaje y ellos resolvieron todo el tema de los residuos reciclables. Para los residuos orgánicos, invitamos a una empresa joven de acá de Bogotá que recolecta y convierte los residuos en abono para sembrar. Para las colillas de cigarrillo, encontramos empresas que las reciclan y las convierten en tintas para esfero. Lo no reciclable, por ley, nos tocaba con la alcaldía directamente.
Así fue como iniciamos en el Jamming de febrero del 2018 convirtiéndonos en un segmento sustentable dentro del concierto.
Janneth Olaya: Nosotros somos una asociación de recicladores 5R: reducir, reutilizar y recuperar con responsabilidad. Significa que somos recicladores de oficio que ya tenemos más de veinte años en esta carrera. Creo que hemos hecho una muy buena labor para este festival y hemos dado lo mejor como recicladores y como gente que queremos nuestro planeta.
El trabajo no es por plata, es por nuestro medio ambiente, porque la verdad nosotros acá tenemos chiquitos, mis dos nietos, y pensamos siempre en qué le vamos a dejar a futuro. ¿Plata? Usted la consigue a la vuelta de la esquina, pero el ambiente en el que estamos viviendo, todas esas cosas son más importantes que el dinero.
¿Cómo fue la búsqueda de los voluntarios que participan en el Jamming Eco?
Ana Prada: Eso ha sido un crecimiento y un aprendizaje. Inicialmente, eran únicamente 25 voluntarios. Los buscamos en organizaciones amigas. Yo tengo una fundación que se llama 3colibrís y lo que nosotros hacemos es promover la agricultura campesina y la agroecología en latinoamérica. Entonces ahí ya teníamos unas redes bien interesantes. Empezamos a convocar y nos dimos cuenta de que necesitábamos un equipo más grande para las próximas ediciones.
Con el paso del tiempo, nos convertimos en una familia. Muchos de los que han y siguen participando están desde el primer Jamming Eco. Necesitamos gente muy comprometida, que además de que les fascine el reggae y la cultura del One Love, les guste todo el tema del reciclaje. Eso nos funcionaba muy bien porque son chicos a los que les apasiona todo este tema y eso es muy bonito. Los voluntarios pueden estar seis horas apoyando y el resto del tiempo están en un concierto de 24 horas con muy buena música.
Esta es la primera vez que un Jamming dura tres días, entonces vamos a tener 192 voluntarios porque va a ser un lugar enorme. Va a ser el concierto más grande en la historia de Colombia. Esperamos 50,000 personas cada día.
Andrés Padilla: Después de varios Jamming Eco me pregunté cuáles eran los beneficios que me ha traído ser parte de esto a mi vida y me encontré que son muchos. Empezando por entender realmente el funcionamiento del reciclaje y la importancia que tiene en la vida y en la cotidianidad de las personas y más aún en un ambiente con tanta gente. Entendí que estábamos haciendo algo que parece pequeño, pero es muy grande.
La experiencia ha sido única. Me ha encantado. Tengo el Jamming Eco como parte de mi filosofía de vida. Ahora más que tengo una hija y siento que puedo aportarle a ella algo para su vida. Entonces realmente ha sido una experiencia maravillosa y 100% agradecido con las personas que me permitieron estar ahí.
¿Cómo funcionó la preparación de esta edición del evento?
Ana Prada: Tenemos cuatro líneas de trabajo en la preparación. La planeación del Jamming académico (este espacio donde damos formación durante el concierto), comunicaciones, la gestión de voluntarios y toda la logística.
Los coordinadores del Jamming Eco fuimos a Playa Hawai con todo el equipo (sonido, logística, seguridad, aseo…) a conocer el terreno. Hacemos un mapeo, mediciones, nos explican dónde va a ir la tarima, donde van a ser las tiendas y la zona de comidas y así nos hacemos una idea de cómo va a ser la distribución de los espacios.
Después nos reunimos con Sebas y definimos dónde iba a ir cada punto. En el primer Jamming fueron 10 puntos de reciclaje con tres canecas: orgánico, reciclable y no reciclable y un cenicero. Por primera vez, vamos a tener unos coordinadores de zona pendientes para estar avisando todo. Para este año van a ser 48 puntos, ¡un incremento enorme!
Durante el festival los voluntarios se van moviendo, en sus turnos de seis horas, viendo que no haya tanto residuo, se van con sus tres bolsitas para que la gente deposite ahí las cosas. Tenemos cuatro grandes puntos de acopio en el lugar del evento para poner todos los residuos del Jamming Eco. Cuando se van todos los artistas del día, se desocupan esos puntos.
Los recicladores, los expertos, van viendo que cada bolsa esté bien y nada se mezcle para que al finalizar cada día las empresas de reciclaje que trabajan con nosotros puedan llevarse todo organizado.
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Ana Prada está muy feliz con el resultado de esta gran apuesta porque se han visto cambios muy significativos. En el primer festival en el que participaron, los asistentes se molestaban cuando les decían dónde poner cada residuo. Ahora, en muchas ocasiones, los asistentes al concierto le agradecen a los voluntarios y aprenden de elles.
El resultado de estos cuatro años de apuesta por el medioambiente ha sido 45 toneladas de residuos recolectados. Es un logro gigante porque es muy poco común que en eventos masivos se recicle y, aunque lo sea, el Jamming Eco sigue apostando por alzar la bandera de la iniciativa. Este año esperan recolectar 270 toneladas de residuos los tres días del festival.
“Es una apuesta de mezclar un espacio cultural con un espacio sostenible ambientalmente. Lo ideal es transformar y lograr que esto se expanda. Acá no nos interesa monopolizar el reciclaje, sino que esto se convierta en lo normal. Que sea normal que vas a un concierto y reciclas, ¡es un deber ser!”
Ana Prada
Todes en el equipo son conscientes de que son “pequeños grandes cambios”. Con solo una acción en un evento masivo, una sola persona que se comprometa completamente de todo lo que genera, hace la diferencia.