Nacido dentro del circuito de cine independiente en USA a inicios de la década de los 90s, el cine queer ha tenido varias evoluciones, pasando de las piezas que daban una imagen edulcorada del gay, en películas como Philadelphia o The Wedding Banquet, llegando a la nueva ola denominada New Queer Cinema, que mostraría el rechazo a la heteronormatividad dentro del cine, con personajes y narrativa predominantemente LGBTIQ+.
Estos filmes representaban en muchas ocasiones a personajes marginados por la sociedad, y por ello, en algunas ocasiones eran forajidos o fugitivos, o mostraban las expresiones culturales under que se vivían dentro de la comunidad, como travestismos, o la práctica de trabajo sexual e incluso el VIH. Muchos de los títulos dentro del género pretendían ser propuestas radicales que iban en contra de las ideas convencionales de la sexualidad y del género.
¿Qué es el cine queer?
El periodista y académico B. Rudy Rich acuñó por primera vez a estos filmes dentro del género “New Queer Cinema”, definiéndolos como radicales e independientes en su forma de realización y agresivas en su representación de identidades que desafiaban el estatus quo de lo heterosexual.
Un concepto clave que ayudó a los espectadores a identificar estas películas de resto, fue la Teoría Queer, un término y conjunto de ideas que surgió a mediados de los 80s y que tomó fuerza en los 90s.
Es importante aclarar que el cine queer existió años atrás, y algunos autores sugieren que este fue trabajado por realizadores como Jean Cocteau y su Le sang d'un poète (1934); Jean Genet con Un chant d'amour (1950); o Rainer Werner Fassbinder, quien en muchas de sus películas representaba la opresión sexual de sus protagonistas.
Asimismo, la génesis de este género se definió por la crisis mundial del SIDA, y las políticas conservadoras marcadas por las administraciones de Ronald Reagan en USA y Margaret Thatcher, que desembocaron en el estigma social experimentado por la comunidad LGBTIQ+ por aquel entonces, siendo estos los elementos claves que darían origen al New Queer Cinema.
Dado que las películas de Hollywood se oponían a establecer argumentos actuales que hablaran sobre las historias y problemas reales de la comunidad, los primeros filmes de este género no se contuvieron de mostrar estas realidades y hechos sin alterarlas o darle bellisimos. Por lo que estos fueron bien recibidos por la comunidad LGBTIQ+ y también por la crítica, quienes aplaudieron su enfoque independiente, moderno y vanguardista, que se alejaba del cine comercial.
Directores como Gus Van Sant, Todd Haynes o Gregg Araki, fueron algunos de los directores propulsores del género, con filmes como Bad NIght, My Own Private Idaho, Poison, o Living End.
Algunos realizadores o autores como Travis Mathews o Rose Troche aseguran que desde el siglo XXI en adelante, la influencia del New Queer Cinema al fin había llegado a una audiencia más universal, y si bien en un principio comenzó siendo un movimiento independiente, filmes como Brokeback Mountain, Milk, The Kid Are All Right, o Boy Don’t Cry, muestran claramente cómo la industria ha cambiado su discurso con respecto a la identidad sexual y a la heteronormativa.
En esta nueva etapa del New Queer Cinema resalta por temas no representados en la gran pantalla. Concussion (2013) de Stacie Passon, es una muestra de la nueva narrativa dentro del género. El filme retrata la infidelidad conyugal en la que el lesbianismo de los personajes centrales es un aspecto relativamente menor en una historia y el tema principal es cómo una relación a largo plazo puede volverse problemática e insatisfactoria independientemente de su configuración de género.
Siguiendo esta misma línea, y con foco en protagonistas mujeres tenemos The Kids Are All Right, o el filme francés ganador de la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes en 2013, Blue is The Warmest Colour.
Directores de cine LGBTIQ+ en ascenso
Con protagonismo en el circuito independiente y en festivales como Cannes, Sundance, Berlin o SXSW, la industria está viendo nuevas miradas y realizadores en el género, quienes de distintas nacionalidades, razas, y perspectivas, están proponiendo nuevas narrativas dentro del conglomerado de historias de temática queer.
El primero de ellos es Levan Akin, director sueco, de padres georgianos, que tras su paso en la TV nacional -y dos filmes bien recibidos por la crítica– regresó a sus orígenes con And Then We Danced (2019), largometraje que sigue a un chico que busca ingresar a la Compañía Nacional de Danza en Georgia, pero sus planes dan un vuelco cuando conoce a un carismático bailarín quien pasa de ser su rival a ser su objeto de deseo. La película debutó en Cannes en la Quincena de Realizadores, donde recibió aplausos y lo posicionó como uno de los realizadores más interesantes del momento.
Luego tenemos a la directora francesa Camille Vidal-Naquet, quien nos dio en 2018 a la provocadora Sauvage. Para la historia, la realizadora escogió a un trabajador sexual como protagonista, interpretado magistralmente por Félix Maritaud, que sique el retrato complejo y evocador de la vida de supervivencia dentro del mundo de la prostitución gay.
Parte de la competencia nacional dentro del BAFICI 2019, también tenemos a Lucio Castro. Director argentino que hizo su debut con el drama de romance Fin de Siglo, que sigue a dos hombres que se encuentran en Barcelona, y tras pasar un día juntos, se dan cuenta que ya se conocieron hace varios años atrás. Con esta ópera prima, el director se posicionó en el bastión de los nuevos directores de temática queer en América Latina.
Ganadora del León De Oro en el Festival de Venecia en 2013, y laureada en otro puñado de festivales como La Habana, el de Toronto (TIFF), o en los Goya, Desde Alla, el debut cinematográfico del director venezolano Lorenzo Vigas, lo ubicó en la palestra nacional e internacional dentro del género. El filme, situado en la convulsa Caracas, sigue a un técnico dental que busca chicos jóvenes a quienes les ofrece dinero a cambio de ser observados, pero su vida toma un giro total cuando conoce a un chico que lidera una banda de delincuentes juveniles.
Tras su aclamado debut en 2007 con la increíble Naissance des pieuvres (Water Lilies), la directora francesa Céline Sciamma se ha movido dentro del circuito de historias de temática LGBTIQ+ desde entonces. Pero no fue sino hasta 2011 cuando su retrato sobre la infancia y la transexualidad desde la óptica de una niña de diez años Tomboy, cuando la directora tomó relevancia en el firmamento del género, al alzarse con varios galardones en encuentros como el BAFICI, Festival de Gijón, de Berlín entre otros.
Mención especial, en 2019 la directora logró su obra máxima con Portrait of a Lady on Fire, drama de época sobre una pintora que es encargada de realizar el retrato de una misteriosa condesa, dejando entrever una hermosa historia de amor. El filme fue nominado a Mejor película no inglesa en los Golden Globes, y ganó a mejor guión en el Festival de Cannes, y recibió los elogios de la crítica y del público.
Continua leyendo