Arquitectura con perspectiva de género

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Es frecuente que las personas se sorprendan cuando se plantean que en la arquitectura también tiene cabida la perspectiva de género, aunque no se tenga muy claro por qué.

Arquitectura, género y ciudad

Aunque no nos hayamos parado mucho a pensar sobre esto, porque de alguna manera hemos interiorizado la forma estructural de las diferentes sociedades, lo cierto es que las ciudades están diseñadas por y para los hombres. Esto se refleja en el tamaño de las carreteras, en la distribución de las luces o incluso en la posición de los semáforos.

En cuanto al transporte, también se trata de un área que tradicionalmente ha sido muy masculinizada, por lo que no es de extrañar que la masculinidad también aparezca reflejada en la red de carreteras, la preferencia por vehículos de motor y el menor espacio destinado a lugares de ocio o zonas sin ruido.

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Además, la forma en que se socializa a las mujeres por lo general deriva en interiorizar el miedo a volver a casa de noche. Entre otras muchas cosas, todas las mujeres reconocen haber utilizado las mismas estrategias, como cambiar de ruta para evitar una calle poco iluminada o buscar espacios donde haya más personas. Este tipo de situaciones podrían atenuarse también gracias al diseño urbanístico, que ayude a generar una sensación de comunidad y seguridad.

Rascacielos
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La introducción de la perspectiva de género en las ciudades también contribuye a poner más atención en el diseño de las calles pensando en las necesidades de personas discapacitadas, personas mayores o niños.

Históricamente, a las personas socializadas como hombres se les ha asignado un rol productivo, mientras que a las personas socializadas como mujeres se les ha asignado la tarea de los cuidados. Tener en cuenta las necesidades de las personas pequeñas, por ejemplo, en el plano del diseño urbanístico también pasa por diseñar ciudades donde existan los llamados caminos escolares seguros.

Los caminos escolares seguros son estrategias de diseño urbanístico que tiene en cuenta el trayecto que los menores hacen hasta llegar a la escuela. Lo ideal es evitar en la medida de lo posible altos niveles de tráfico y contaminación, promoviendo además el ir caminando hasta la escuela, en lugar de recurrir a coches privados.

Este tipo de iniciativas además promueven la vida de barrio y la implicación de la ciudadanía en los cuidados de los menores durante el camino mientras van a la escuela. Los cuidados, de este modo, se vuelven colectivos.

Mujeres arquitectas

En primer lugar, cabe destacar que siempre ha habido mujeres en la arquitectura, pero que han sido borradas masivamente de la historia como ejemplo de violencia simbólica hacia el género femenino.

Como ocurre en todas las profesiones, se ha normalizado que apenas conozcamos nombres de mujeres arquitectas. No aparecen en los libros de historia y se ha realizado un borrado sistemático de su obra y sus nombres.

Esta no es una cuestión banal, y nos invita a reflexionar sobre la necesidad de reescribir la historia, rescatando a sus mujeres protagonistas.

Por mencionar algunas, nombraremos a Eileen Gray, Denise Scott Brown, Charlotte Perriand, Lina Bo Bardi, Sophia Hayden, Jane Drew, Marion Lucy Mahony, Matilde Ucelay, Anne Tyng y Norma Merrick Sklarek.

Si quieres aprender más sobre ellas, te recomendamos este artículo de Ovacen. También os recomendamos el libro Mujeres, casas y ciudades de Zaida Muxí

Género y espacio

La perspectiva de género en la arquitectura sigue siendo una asignatura muy pendiente. Pasa por poner la experiencia de las mujeres en primera línea y diseñar espacios acorde a esto. De este modo, el discurso de género se vuelve radical porque cuestiona todos los modos de vida, invitándonos a cambiarlos para que sean más equitativos.

Tradicionalmente, la arquitectura ha sido vista como el diseño y la producción de edificios por arquitectos profesionales, que luego son discutidos por críticos, teóricos e historiadores. Este campo se ha ampliado, analizando los edificios como productos de los procesos del capitalismo y la arquitectura como articulación de lo político, los valores socioculturales de las élites y las clases dominantes.

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Tal y como se detalla en el libro, Gender Space Architecture: An Interdisciplinary Introduction, a pesar de que dicho trabajo rara vez se ha centrado específicamente en la diferencia de género, muchas feministas se han basado en las metodologías críticas de la arquitectura. El objetivo que se persigue es considerar las formas en que los sistemas de género, clase y opresión se entrecruzan entre sí con los sistemas de discriminación racial, étnica y dominación sexual.

Persona frente a un computador
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Las mujeres deben exigir edificios y espacios públicos, transporte y viviendas, que apoyen los diferentes estilos de vida e ingresos y que también respondan a las realidades cotidianas de las mujeres.

La apropiación y uso del espacio son actos políticos y se pueden mejorar, restringir, nutrir o empobrecer. El acceso a los diferentes escenarios arquitectónicos también es un derecho universal para todas las personas.

Jane Jacobs

Cuando hablamos de diseño de ciudades hemos de tener en cuenta lo siguiente: el arquitecto no está (o no debería estar) solo entre cuatro paredes, creando algo sin tener en cuenta a la sociedad que va a participar de su trabajo.

Jane Jacobs precisamente destaca porque durante su trabajo se iba al terreno, lo observaba y tenía en cuenta las necesidades de los barrios bajos y el valor de la ciudad en todo su conjunto.

Esta autora es una de las que más pone en valor trabajar sobre la ciudad misma. No solamente su patrimonio artístico y cultural sino también sus calles y sus gentes. Todos los espacios son importantes, no solamente las catedrales y monumentos de interés.

La ciudad, nos dice Jane, también la crea la comunidad de personas que la habitan. Sus valores van a tener un reflejo en sus calles, y el activismo local va a contribuir en una mayor demanda de espacios verdes o accesibilidad para personas con problemas de movilidad.

Todo esto está atravesado por el género porque tradicionalmente han sido las mujeres y su atención a los cuidados quienes más han tenido en cuenta las necesidades de la gente por encima de lo industrial y productivo.

Podría decirse que Jane Jacobs, la crítica más influyente para hacer hincapié en cuestiones de la ‘cotidianidad' en arquitectura, no era arquitecta, sino divulgadora científica, teórica del urbanismo y activista sociopolítica. Su libro The Death and Life of Great American Cities,  impactó poderosamente en toda una generación de personas a nivel social y arquitectónico.

Si bien dicho libro fue anterior al desarrollo del feminismo moderno en Estados Unidos y no hace del género un tema específico, el paisaje urbano de Jacobs viene explícitamente de la experiencia de una mujer. Nos invita a pensar que una perspectiva cotidiana doméstica es fundamental para el desarrollo de la idea de uso mixto de los espacios.

Jacobs rechaza los modelos teóricos y se basa en la observación empírica para examinar cómo el espacio es realmente usado. Realiza una descripción de las ciudades, no a vista de pájaro, sino desde la experiencia del peatón, del usuario cotidiano.

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Las calles, los semáforos, las viviendas extrarradio, los edificios públicos, las conexiones eléctricas, las zonas de ocio, la tipología de las calles, la accesibilidad de los edificios… Todo eso está atravesado por el género, ya que la ciudadanía hace su vida en espacios cotidianos que por lo general están jerarquizados.

A diferencia de autores reconocidos como Foucault y Mike Davis, que parecen preocuparse más por la vigilancia y el control (algo que nos recuerda inevitablemente a los mandatos de la masculinidad tradicional), a Jane Jacobs le preocupa sobre todo libertad y seguridad de los menores, las personas mayores y las personas más vulnerables a ser atacadas. De este modo, otorga un significado público a la vida doméstica, rechazando la segregación de las personas por género, sexo o capacidad.

Por último, os recomendamos el documental Citizen Jane: Battle for the City. En él se aborda la lucha de Jane en Nueva York, y su preocupación por el futuro de la ciudad, lo que la llevó a un activismo que generó cambios reales en la vida de las personas.

Jane Jacobs y el activismo urbano

La obra y el trabajo de Jane Jacobs viene a recordarnos que para generar cambios en la infraestructura de las ciudades es necesario comprometerse con el activismo y la acción social.

Calles modernas
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Ella mostró cómo las actividades cotidianas de las personas estaban siendo ignoradas ante la tendencia por construir grandes urbanizaciones y manzanas. Su preocupación era la experiencia diaria y las formas en que el entorno diseñado podría apoyar y mejorar esa experiencia. Muy lejos de los conceptos abstractos en los planes de renovación urbana.

Rediseñar el Sueño Americano demuestra una sensibilidad similar a la vida diaria, particularmente el de las mujeres, los niños y los ancianos cuyas necesidades han sido ignoradas o mal interpretadas por diseñadores y arquitectos.

Jane se convierte en un ejemplo y modelo a  seguir cuando logra paralizar unas obras en Manhattan que buscaban demoler una parte de la periferia de la ciudad para crear una autovía. El valor de Jane y su compromiso por el cuidado frente a la destrucción de espacios para la construcción e infraestructuras masivas no pasa desapercibido.

Impedir una obra y contribuir para que se trabaje por unos espacios más ecológicos, equitativos y sostenibles es posible, y tenemos ejemplos de ello en la historia. La ciudadanía tiene la capacidad de tomar decisiones y generar acciones políticas en su entorno, demandando ciudades más limpias, con espacios seguros para todas las personas.

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