En 1973, Sylvia Rivera se montó en la tarima de la Marcha de Orgullo, tenía un enterizo y el cabello rubio hasta los hombros. Las personas le gritaron insultos e intentaron prohibirle subir a hablar. Pero nada de eso la detuvo y dio uno de los discursos más importantes para el sector disidente:
“¿Alguna vez fueron golpeados, violados y encarcelados? Ahora piensen en eso… Yo fui encarcelada, yo fui golpeada ¡muchas veces! Por hombres, hombres heterosexuales que no pertenecen al refugio homosexual. ¿pero ustedes hacen algo por ellos? No, ustedes me dicen que me vaya y esconda mi cola entre mis piernas… Perdí mi trabajo, perdí mi apartamento por la liberación gay, ¿y ustedes me tratan de esta manera?, ¿Qué carajo está mal con todos ustedes?”
Con el levantamiento de Stonewall, en 1969, Silvia se convirtió en una de las activistas trans latinas más importantes del movimiento LGBTIQ+; lideró iniciativas para proteger a la comunidad de la pobreza, la violencia policial y el abandono social. Fue defensora de las personas silenciadas y excluidas por la sociedad y por su propia comunidad.
¿Quién fue Sylvia Rivera?
Nació el 2 de julio de 1951, en Nueva York. Creció con su abuela ya que su padre, un puertorriqueño, la abandonó de pequeña y su madre, venezolana, murió cuando esta tenía tres años. Su niñez la pasó entre drogas y violencia, por lo que decidió escaparse de su casa a los 11 años y vivó en las calles de la ciudad, donde fue convertida en víctima de explotación sexual.
Su activismo por los derechos civiles comenzó durante la Guerra de Vietnam y con la segunda ola feminista.
En 1963 conoció a Marsha P. Johnson, una drag queen y activista afroamericana, que también luchó contra la exclusión de las personas con expresión de género diversa. Fue con ella que se levantaron ante el abuso policial en Stonewall. Sylvia lanzó el segundo cóctel molotov a la policía, en ese entonces tenía 17 años y se negó a volver a su casa porque sabía que era el inició de una revolución.
Luego de su importante participación, el movimiento de liberación dejó de lado a las personas trans, por lo que junto a Marsha crearon la Street Transvestites Action Revolutionaries (STAR), donde refugiaron personas que necesitaban la compañía de sus similares. También fue fundadora del Gay Liberation Front y de la Gay Activists Alliance.
Sus problemas económicos y adicciones la llevaron a abandonar New York y el activismo. Sin embargo, tras el supuesto suicidio de Marsha, volvió a participar de la lucha social y continúo con su ardua labor para hacer del mundo un lugar más inclusivo y equitativo.
Sylvia murió a los 50 años, en febrero de 2002, sin embargo, su memoria hoy en día continúa con las personas LGBTIQ+. El proyecto “Sylvia Rivera Law” trabaja para que las personas sean libres de reconocer su identidad y expresión de género sin importar su raza o clase..
Defensa de los derechos LGBT: interseccionalidad y violencia policial
Stonewall marcó un hito en la lucha por los derechos de las personas LGBTIQ, lo que se tradujo en la visibilización de las problemáticas del colectivo y la construcción de un frente político para la defensa de sus derechos.
Sin embargo, a los pocos años, lo que había iniciado como una lucha por transformar las estructuras opresivas y discriminatorias perdió ese rumbo. Muchas de las personas del colectivo empezaron a conformarse con ser socialmente aceptadas y abandonaron la lucha contra las distintas opresiones que marginalizan a miembros de la comunidad LGBT.
El discurso que dio en 1973 mostró esas demandas por una vida mejor para las personas socialmente excluidas; eran violentadas por su experiencia de vida como trans, pero también como afroamericanas y pobres. Por lo que en STAR se empezaron a gestar estrategias y alianzas políticas para tener mayor incidencia social. Sin embargo, este refugio no pudo ser sostenido por mucho tiempo.
Sylvia vivió violencias toda su vida, por su identidad de género, por su ascendencia y por su situación económica. Por ello se dedicó a acompañar a personas como ella. Con los años se empezó a reconocer su trabajo en los derechos de los que hoy muchas personas disidentes gozamos, su lucha fue inagotable y nunca se cansó de levantar la voz.
Los logros del movimiento LGBTIQ+ no serían posibles sin líderes como Sylvia. Su legado trasciende la lucha de Stonewall y demuestra que el activismo y la organización social la perfilan como una heroína para muchas personas del sector LGBTIQ+. Su lucha recuerda que las personas trans merecen respeto y que es necesario reconocer su papel en el movimiento de liberación de todas las personas disidentes de género y orientación sexual.
Su compromiso con la defensa de les más oprimidos fue y sigue siendo fundamental en la lucha de los derechos de las personas LGBTIQ. Y nos recuerda que para terminar con la discriminación y violencia no podemos ignorar los criterios de raza, clase y situación migratoria.