Ya han pasado casi seis años de una de las primeras viviendas en 3D, un piloto construida en hormigón en España con una impresora 3D en la Universidad Politécnica de Valencia. Desde entonces cada vez más hemos oído hablar de ello. Sin embargo, en realidad las impresoras en 3D llevan muchos años entre nosotros.
Todo comenzó en los años 80, aunque entonces la investigación y el desarrollo de las mismas resultaban muy costosas y casi nadie quería invertir. En el año 2005 las impresoras 3D pasan a tener un código abierto accesible a todo el mundo. A partir de ahí numerosas empresas fueron patentando sus propias impresoras para hacer de esta nueva tecnología aparatos domésticos que cualquier persona pudiera tener en casa.
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Tanto es así que el sector de la construcción no se ha querido quedar atrás y, desde hace unos años, ha aprovechado el progreso y el avance de estas impresoras para ‘imprimir’ viviendas en 3D y edificios enteros, además de componentes individuales para las mismas construcciones.
¿Cómo funcionan las impresoras 3D?
El funcionamiento de una impresora convencional y una 3D es muy similar: el elemento principal es un extrusor que se mueve a través de sus tres raíles, ejes X-Y-Z, hacia adelante y hacia atrás y de izquierda a derecha, mientras va depositando un cierto material fluido a medida que se desplaza.
Es decir, la impresora va añadiendo capas de material unas sobre otras hasta ‘imprimir’ el objeto. Un objeto que previamente se ha diseñado en un molde de tres dimensiones a través de un programa informático.
En una impresora normal el material suele ser plástico fundido pero en el caso de las impresoras 3D usadas en la construcción inmobiliaria se utilizan unos tipos de hormigón especiales más viscosos que cuajan mucho más rápido.
Edificios 3D por el mundo
A día de hoy, existen innumerables inmuebles fabricados con impresoras en 3D repartidos alrededor del mundo. Podemos destacar las viviendas de la empresa china WinSun: una mansión de estilo neoclásico de dos plantas y un edificio de cinco plantas con materiales reciclados. Esta empresa asiática es de las más innovadoras del mercado y de las más avanzadas tecnológicamente. Cuenta con una maquinaria y unas impresoras tridimensionales capaces de ‘imprimir’ diez viviendas funcionales en tan solo 24h.
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En España la empresa más importante en este sector es Be More 3D, que fue la misma que impulsó el proyecto de casas tridimensionales en la Universidad de Valencia. Entre sus viviendas más destacadas se encuentran las pequeñas casas de 32m2 que consiguieron fabricar en África.
Estados Unidos ha logrado avances importantes en la construcción de viviendas 3D, pues, es suyo el mérito de patentar una de las grandes impresoras en 3D de casas, la Vulcan II, capaz de levantar una vivienda de 180m² en tan solo tres días y reduciendo los costes en un 40%-50%.
Recientemente ha sido en Dubái donde se han desarrollado los inmuebles ‘impresos’ más modernos hasta la fecha. El gigante árabe prevé que para 2030 más del 25% de sus edificaciones se construirán con esta nueva tecnología. Por ahora, es en esta ciudad de los Emiratos Árabes donde se encuentra el mayor edificio construido con una impresora 3D: 640 metros cuadrados divididos en dos plantas e ‘impreso’ al aire libre y de la mano de Apis Cor, la mayor empresa de tecnología 3D en Oriente Medio.
Ventajas y problemas de la construcción de viviendas en 3D
Algunas de las ventajas y desventajas son: a pesar del ahorro logístico que suponen las impresoras 3D, ya que se reduce considerablemente la plantilla de profesionales, se siguen necesitando la presencia de electricistas, fontaneros y albañiles para, una vez acabada la impresión, poder rematar la vivienda con el techo de paneles prefabricados, las ventanas y puertas, los grifos y colocar la impermeabilización en toda la estructura.
La construcción de viviendas con impresoras también ha llegado a convertirse en una gran alternativa para viviendas de lujo. El gran hándicap de este nuevo proceso de construcción es que la mayoría de las impresoras 3D no son suficientes para levantar un edificio de más de una o dos plantas.
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En caso contrario la vivienda podría llegar a ser bastante inestable. Otra de las desventajas reside en las complicaciones burocráticas para lograr los permisos de construcción necesarios. Por ejemplo, en España la mayoría de estas viviendas 3D ni siquiera cumplirían las prestaciones necesarias y obligatorias para ese uso. Pero, sin duda, el mayor enemigo es la desconfianza que aún generan estas construcciones entre los clientes.
Al final y al cabo no son simples objetos que se puedan reproducir, como un jarrón o una mesa, son edificaciones que van más allá del concepto tridimensional, pues una vivienda necesita de muchos elementos y materiales, no solo de cuatro paredes.
¿Viviremos algún día en viviendas en 3D?
Los expertos asumen que la tecnología avanza sin parar y que la evolución de las máquinas y de los materiales será beneficiosa para todos. Pero las opciones de vivir en una de las viviendas en 3D aún no son muy realistas. Muchos arquitectos quieren procurar que el avance de las nuevas tecnologías esté ligado a la sostenibilidad evitando la contaminación.
Aunque coinciden, y asumen, que el progreso es inevitable y que cada vez más deberemos usar tecnología robótica que asegure eficacia en las construcciones y seguridad para los trabajadores.
De momento, para lo que sí prestan ya un gran servicio las impresoras 3D de gran tamaño es para restaurar piezas de patrimonio, elementos decorativos de fachadas o para ciertas piezas concretas que requiera una vivienda. Con todo y eso ya hemos dado un gran paso adelante en el desarrollo del sector inmobiliario.