La danza improvisación es un formato muy poco conocido en Bogotá. Sin embargo, estará en escena cinco noches del mes de septiembre en El Conejo Blanco, en el teatro Vive Astor Plaza, bajo el debut como director de Isaac Barbosa con su obra “Dream Drama ¿Qué estás dispuesto a hacer por fama?”.
Dream Drama:
Contando con la participación de les bailarines Isabela Velasquez, Sofía Duarte, Sarita Santamaría, Juan José Camargo, Santiago Salazar e Isaac Barbosa; los músicos Mario Ruiz, Santiago López y Felipe Acosta y la jefa de escena Camila Acosta, Dream Drama es una obra que no solo demuestra el profesionalismo de todes les que están en escena, sino que le deja a les espectadores, entre luces, sombras, sonidos, diálogos y movimientos, la duda de hasta dónde llegaríamos por ser famosos.
Asimismo, después de haber visto y disfrutado la obra, considero que hay en escena situaciones y cuerpos que varían todas las noches. Sus actuaciones y los lineamientos son puntos de identificación para todes, puesto que “Dream Drama” no se encasilla en lo hegemónico que históricamente se ha visto reflejado en los teatros. Al contrario, nada podría describir mejor la obra que la libertad de sus cuerpos en escena.
“La improvisación es un juego. No sabemos qué va a pasar hasta que estemos en escena. La obra va a ser nueva todas las noches”, me dice Isaac. Debo admitir que me cuesta trabajo creerle después de haber visto la armonía y la forma en la que se conectan todes en escena.
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“¡Parece libreteado!”, le digo sorprendida y salgo del teatro con el pecho inflado de orgullo y admiración por Isaac, a quien afortunadamente puedo llamar amigo, que con 23 años ya tiene soldout en la primera temporada de “Dream Drama” su debut como director.
¿Cómo nace la idea de crear y dirigir esta obra?
La obra nace en agosto de hace un año. Yo fui a ver una obra de danza improvisación, un formato que no se ve casi en Bogotá y que hasta ahora está empezando a tener movida con grupos como Gente Anónima. Entonces, fui a ver una obra de danza impro y no me gustó tanto. Salí del teatro pensando en qué manera la haría yo, qué cosas le cambiaría y ahí mismo pensé que yo podía hacerla, solo que mi formación es más actoral que dancística.
Empecé a ver qué hacía para llevar a cabo mi idea, a pensar con quiénes quería trabajar, a quiénes conocía y cómo iba a hacer la obra a mi estilo. Lo primero que hice fue meter una clase de danza improvisación en la universidad porque necesitaba las bases. Cuando ya lo tenía claro fue cuando me pregunté de qué quería hablar.
El gran formato de la obra es la fama. Decidí ese tema porque cuando uno es artista esa palabra está muy latente siempre: ¿Qué es la fama? ¿Cómo llego a la fama? ¿Quiero ser famoso? ¿No quiero ser famoso? ¿Qué trae la fama? ¿La fama es algo positivo? ¿La fama es algo negativo? Amo ese tema y supe que quería hablar de eso desde la danza.
Al saber que quería que todo el combo que participara en escena fuera de bailarines, una preocupación mía era cómo poder dirigir bailarines desde la actuación, que es mi formación. Cómo les doy esas herramientas, el storytelling… Porque a veces también siento que la danza impro solo se queda en la danza y las personas no lo entienden. Yo quería hacer un formato que también tuviera narrativa en texto.
Entonces “Dream Drama” es un formato de danza improvisación creado por mí que también tiene una estructura que está planteada para rehacerse.
¿Cómo funciona esa estructura de danza improvisación en esta obra?
La estructura te plantea cosas que se hacen por fama: matar por fama, competir por fama, tener sexo por fama y trabajar por fama. Estas son las estructuras por escena pero lo que pasa dentro de las escenas no lo sabemos hasta el momento de estar ahí.
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El montaje tiene pautas, entonces, por ejemplo, uno sabe que en una escena van a entrar dos bailarines y sabemos que alguno de los dos tiene que hablar. A través de la escucha y la atención entre los bailarines que estén en escena, se decide quién habla pero eso no lo pactamos antes. Es una labor de mucha escucha al otro y de ser generoso con tu compañero. Es de aceptación, de decir: “Sí, acepto. Sí, juego”.
Hablemos del montaje de la obra…
Yo quería que fuera una obra que se hiciera en poco tiempo, por eso se formó en cuatro meses. Empezamos a ensayar desde junio e hicimos veinte sesiones de tres horas. Yo me puse de meta el hecho de sacar un producto que fuera rápido y bueno. Para eso, necesitaba conseguir bailarines que supiera que son buenos y que no me tocara formar comunidad desde cero. Yo ya conocía el trabajo de cada uno de los bailarines que están en escena y es muy bueno. Ahí el único que no es bailarín soy yo.
Les planteé a todos la idea y a todos les gustó. Fue un acto de confianza que les agradezco mucho. De hecho, yo siempre que trabajo en equipo, que voy a dirigir algo, lo primero que pido es que confíen en mí, porque yo confío en ellos. A partir de esa visión de dirección, donde confiamos mutuamente, tenemos fe de que todo sale bien.
A los músicos, por otro lado, los conseguí porque vi una clase con Mario, que es el percusionista, y le pedí el favor de que me ayudara a conseguir a un pianista y a un guitarrista para la obra. Impecable el trabajo de cada uno de ellos. La música también es improvisada en escena con base en pautas.
Hice un plan, un cronograma en el que yo sabía qué temas quería tratar y qué exploraciones debía hacer con ellos. Por sesiones les ponía un laboratorio de lo que iba a ser la escena y luego les decía: “Listo, la escena va con esto y se hace esto, esto y esto y a jugar”, porque la impro es juego.
Con respecto a la búsqueda del teatro, cuando uno está empezando en el arte a uno le toca hacer todo. En mi caso, yo escribí la obra, soy el director e hice también la producción. Me puse a buscar un espacio y un amigo, que también presentó una obra aquí, me habló de este lugar. Hablé con el director del teatro, me abrió las puertas, conocí el lugar, quedé enamorado y supe que quería que mi obra naciera acá.
Uno de los retos a los que se enfrentan les jóvenes artistas que quieren empezar a crear, dirigir y presentar obras es la financiación… ¿Cómo fue en el caso de esta obra?
Al inicio, toda la plata inicial la puse yo para poder alquilar el teatro, sabiendo que se iba a devolver con las ventas de las boletas. De hecho, ¡ya hicimos soldout toda la temporada! Pero antes de saber eso, yo le dije a mis chicos que necesitaba que confiaran en mí, que intentáramos entre todos vender la obra porque de ser así iba a haber pago para todos.
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Eso es otra cosa muy importante. Nuestro trabajo no es gratis, nuestro trabajo tiene un costo y es muy importante que en Colombia los artistas jóvenes como nosotros empiecen a tener esa mentalidad. Si todos pensamos así la gente no va a subvalorar nuestro trabajo. Por eso también uno de mis objetivos era un pago justo para mis bailarines y lo logramos.
¿Tenías propósitos claros al montar “Dream Drama”?
Sí, yo tengo varias finalidades con esta obra. Primero, discutir el tema de la fama desde el lado de la danza pero también desde la comedia. Plantearnos por qué le damos tanta importancia a la fama en la sociedad. Quiero dejar esa reflexión: ¿Yo a qué le doy mi foco? Porque uno cómo público es el que decide qué o quién se vuelve famoso.
Por otro lado, es una invitación a jóvenes artistas a que creen, a que se equivoquen y a que vuelvan a crear, porque así me paso a mí. Yo antes de esta obra intenté hacer dos más y no salieron, no han salido, van a salir algún día… Pero es eso de ser conscientes de que no podemos esperar a graduarnos para hacer lo que hacemos. Yo quiero que salgamos y que así sea un error y nos vaya una mierda, no importa, porque, al final, así se empieza.
“Dream Drama” es la motivación de que sí se puede sacar un proyecto, con mucho trabajo, porque la verdad han sido cuatro meses en los que yo he pensado todos los días en la obra, pero es eso: una motivación.