Las percepciones individuales y sociales sobre el cuerpo se han transformado a partir de cambios culturales y sociales. Esta exploración del cuerpo abre nuevas posibilidades de crear conciencia frente al entorno de consumo, con tal de crear un nuevo estilo de vida. Es lograr entender que los cuerpos son historias que cargan cambio, errores y pasiones.
A lo largo de la historia, el concepto de depilación ha sido objeto de discusión en el ideal de belleza femenina. Tanto en el estilo de la vestimenta, en modas publicitarias de diversos productos, como en figuras como Marilyn Monroe o Betty Grable, o, incluso, encuentros íntimos con la pareja aparece la gran pregunta ¿de dónde viene la concepción de que los cuerpos femeninos sin vellos se ven mejor? En este sentido, las mujeres han sido objeto de estudio y escutrinio: ver qué tan exitosa es una crema, cuchilla, aceite o cualquier otro producto que siga sostiendo la idea central de la depilación como una práctica necesaria para verse y sentirse atractiva.
El impacto de este acto, como un atributo estético, puede entenderse con la apuesta del empresario estadounidense King Camp Gillette, fundador de la marca de cuchillas para uso doméstico, quien en 1914 comenzó a vender un modelo para las mujeres conocido como la Gillette Milady Décolleté. La publicidad del lanzamiento del producto en revistas, como la reconocida Harper's Bazaar, se acompañó de secciones de ropa, lo que fue una dupla perfecta para aumentar sus consumidores y elevar la moda estética de la depilación femenina.
De este modo, las interacciones que la depilación ha tenido con diversas ramas afecta la perspectiva humana sobre el crecimiento natural del cuerpo que, al fin y al cabo, tiene un propósito de cuidado.
Depilarse no es normal, solo es común
Para esta nota, la colombiana Sara Recalde de 21 años nos contó sobre su paulatino proceso con la decisión de no seguir depilándose con el fin de fortalecer su amor propio, una apuesta sostenible y, finalmente, un estilo de vida.
Cuenta que la depilación ha estado presente en su vida como un acto relacionado a verse bien para viajes, salidas con amigos, excursiones de colegio y eventos especiales. Sin embargo, fue a sus 15 años cuando tomó la decisión de parar con ello, pues llegó un punto donde le daba pereza por el dolor que le producía. Lo describe como una postura que no fue fácil de aceptar con seguridad, pues en el colegio obtuvo comentarios como “tus piernas son como las de mi papá” y a lo cual ella respondió “no, yo tengo más pelos”. Esta interacción con sus compañeras fue el primer filtro de no dejarse llevar por sus burlas y poca comunicación por parte de ellas, que no tenían la disposición de escuchar el por qué ella había tomado dicha decisión.
Siendo así, su primer cambio fue pintarse el vello de las piernas y las axilas de un tono claro, dando paso a un cambio de pensamiento en “los estoy tratando de ocultar, por más que yo sepa que están allí”. El segundo filtro fue su familia, en especial sus tías que lo acompañaban con el comentario, “te verías mejor depilada, si quieres yo te invito a que lo hagas”. Pero no era una cuestión de falta de dinero, al contrario, fue el inicio de una decisión que paulatinamente se volvió un estilo de vida.
Para ella, este proceso claramente venía de la mano de leer y ver en redes sociales cuáles eran los pros y contras de no depilarse, así como la seguridad que le brindaban influencers como Rebecca Chelbea en su postura feminista y carga de amor propio por un bienestar físico y emocional. En este sentido, las redes sociales cargan con infinitas propuestas sobre la percepción de belleza, pero de las más sonadas en los últimos años, es la toma de conciencia en el cuidado y aceptación del cuerpo, a partir de ejercicios, alimentación y posturas que, se espera, transformen el día a día.
En este punto se dio cuenta de que al entrar a la universidad logró encontrar su propio estilo desde la comodidad con la ropa y el cambio en productos de aseo para ir mostrando poco a poco el amor por la naturalidad de su cuerpo. “Tengo amigas en la universidad que me dicen ‘me gustaría que a mí me crecieran tanto los pelos como a ti’, lo que termina siendo más allá de una aceptación y se convierte en un referente de sentirse y verse bien”.
Asimismo lo enmarca como un proceso no lineal, empezando por la parte íntima del cuerpo, “uso shorts en la zona v porque no estoy dispuesta a depilarme, pero justo en esa parte aún se presenta la decisión de tomarlo con calma y es muy diferente de asimilar como las axilas y las piernas”. Por lo tanto, no existe una barrera o prueba de fuego para hacerlo, al contrario, debe ser una decisión libre que inicie sencillamente como una prueba contra “el qué dirán” y también probar nuevas prendas que den comodidad de mostrarlo poco a poco.
Sara lo expresa como, “intentalo y si no te sientes cómoda, te depilas y regreses cuando te sientas segura”. Existen momentos donde se va prolongando el tiempo y llega el punto de que se olvida y ya se pierde la noción de incomodidad.
Respecto a los cambios en productos menciona, “cambié el desodorante porque el que habitualmente usaba a simple vista no daba una buena impresión, se veía raro como si fuese caspa, así que lo cambié por uno de rolón, pero después este me jalaba los pelos, entonces llegué a la conclusión que las personas debemos identificar qué nos sirve y que no dependiendo de las necesidades”.
Ahora bien, este tema se analiza y crece en conjunto de una reflexión biológica que surge de la pregunta ¿si el vello es rechazado y señalado, entonces, para qué lo tenemos? Principalmente porque el vello de los brazos al levantarse produce una capa que conserva el calor, lo cual es una cuestión de todos los mamíferos. Seguidamente, es clave recalcar que al no depilar la zona v se están protegiendo sus principales funciones tales como, la protección a enfermedades íntimas, reducción de la irritación, conservación de temperatura.
Por lo tanto, es más allá de los cambios físicos, es tener consciencia de ese estilo de vida por fuera del paradigma de belleza que por años han impuesto desde el hogar, la publicidad y las discusiones en espacios como colegios, universidades y reuniones de amigos. En especial porque debe ser claro que debe erradicarse la idea de que el cuerpo de una mujer es para el consumo. Este no tiene dueño y es ajeno a cualquier categoría, por eso cualquier cambio fuera del molde de normalidad impuesto por la sociedad debe ser respetado.
Es así como la depilación, a través de la historia, ha permitido que tanto medios de comunicación, medios publicitarios y religiones transformen la naturalidad de los cuerpos en objeto de juicios y barreras. Sin embargo, la nueva apuesta del siglo XXI, desde influencers y activistas, de aceptar la historia de su cuerpo al detalle, genera que se conviertan en referentes, con el fin de iniciar una reflexión acerca de las condiciones biológicas y los límites a los que se ha visto sometido desde las industrias de los cosméticos y las opiniones particulares de los externos.
La belleza es un concepto que se ha moldeado sin fin, a través de la historia y justamente en el siglo XXI, apuestas como la no depilación femenina debe entenderse un paso por fuera de la imposición social de ser normal. Por ende, miles de mujeres que, como Sara Recalde han tomado la postura de darle un sí a su comodidad y naturalidad, son eco para mujeres que aún tienen temor de querer dar el paso a esta decisión. ¿Es un cambio personal o un cambio para que los demás me acepten?, esta es de las principales preguntas que impulsan aceptar su cuerpo de forma paulatina, con el fin de fortalecer la relación con la naturalidad del cuerpo, a partir de la protección y normalidad.