Activista LGTBI y exsacerdote designado comisario de Derechos Humanos en el Consejo de Europa

Michael O'Flaherty, reconocido activista de los derechos LGTBI y exsacerdote, ha sido recientemente nombrado comisario de Derechos Humanos en el Consejo de Europa, una institución compuesta por 46 países, incluyendo los 27 miembros de la Unión Europea.

El Consejo de Europa describe al comisario para los Derechos Humanos como una entidad independiente e imparcial cuya función es promover la conciencia y el respeto por los derechos humanos en los Estados miembros. Entre sus responsabilidades se encuentran la identificación de posibles deficiencias en la legislación y práctica de derechos humanos, así como facilitar las actividades de las instituciones nacionales de defensoría del pueblo y otras estructuras de derechos humanos.

O'Flaherty, de origen irlandés, fue ordenado como sacerdote católico en 1987, pero abandonó el sacerdocio en la década de 1990 para dedicarse al activismo, especialmente centrado en la promoción de la agenda LGTBI y la ideología de género. Su trayectoria incluye roles destacados en la Unión Europea y en las Naciones Unidas, donde ha abogado por los derechos humanos durante 18 años.

El activista fue el relator principal de los Principios de Yogyakarta en 2006, considerados como la base ideológica del transactivismo que ha ganado relevancia en gran parte del mundo occidental. Aunque no vinculantes, estos principios han influido en leyes y políticas educativas en numerosos países.

Durante su mandato como director de la Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, O'Flaherty priorizó la agenda LGTBI, lo que generó críticas por parte de grupos que sostienen que se descuidaron los derechos de otras comunidades, especialmente los cristianos.

La designación de O'Flaherty como comisario de Derechos Humanos ha generado diversas reacciones. Mientras algunos destacan su compromiso con la diversidad y los derechos LGTBI, otros critican su enfoque selectivo en detrimento de otras comunidades. Su experiencia personal en la transformación de Irlanda, desde la criminalización hasta la legalización del matrimonio igualitario, ha sido citada como fuente de esperanza para la construcción de un mundo que respete los derechos humanos en toda su diversidad

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