Manu Mojito es un artiste queer y experiencial. A través del video, la fotografía, el performance, la instalación, pero sobre todo, las inquietudes con las que se encuentra a diario, quiere crear una memoria queer que nos ayude a reivindicar los espacios que se han encargado de vender una imagen errónea y amarillista sobre las cotidianidades de las personas LGBTIQA+.
El Rebusque, La Madre Cindy, Inamovibles y La Familia Crawford (que se encuentra actualmente en la exposición “En el jardín de Epicuro” en Espacio el Dorado) son algunos de los proyectos en los que Manu Mojito reclama por la realidad y la libertad del ser queer.
En el jardín del Espacio el Dorado nos sentamos a conversar sobre su vida y su arte mientras nos tomábamos un tinto bien cargado.
¿Manuel Parra o Manu Mojito?
Manuel Parra es algo que he ido aprendiendo con el tiempo, es mi nombre jurídico. Manu Mojito empezó siendo más como un alter ego pero al final se convirtió también en mí misme. Ya ahorita, en este momento, más que ser como un alter ego es una parte de mí dónde estoy en un espacio seguro.
Cuando ya no me siento en un lugar seguro, ahí si devengo Manuel porque es como jugar un poco a centrificarme en ese binarismo de género. Entonces, en espacios donde obviamente las identidades diversas no tienen cabida aún es lindo entrar de Manuel Parra, pero para adentro ir cambiando también esos sistemas.
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¿Cuándo nace como alter ego Manu Mojito?
Yo desde muy pequeñe revisaba mucho las revistas de moda de mi mamá, porque es diseñadora de modas. Me encantaban porque las traían de Europa y uno podía mirar estas pasarelas que no son de la moda convencional, sino que pertenecen a la alta costura. Ahí podía ver diseñadores como Alexander McQueen y John Galliano que utilizaban mucho maquillaje para sus presentaciones, sus pasarelas y a mí me encantaba.
Creo que de ahí empezó a venir ese gusto por el maquillaje, cuando yo miraba a estos hombres maquillados y pensaba que me gustaban mucho estos personajes. Se cruzó un poquito también con la llegada de Lady Gaga, que revolucionó esa mirada de explorarnos desde otro lugar y Andy Warhol. Entonces ahí empecé a jugar mucho con los vídeos, a hacer grabaciones espontáneas y a tomarme fotografías. Eso fue lo primero que me ayudó a empezar a entenderme y de ahí nace Manu Mojito.
Después se vuelve mi tesis de grado de la Universidad Javeriana. Ahí ya propongo a Manu Mojito como una diva del arte, un personaje un poco burlesco y muy irónico sobre las cuestiones de la sociedad en general. Ponía en tela de juicio como nosotros tenemos que estar constantemente jugando precisamente entre ser y no ser, entre pertenecer y no pertenecer en la sociedad para abrir campo.
Mi primer trabajo fue precisamente una serie fotográfica donde me tomaba fotos con artistas y yo salía con ellos maquillado. Para mi era “dime con quién andas y te diré quién eres”. Ya la pregunta no era qué tan importante o qué tanto arte hacía, sino verse validado entre el medio del arte.
Era también una manera de buscar validación desde el ser queer. Yo ahí todavía no entendía el hecho del ser queer del todo, entonces empecé a indagar sobre este tema y ahí me di cuenta que sí, que Manu Mojito era más que un alter ego, era también mi ser y mi presencia queer.
¿Desde siempre te gustó el arte? ¿Cómo descubriste cuál iba a ser tu expresión dentro de este?
Es muy loco. Yo empecé a estudiar artes porque a mí me gustaba un chico que dijo que iba a estudiar artes. Esa no era mi idea. Sí me gustaba, me gustaba lo creativo, en el colegio empecé a indagar e hice algunas cositas sobre la fotografía, pero no lo tenía en mente. Sin embargo, pensé que lo peor que podía pasar era que no me gustara y terminara saliéndome.
Entonces así fue. Cuando entré a estudiar artes me di cuenta que es otro mundo. En ese momento los contextos eran un poco diferentes entonces obviamente mi momento de salir del clóset realmente fue en la universidad porque me encontré en un espacio seguro. Ahí empecé a explorar la fotografía. Tuve una maestra que se llama Clemencia Poveda que me apoyó muchísimo a encontrarme y saber lo que quería explorar.
Con el tiempo también se ha ido transformando el trabajo y yo ahorita lo combino mucho con performance y con video. Trabajo sobre todo en esos ejes: video, instalación, performance y fotografía.
Manu Mojito tiene un lenguaje muy claro atravesado por lo queer, la diversidad, el género y, sobre todo, lo trans…
Para mi lo trans es la base de lo queer. Las primeras personas que yo encontré dentro de mi mirada que se escapaban de ese binarismo de género era todo lo que está dentro de la sombrilla amplia de lo trans: transformismo, transgenerismo, transexualismo, travestismo.
Entonces me enamoré mucho de lo trans. Me parecía que eran personas fantásticas que lograban escaparse de ese binarismo de género, que lograban hacer algo que yo quería. Ahí empezó ese trabajo con las personas trans.
Al principio, cuando investigué y miré en internet, todo era horrible. Eran siempre noticias amarillistas, violentas, criminalizantes y las pocas que habían significantes estaban acompañadas de fotografías que no lo eran. Entonces ahí empezó una primera etapa de mi trabajo que era volver muy binarias las imágenes de las mujeres trans, precisamente idealizarlas y volverlas este estereotipo que buscan las revistas y los medios.
La gente de pronto al principio no lo entendía porque pensaban que era una imagen muy binaria y muy comercial y yo les decía que claro, pero qué era lo que yo sentía que se necesitaba porque nuestras imágenes eran horribles. Por eso, mi propósito al principio era idealizar a personas que además han estado perseguidas, criminalizadas, violentadas y que se vean desde lo digno que supuestamente lo social acepta.
Con el tiempo obviamente todo ha cambiado y ahora esas imágenes idealizadas ya están en todas partes. Ya tenemos referentes que han hecho series como La Veneno, grandes actrices que todavía conservan ese carácter binario, pero que reivindican un montón de espacios y de momentos.
Entonces yo creo que ya esa imagen para mí no es necesaria. Yo creo que ahora otra vez quiero mirar hacia adentro, hacia nuestros espacios comunes, nuestros espacios seguros, que son los espacios que realmente nos hacen mostrar tal y como somos.
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Seguimos viviendo en un mundo muy regido por el patriarcado, la heteronorma, el binarismo y muchas veces irrumpir en estos espacios es someterse a discriminaciones, violencias… ¿Sientes que como artiste y persona queer lo has experimentado?
¡Uf! Cuando empecé a relacionarme con mis amigas trans, era muy normal salir con ellas a tomarnos un café, un cóctel… Me gustaba mucho salir con Madorilyn y su hija Lorena a ver exposiciones. Ahí empecé a enfrentarme a momentos en los que llegaba a una galería de arte y me decían que eso no era un lugar para travestis o que los travestis no tienen cultura entonces que qué teníamos que ir a hacer en una galería.
Me enteré que muchas veces decían que no me invitaran a algo porque yo siempre iba con mis amigas trans. Al final, no me importaba. Si yo voy a estar en un espacio donde no conversan con mi mundo y con la gente con la que convivo, pues no me interesa estar en estos espacios. Y así empecé a cerrar muchos ciclos.
Yo trabajé en la moda mucho tiempo haciendo fotografías de pasarela y cuando se enteraban que iba a sacar un libro sobre personas trans me decían amarillista. Entonces, renunciaba. Claro que eso implicó que tocara guerrear mucho más.
La vivienda es otro espacio donde todo el tiempo, por más de que yo no sea trans, es un problema porque todas mis amigas son trans. Entonces el vecino se queja de que entra gente muy rara y horrible, que fuman en la entrada…. ¡Ah, no! Pero si se para cualquier otro vecino y la esposa ahí a fumarse un cigarrillo en la entrada y a recibir un domicilio no le dicen nada pero si es une o una chica trans…
Empecé viviendo por Cedritos, hasta que entendí que donde nos toque vivir, ahí creamos y hacemos y ya uno va enfrentando la vida, pero así fue todo el tiempo.
Ahora, afortunadamente, ya no tanto. Uno puede tener acceso a más espacios seguros, en las galerías, por ejemplo, porque bueno ahora está de moda y eso es muy importante, ¿sabes? Porque lo decíamos muy superfluamente y más allá de que esté de moda son espacios que nos hemos ganado y es un abrir de ojos.
Al venir de esta historia sientes que no mereces esos espacios porque así nos criaron y seguimos creyéndolo. Entonces uno entra como entra a todo, despacito, mira a ver si sí lo van a dejar entrar y entra… Esos son sistemas de resistencia que uno crea que son violentos, sí, pero pues es la manera en la que uno se refugia. Imagínate si no lo hiciéramos…
Has participado con tu arte en diferentes países y ciudades que abarcan el tema queer de diversas maneras que en Colombia, debido a que la sociedad y la cultura en sí son muy diferentes…
Sí, totalmente. La primera vez que viajé a México fue en el 2015. En ese momento estaba aquí trabajando un proyecto que se llamaba El Rebusque y logramos hacer una gigantografía con Pamela Mena que es la lideresa de las chicas trans en el barrio Santa Fe.
Ahí me surgió esta beca que daba el gobierno de México en donde te podías ir hasta seis meses y te pagaban por hacer un proyecto allá. Entonces le dije a Pamela que donde come uno, comen dos y nos fuimos presentando el proyecto de El Rebusque pero para hacerlo allá.
Lo interesante es que cuando llegamos era otro universo distinto. Encontrabas personas trans que te atendían en un restaurante, médicos, psicólogas, arquitectas, influencers, youtubers, maquilladoras.
Entonces, yo decía que lo que había que llevar a Colombia era eso. Hay un montón de gente trans que está aportando socialmente, ¿no? No porque antes no aportaran, sino que en México estaban aportando socialmente desde otros contextos que no son los espacios criminalizados que nos han dado.
Y pues bueno, sí ya luego subíamos a Nueva York, pues eran muy abiertos, pero yo también sentí, como en ese periodo en el que fui en el 2014, que aunque existía una sociedad más avanzada, igual también la discriminación siempre se siente en cualquier lugar, también hay unas miradas que lo logran intimidar a uno más.
¿Cómo nace un proyecto de Manu Mojito?
Todo ha sido yo creo que muy cambiante pero siempre ha nacido de la experiencia. Soy muy fan de conocer las cosas a partir de la experiencia. Yo nunca he sido muy buen lector, digamos de libros sobre género, sobre teorías queer…
Sin embargo, al principio, en mi afán de saber sobre lo queer, sobre lo no binario, sobre todas estas cosas que estaba descubriendo, hice un diplomado en México. Me emocioné mucho pero no me sentí identificado con la parte teórica porque había cosas que yo ya estaba descubriendo a partir de vivir y relacionarme con mis amigues. Entonces todavía encontraba ausencias en los textos. Era como leerse desde el privilegio para mí.
Supe que era mejor ir allá a conocer todo este mundo que es el mío y de ahí me volví muy experiencial. Yo le trataba de explicar mucho a mi mamá que para mí la fiesta en ese momento, ya ahorita no tanto, era muy importante porque era el lugar donde realmente me podía relacionar con mi mundo. La noche siempre ha sido nuestra cómplice para vestirnos, para celebrar, para reencontrarnos. En la fiesta he conocido a todas mis amigas.
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A partir de conocer las experiencias, de ir conociendo a las personas, siempre va resultando alguna inquietud, algún proyecto y de esas inquietudes creo que es de donde nacen mis proyectos. Cuando conocí a Pamela era la primera vez que conocía una trans trabajadora sexual negra y cuando me contó sus posiciones de vida entendí que mis ideas no estaban tan bien. Eso es lo lindo, que siempre me ha chocado con esos universos que me ayudan a corregir eso que uno hubiera leído en el texto.
No necesito sentarme a leer para entender que el trabajo sexual es trabajo, es digno, que ella merece también un respaldo al ser una trabajadora sexual. Hay todo un trabajo dentro del ejercicio de la prostitución de indumentaria que cuesta y de seguridad.
En ese momento supe que ahí había algo que hacer y así es como nace ‘El Rebusque’. Entonces siempre a partir de esas cosas que me chocan, que me enfrentan con esos ideales con los que crecemos, que son tan trastocados por la televisión y por la prensa y que te hacen pensar cosas equivocadas.
¿Qué quiere dejar Manu Mojito con su arte y sus proyectos?
Quiero dejar realmente una reivindicación de lo que ha sido nuestra historia. Quisiera dejar mucho sobre la memoria o aportar desde mi trabajo a la memoria de la cultura LGBTQ, no binaria, a una memoria queer.
Siempre me ha llamado la atención dentro de lo que soy, más allá de mostrar y ser un artista de causa y efecto popular, ser un artista que a través de su obra pueda dar a conocer una sociedad, un entorno, toda una familia que somos nosotres, que es totalmente cotidiana a nuestra manera y que no es nada de lo que se nos plantea.