En every trabajamos por crear espacios seguros para la comunidad LGTBQIA+. Nos interesa desarrollar herramientas para aprender a defendernos de los ataques y proteger a la comunidad en una época donde tenemos que enfrentarnos a las ciberviolencias. Estas no son otras que las violencias de siempre pero trasladadas al espacio virtual.
En esta ocasión, entrevistamos a Sara García Antúnez, abogada especializada en derecho penal. Trabaja en el bufete TQ abogados de Madrid. Es experta en ciberdelincuencia y la fundadora de la asociación Stop haters. Os dejamos algunas de las preguntas que le realizamos.
¿Qué es STOP haters?
Es la primera asociación contra el ciberacoso en España fundada en 2017 por la propia Sara G. Antúnez. Nace con el fin de que todas las personas que necesiten apoyo en una situación así, puedan encontrar recursos y herramientas para ello.
En el pasado, Sara había sufrido una situación de este tipo, y cuando fue a denunciarlo no le dieron soluciones efectivas. Cuando estaba acabando la carrera de derecho, entró en vigor en España la posibilidad de denunciar delitos que ocurren de manera telemática. La experiencia de Sara unida a la sensación de sentirse abandonada, en un marco en el que se estaban empezando a legislar este tipo de delito la llevó a formarse y especializarse en este tema. Por fin, los delitos llevados a cabo en redes sociales y a través de dispositivos se empezaban a legislar. Dos años después, Sara funda Stop Haters.
Al principio, Stop Haters solo estaba enfocada exclusivamente a temas de ciberacoso. Pero con los años quedaba cada vez más claro que un delito acontecido en redes está siempre ligado a otros, como el delito de odio, el grooming o la difusión de imágenes personales sin consentimiento.
Aunque sigue manteniendo su nombre original, esta asociación actualmente acoge todos los casos de odio en internet y en las redes.
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Entrevista en every somos todes
Escucha la entrevista completa en nuestro podcast:
¿Crees que el contexto político actual ha hecho que haya personas que hayan visto legitimado su discurso de odio más que antes?
En España tenemos un problema grave, y es que cuando aparece un discurso de odio en redes, como un insulto claro en Twitter o un daño a una persona de un colectivo vulnerable, se ve como una noticia puntual. Pero la realidad es que es algo que afecta a muchísimas personas a diario. Hay casos de mayor y menor gravedad que afectan a la población de todas las edades. Se da por hecho que es un caso aislado, y la mayoría de las veces solo tiene repercusión (y se le da más valor) cuando se trata de alguien conocido, como una persona influencer o figura de la política. No ocurre lo mismo con la gente anónima.
Por otra parte, no hay tantas subvenciones y ayudas económicas para este tipo de asociaciones, ni para impulsar un activismo que luche contra eso. Las hay para otras cosas menos o igual de importantes.
Además, los gobiernos deberían hacerle ver a la población la diferencia entre dañar a una persona y la libertad de expresión. El límite es el daño. Una persona puede estar en contra del veganismo, pero no puede insultar a los veganos por ello. Se crea la falsa ilusión de que el sistema garantista limita y coacciona libertades, pero al mismo tiempo, estamos dejando que sigan los suicidios de personas que no soportan una situación determinada de ciberacoso.
En resumen, las problemáticas nacen a raíz de aislar noticias, de no darle valor al problema, o de no diferenciar claramente entre libertad de expresión y el odio o la censura.
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¿Hasta qué punto nos protege el anonimato?
Es muy llamativa la valentía con la que se dicen cosas bajo la creencia de que nadie sabe quién eres. Existen perfiles que nunca dirías que son capaces de agredir en el ciberespacio ni de incitar al odio desde detrás de la pantalla. Hay que tener mucha capacidad y tiempo libre para odiar. Las personas se convierten en otras en el espacio online, y se creen inmunes a todo. Bajo este espejismo de anonimato, surgen los ataques.
Existe una falsa creencia de que a las cuentas anónimas no se les puede hacer nada. Pero hay que recordar que existe la huella y la sombra digital. La primera es el rastro que nuestro contenido deja en el espacio virtual, como la estela de una estrella. Por otro lado, la sombra digital haría referencia a todo aquello que hacen otras personas con nuestros contenidos en el ciberespacio.
Existen medios para tirar del hilo y saber quién se esconde detrás de un nombre. Actualmente hay muy pocos efectivos de policía y guardia civil (que son quienes tienen las unidades de telemáticos) trabajando en esto.. Pero cada vez hay más y se trabaja para que los ciberdelitos sean perseguidos. No existe la impunidad ni el anonimato.
Necesitamos desarrollar una ética digital y aprender a ser personas cibercívicas: lo que no haces en el espacio offline, tampoco lo hagas en el online.
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