La diversidad sexual existe y ha existido siempre en todas las culturas y en todas las partes del mundo al ser parte natural de la naturaleza humana. Sin embargo, a lo largo de los años ha sido penalizada y perseguida. Hagamos un repaso de la historia de la despatologización del colectivo LGTB.
Diversidad sexual en la antigüedad
Cuando se menciona la homosexualidad o la bisexualidad en la historia, normalmente nos remitimos a épocas como de la Antigua Grecia. En aquel entonces, las relaciones entre hombres adultos y chicos jóvenes no estaban mal vistas. Sin embargo, hay una lectura romantizada cuando se hace referencia a esto. Sabemos que los griegos lo que premiaban eran las relaciones sexuales con jóvenes (pederastia), una etapa indispensable en su educación.
Lo que ciertamente estaba mal visto eran las relaciones entre mujeres. Respecto a este tema, es conocida la historia de la poetisa Safo, de la isla de Lesbos (de ahí el nombre de lesbianismo) un icono histórico del amor entre mujeres. Era muy admirada por sus dotes poéticas, y escribió textos donde manifestaba abiertamente su atracción por las mujeres. Curiosamente, existen escritos donde también se menciona que tuvo relaciones con hombres. Queda a cargo del lector/a reflexionar si en el fondo Safo era o no bisexual.
Respecto a los primeros escritos sobre mujeres lesbianas, encontramos algunos textos en sumerio de la antigua Babilonia, en el cuarto milenio antes de Cristo. Además, en el código de Hammurabi aparecen referencias a lesbianas nombradas bajo el concepto diferenciado de “salzikrum” (traducido como significa “hija hombre”). Estas tenían más derechos de herencia que “las mujeres tradicionales”. Podían heredar bienes de los padres igual que las sacerdotisas e incluso tenían el derecho de formar familia con una o varias esposas.
Asimismo, en la antigua Roma destaca la figura de Heliogábalo, el primer emperador trans del que se tienen testimonios históricos.
Diversidad sexual e iglesia
El rechazo a las personas homosexuales normalmente se ha justificado por valores morales relacionados principalmente con lo religioso. No porque las religiones sean abiertamente homofóbicas, sino por la lectura que desde las instituciones de poder se ha hecho de los textos religiosos.
Muchas religiones, principalmente la cristiana, han entendido siempre la sexualidad como algo meramente reproductivo, y con base en argumentos médicos o biológicos, se ha patologizado cualquier tipo de relación que no fuese entre un hombre y una mujer (leídas en un sentido binario).
Las posturas y prácticas sexuales estaban limitadas y enfocadas al coito y quedaban totalmente reguladas por la iglesia, que establecía dos tipos de actos: los naturales entre hombre y mujer, y los contra natura. El control del cuerpo y la desnudez se traducía en un pudor que aún persiste en la sociedad.
Curiosamente, la prostitución quedó establecida como una actividad buena para “mantener a los hombres centrados en el camino de Dios”. De este modo, respetaban a las mujeres al no llevar a cabo prácticas homosexuales. Además, es considerada como actividad de salubridad pública y actividad económica de alto rédito.
El pudor y la castidad implantadas por la iglesia también prohibía el desnudo en las relaciones sexuales. Para ello, se utilizaba un camisón largo que cubría todo el cuerpo, con solo una abertura en la zona genital. Alrededor de ella, tenía un lema bordado que decía “Dieu le veut” (Dios lo quiere), ya que el fin del sexo era únicamente reproductivo.
Aunque lo anterior pueda parecer un hecho histórico, lo cierto es que la idea de pecado o suciedad por prácticas como el sexo oral, anal (sodomía) o la masturbación siguen permeando el psiquismo colectivo.
El peso de la institución religiosa ha impactado fuertemente en la sexualidad de las mujeres y del colectivo LGBT y que sigue en la actualidad. La historia de dominación de la iglesia nos enseña cómo el miedo y la ignorancia son armas de control muy poderosas y, por consiguiente, de discriminación y violencia hacia la diversidad.
Patologización y condena del placer
La masturbación ha sido una práctica siempre prohibida tanto para los hombres como para las mujeres. Incluso se crearon mecanismos antimasturbación para hombres, algunos de los cuales pueden verse en el museo de las máquinas sexuales de Praga.
La famosa quema de brujas de la Inquisición responde a un intento de coartar la libertad de las mujeres que se masturbaban con objetos y ungüentos, o que tenían relaciones sexuales entre ellas.
El placer en las relaciones sexuales estaba considerado como algo patológico hasta la llegada de Sigmund Freud. Él fue quien popularizó la idea de que el principal objetivo del sexo es el placer y no la reproducción. Además, Freud tuvo un impacto positivo en la despatologización de la homosexualidad. No solamente la veía como una variante de la naturaleza de la diversidad humana, sino que defendía esta postura públicamente. Destaca una de sus cartas a una madre preocupada por la homosexualidad de su hijo:
Estimada señora,
Deduzco por su carta que su hijo es homosexual. Estoy muy impresionado por el hecho de que usted no mencione este término por sí mismo en su información acerca de él. ¿Puedo preguntar por qué evita decirlo? La homosexualidad seguramente no tiene ninguna ventaja, pero no hay nada de lo que avergonzarse, no es un vicio, ni una degradación, ni mucho menos una enfermedad. Consideramos que es una variación de la orientación sexual, quizá producida por un diferente desarrollo sexual. Muchas personas muy respetables de los tiempos antiguos y modernos han sido homosexuales, varios de los más grandes hombres de entre ellos: Platón, Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, etc. Es una gran injusticia perseguir la homosexualidad como si se tratase de un crimen, y una crueldad también. Si no me cree, lea los libros de Havelock Ellis.
(…)
El impacto VIH en la homofobia
En los años 80 se dio una epidemia del VIH que tuvo una repercusión muy fuerte y negativa hacia los hombres homosexuales. Este estigma aún perdura y se denomina serofobia.
Uno de los hitos históricos que más repercusión positiva tuvo en este tema fue la visita de Diana de Gales al London Middlesex Hospital en abril de 1987. Con motivo de la apertura de su primera sala para pacientes con VIH y sida, Diana saludó, en una imagen inolvidable, a un paciente a mano descubierta y sin utilizar guantes. En aquel momento se pensaba que era un virus terrible que se contagia fácilmente. Aquel gesto fue un paso enorme en contra de los prejuicios y discriminación que sufrían los pacientes con VIH y sobre todo los hombres homosexuales.
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El siglo XX y la despatologización del colectivo LGTB
Tras décadas de estudios, en 1952, la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA), incluía la homosexualidad en su Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales. Quedaba descrita como “alteración sociopática de la personalidad”. Más tarde, en el año 1968 se hizo una modificación en la definición, quedando como “desviación sexual”. Esto afectó directa y gravemente a la vida de homosexuales, lesbianas y bisexuales, al quedar establecidos como ‘’enfermos mentales” categoría que facilitaba y justificaba la violencia, la discriminación y el tratamiento médico (teorías conductistas, medicación, descargas eléctricas…).
Según una encuesta realizada por The Trevor Project en 2020, el 58% de personas LGTB, con edades comprendidas entre 13 y 24 años, afirmaba que más alguna vez en su vida se les había intentado convencer para que cambiaran su identidad de género o su orientación sexual.
Asimismo, cabe destacar que en pleno siglo XXI estas terapias siguen existiendo, y que a día de hoy se sigue patologizando toda la diversidad sexual incluso en los países más avanzados y desarrollados.
La revolución de Stonewall
Aunque las primeras asociaciones y colectivos activistas en EEUU datan de la década de 1920, no fue hasta los años 60 en que empezaron a multiplicarse y a luchar de manera más activa por sus derechos.
Existían muchos bares de encuentro de personas trans, lesbianas, gays o prostitutas para poder expresarse libremente. Siempre con el riesgo añadido de ser perseguidos o detenidos por los cuerpos policiales. El cambio vino con las conocidas revueltas de Stonewall en Nueva York.
Stonewall Inn era un bar de copas situado en la calle Christopher Street, en Nueva York. Era usual que la policía llegara con frecuencia a reprimir las actividades que se organizaban por personas del colectivo LGTB. Las revueltas llegaron a su punto álgido el 28 de junio de 1969, con un rebelión revolucionaria contra los ataques de la policía que dio origen a la conmemoración del orgullo LGTB cada 28 de junio. Stonewall también fue revolucionario por la inclusión de drag queens y personas trans.
Un año después de las revueltas de Stonewall, en 1970 se celebró la primera marcha del orgullo por las calles de Manhattan, exigiendo justicia y derechos para el colectivo. Cabe destacar que la madre del Orgullo fue Brenda Howard, mujer bisexual que inició la marcha y que fue pionera en el activismo bisexual.
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Entre las reclamaciones activistas destacaba la despatologización de la homosexualidad en la APA (American Psychological Association). También en 1970 un grupo de activistas irrumpió en su convención anual, y en los años siguientes pudieron participar. Consiguieron que se cambiara el diagnostico de homosexualidad como enfermedad mental por votación en la APA el 15 de diciembre de 1973. A partir de entonces dejó de ser vista como una aflicción que afectaba a la salud de las personas para empezar a verla como una condición propia de la identidad.
A pesar de los logros, no fue hasta 1987 cuando se acabó con conceptos como el de la homosexualidad egodistónica. Este término hacía referencia a que ser gay podía causar aflicciones en individuos, sin tener en cuenta que el malestar no es por la orientación sexual en sí, sino por la discriminación creada por la sociedad.
La despatologización de la homosexualidad no supuso una mejora inmediata de las condiciones de vida del colectivo LGTB. Pese al logro, la OMS seguía considerándola como enfermedad. Esto se retiró bastante tarde, nada más y nada menos que en el año 1990. Mientras tanto, el activismo por la diversidad sexual empezaba a visibilizarse y tomar fuerza en todo el mundo.
Ante el embate de la ultraderecha y el peligro del retroceso en derechos en distintas partes del mundo, la lucha por los derechos del colectivo LGTBQIA+ sigue siendo más necesaria que nunca.
Fuentes:
- Queer. Una historia gráfica. Meg-John Barker. (UHF, 2017).
- Guioteca
- La vanguardia
- Masalladelplacer
- Nueva Tribuna
- Homosensual