Desde hace algún tiempo y con motivo de los diferentes movimientos sociales (feminismo, LGBT, bodypositive…) el auge de los juguetes sexuales es cada vez mayor. Atrás quedan los años en los que entrar a un sex shop suponía un acto oscuro o de rebeldía para aquellos que buscaban un extra que añadir al disfrute de su sexualidad. Sin embargo, y aunque parezca increíble, los juguetes sexuales no son algo moderno de este siglo, ni siquiera del siglo pasado.
¿Cuándo comenzaron a utilizarse los primeros vibradores? ¿Los juguetes sexuales eran exclusivos de las mujeres o también de los hombres?
El primer juguete sexual
A poco más de 150 km de la ciudad de Munich, en Alemania, existe uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del mundo, Hohle Fels. Su importancia la adquiere gracias a los descubrimientos y aportación al conocimiento sobre el paleolítico superior, es decir, hace unos 22.000 años. En lo que concierne a este texto, fue precisamente en ese yacimiento en el año 2005 donde apareció el que hoy se reconoce como el primer juguete sexual del mundo y el más antiguo encontrado hasta la fecha: un falo de piedra de unos 20 cm que los expertos datan en 28.000 años atrás.
En este punto, la mayoría de los historiadores coinciden en dos aspectos. El primero de ellos son los escasos descubrimientos que se hacen sobre representaciones antiguas de genitales masculinos. Es decir, es mucho más común encontrar objetos antiguos que simulen los órganos sexuales femeninos en las excavaciones llevadas a cabo alrededor del mundo. Por otro lado, asumen que la representación fálica era recurrente en civilizaciones antiguas para distintos rituales paganos, como símbolo de fertilidad o inclusive como ayuda contra los malos espíritus.
No obstante, la diferencia para averiguar si estos objetos eran usados a modo de juguete sexual o, por el contrario, como mera parte de cualquier rito difiere en la forma y el tamaño, aunque sobre todo en los materiales. Así, se sabe que el falo de Hohle Fels era utilizado para el placer sexual, por el uso de cuerdas para recubrirlo y porque había sido pulido en demasía.
Cuero, madera y piedra en los consoladores de las culturas clásicas
No es nada escandaloso afirmar que las civilizaciones más clásicas de la Grecia y la Roma antigua sabían bien disfrutar de su sexualidad. Mucho se ha hablado de las orgías organizadas en las termas públicas o de la libertad (relativa) de la que gozaban los hombres homosexuales, pero poco de los juguetes sexuales que, ya en aquellos años, parecían tener cierta popularidad.
Hasta tal punto que durante los largos años de las Guerras del Peloponeso que enfrentaban a los propios griegos, las mujeres de los guerreros negaban el acto sexual a sus maridos a favor de estos juguetes con forma de pene en un intento por finalizar la guerra. Por entonces, estos objetos eran usados tanto por hombre como mujeres y la mayoría estaban fabricados en madera, en algunos casos recubiertos de cuero o intestinos de animal para lograr una mayor naturalidad.
Nada que ver con los usados en el antiguo Egipto, uno de los primeros baluartes del lujo en la Historia, donde los falos para uso sexual eran fabricados de oro, plata o marfil tallado. De hecho, una de las máximas referencias respecto a este tema se encuentra en ‘Las mil y una noches’ donde también se puede leer que, en ocasiones, los juguetes sexuales estaban hechos con heces secas de camello recubierto por resina para lograr firmeza y suavidad. De la misma manera, en las culturas orientales también era común el uso de este tipo de objetos, y allá por el año 200 a.c en China ya se fabricaban diversos juguetes para el placer sexual, bien en bronce o bien en jade (el mismo material utilizado para fabricar amuletos y ornamentaciones), incluidas las bolas chinas, que datan de hace más de 2.500 años.
Sin embargo, la discriminación que supone que prácticamente la historia de los juguetes sexuales se reduzca a referencias fálicas tiene su origen en una de los mayores prejuicios que ha habido sobre el género femenino: la histeria. Aunque este concepto ya está actualizado, y se presenta como un cuadro clínico relacionado con el sistema nervioso y que afecta tanto a hombre como a mujeres, durante siglos sirvió como arma arrojadiza en contra de los deseos sexuales femeninos. Es más, ya en la Antigua Grecia era común la recomendación a mujeres de usar «consoladores» para prevenir la histeria.
Del consolador al vibrador
Se establece el año 1870 como el año del salto entre el consolador y el vibrador. La diferencia es clara, el primero tan solo era un objeto con una forma determinada, en este caso parecido a un pene, pero sin movimiento. Por el contrario, el vibrador ya contenía funciones electromecánicas que lograban una vibración. Si bien es cierto que fue el médico británico Joseph Mortimer Granville quien inventó el primer vibrador, la leyenda erótica indica que Cleopatra fue una mujer adelantada a su tiempo, pues se dice que rellenaba calabazas secas y huecas con un puñado de abejas para lograr la vibración del consolador.
La historia de Mortimer Granville es además anecdótica: el inglés inventó el vibrador, pero no para fines sexuales, sino para aliviar dolores musculares. Y de hecho así es cómo comenzó su comercialización, como un pequeño electrodoméstico para masajes que hasta llegó a los catálogos de las tiendas estadounidenses. Cuando la sociedad descubrió su fin oculto y que además era el tratamiento habitual para la histeria femenina, el vibrador pasó a ser considerado un juguete sexual y, por tanto, una amenaza para la integridad moral y religiosa. Para entonces ya habían pasado casi 100 años.
En el momento en que la histeria dejó de ser considerada una enfermedad relacionada con las mujeres por la Asociación Americana de Psiquiatría en 1952 y aumentó el uso frecuente de los vibradores en películas pornográficas, su popularidad volvió a crecer. Otro momento clave para esto fue la crisis del VIH vivida en la década de los 80. Entonces, el vibrador se coló en las listas de mejores prácticas sexuales más seguras y así comenzó a escalar puntos positivos hasta hoy en día.
Amantis, Platanomelón y el vibrador en el s. XXI
A día de hoy el uso del vibrador está más que aceptado. La revolución sexual en la que venimos inmersos desde hace años, sumado a la cantidad de movimientos sociales que nos han liberado de las correas del pasado, han impulsado toda una industria en torno a los juguetes sexuales. Además de vibradores o bolas chinas, también es posible conseguir cualquier otro tipo de juguete (ya sea para hombre o para mujeres) como los anillos vibradores para el pene, arneses, dildos… Y un sinfín de posibilidades.
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Una de las grandes bazas de estos objetos de carácter sexual es el avance de las tecnologías, ya que la gran mayoría de la oferta en el sector son juguetes con baterías recargables, y otros con pilas.
Sin embargo, el rey de los juguetes sexuales en estos últimos 4 años ha sido el satisfayer, un succionador de clítoris con distintas funcionalidades y modos que ha provocado un debate sano sobre la sexualidad y el placer individual. Aquí entra también el juego, otro aspecto relacionado con la sexualidad femenina. Y es que hasta hace bien poco, el clítoris era una parte más que desconocida para la gran mayoría de las mujeres que, por supuesto, también lo ignoraban como parte del placer.
De esta manera, el surgimiento de empresas y tiendas de juguetes sexuales ha sido toda una revolución. Nada queda de aquellos sex shop oscuros que provocaban rechazo. Ahora la sexualidad, el placer y el disfrute se presentan de una forma totalmente renovada para acercar al público de la manera más natural posible.