En la diversidad de preferencias a la hora de relacionarnos sexualmente, suelen radicalizarse las concepciones heterosexuales u homosexuales, mientras que la bisexualidad es relegada y mirada con desconfianza.
Muchas personas bisexuales han denunciado en redes sociales que se las discrimina por ser personas más inclinadas hacia un género, pero con curiosidad de experimentar con el otro, ¿nos pueden gustar de igual manera tanto hombres como mujeres?
Si esta pregunta es difícil de responder es porque nada puede encajar al cien por ciento en un casillero. Y si algo encaja por completo allí, es probable que sea porque el casillero estaba hecho a su medida.
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Cuando no conocemos o no sabemos algo con determinación puede asustarnos ¿Salir con una persona bisexual? ¿Y si entablamos una relación y luego se va con alguien de otro género? ¿Qué es la bisexualidad? Y es que quienes tienen muy determinado lo que les gusta – o eso piensan – aún hoy cuestionan la bisexualidad.
La gente te critica por ser bisexual porque envidia que tengas un porcentaje mucho más alto de conseguir una cita el sábado a la noche ❤️️
— Victoria Rudnick (@VickyRudnick) September 23, 2017
Pero ya el psicoanalista Sigmund Freud había teorizado en 1905 acerca de que todas las personas eran en sus inicios bisexuales y luego se inclinan, a lo largo de sus vidas, por una u otra preferencia sexual, o tal vez continuarán deseando a personas de ambos géneros.
Siguiendo esta línea, fue el biólogo estadounidense Alfred Charles Kinsey quien en 1948 decidió dar un paso más para conocer si la heterosexualidad era tan rígida y si existían distintos grados de heterosexualidad, bisexualidad u homosexualidad.
¿Qué es la Escala Kinsey?
También conocida como Escala de Calificación Heterosexual-Homosexual, se trata de un registro de siete puntos creado para representar los hallazgos de la investigación que el médico llevó adelante en el Instituto de Investigación Sexual – hoy conocido como Instituto Kinsey-, con el apoyo financiero de la Fundación Rockefeller.
¿Los resultados? Que la sexualidad humana no era tan extremista como se pensaba o como los sectores más conservadores buscaron sostener a lo largo de la historia.
De acuerdo con el informe publicado, la investigación del científico estadounidense descubrió que el 37% de los hombres había tenido una experiencia con el mismo sexo a los 45 años, mientras que el 13% de las mujeres había tenido un encuentro con el mismo sexo.
A partir de esto, concluyeron que «el comportamiento sexual, los pensamientos y los sentimientos hacia el mismo sexo o el sexo opuesto no siempre eran consistentes a lo largo del tiempo».
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De esta manera, la Escala Kinsey modificó la categorización tradicional de las orientaciones sexuales que se tenían hacía mediados del siglo XX heterosexual, bisexual y homosexual y en su lugar presentó un sistema de clasificación más amplio de siete puntos:
0 – Exclusivamente heterosexual
1 – Predominantemente heterosexual, sólo incidentalmente homosexual
2 – Predominantemente heterosexual, pero más que casualmente homosexual
3 – Igualmente heterosexual y homosexual
4 – Predominantemente homosexual, pero más que casualmente heterosexual
5 – Predominantemente homosexual, sólo incidentalmente heterosexual
6 – Exclusivamente homosexual
X – No hay contactos ni reacciones socio-sexuales
La investigación liderada por el Dr. Kinsey se centró en los comportamientos sexuales que tenían las personas entrevistada. Lo se les escapó a los científicos fue que el comportamiento sexual no es lo mismo que la atracción sexual.
Además, los sentimientos y comportamientos sexuales de una persona no reflejan necesariamente cómo la misma se identifica o si se encontraba reprimida por los contextos de la época.
¿Es una escala representativa?
Si la analizamos con los lentes del siglo XXI donde cada vez más identidades y preferencias sexuales son visibilizadas, puede observarse que en la escala de Kinsey, los asexuales se agruparían bajo la clasificación «de personas que no han tenido «ningún contacto sexual». Sin embargo, la asexualidad se define como la falta de atracción sexual hacia otras personas, y por ende esta escala pierde precisión.
Asimismo, la pansexualidad, definida como la atracción hacia las personas indistintamente de su género o la demisexualidad, en la que debe existir un vínculo emocional previo a pasar a las relaciones sexuales no están claramente representadas. Es que la escala combina la atracción sexual y la actividad sexual, pero deja de lado otras identidades y preferencias sexuales.
¿Un estudio avanzado a su época?
Más allá de esto, es necesario reflexionar sobre cómo hasta hace no mucho tiempo atrás, las personas del colectivo LGBTTIQ+ no contaban con los mismos derechos humanos y civiles que las personas hetero- cis.
Aun hoy no tienen su reconocimiento y respeto en distintos países del mundo. Por lo que un estudio de este tipo, que de alguna manera ponía en duda que la heterosexualidad era la norma y lo natural, se trataba de un trabajo de avanzada y que generó grandes controversias en el mundo científico.
Fuentes: