El 20 de enero inició la segunda temporada de El Palmeral en el Teatro de La Maldita Vanidad. Esta es la historia de dos hombres que se enamoran, durante el período de las guerras civiles del siglo XI en Al-Andalus, y por su amor son decapitados en un palmeral.
Esta obra parte de un texto escrito por el dramaturgo español Albert Tola para un proyecto llamado “Cicatrizar”. Se hizo una investigación para poder escoger un tema sobre la cicatrización de heridas que hayan dejado conflictos internos, sociales o políticos en diferentes comunidades.
A raíz de su búsqueda sobre los pueblos taifas y el 1100, Albert Tola viajó a Marruecos donde le contaron la historia de estos dos hombres que fueron decapitados.
La obra es parte de un género denominado narraturgia. Esta es una narración escénica con uno o diferentes puntos de vista de personajes que viven el mismo acontecimiento. En el caso de El Palmeral, Jorge Hugo Marín, director de la obra, decidió que fueran tres actores, Saeed Pezeshki, Ella Becerra y Santiago Lozano, les que interpretaran a seis personajes.
“Esta es una historia propia cargada desde la belleza y el protagonismo de la palabra que es muy importante y nos pone a nosotros como compañía en otro territorio. Decidimos probarnos en otras estéticas y otras maneras de entender la escena”, comenta el director.
Saeed Pezeshki, director, actor y dramaturgo, interpreta a los dos amantes: Abû Hassan y Tahir. “La relación entre ellos dos para mí fue como el punto de partida para construir los personajes. Partiendo mucho desde el amor porque, aunque aparece obviamente el erotismo, creo que es lo menos importante de la pieza. La belleza está puesta más en la necesidad que él tiene (Abû Hassan) de elegir y tener que ceñirse a una única posibilidad teniendo la oportunidad de poder amar más libremente”.
Ella Becerra, quien interpreta a Aisha y Leila, las esposas de Tahir y Abû Hassan, considera que, aunque son dos contrastes, ambas son personajes maravillosos. “Son dos puntos de vista femeninos muy bonitos. Por un lado está Aisha, la esposa de Tahir, una mujer de familia conservadora, que se ha ajustado al modelo que se espera de ella y esto la ha llevado a una incomprensión de algo más amplio”.
“Por otro lado, está uno de los ejemplos de libertad en el pasado y es el caso de Leila. Ella es magnífica porque logra salirse del papel de víctima porque su pareja tiene un enamoramiento homosexual. Es una mujer que comprende la situación y que ve la represión por encima de ese modelo”.
En cuanto a lo estético, es una obra de mucha sencillez desde el vestuario de los personajes hasta los elementos que se usan en escena. Esto, sin duda, puede llegar a ser un arma de doble filo. “La dificultad es el mismo grado de virtud que tiene la obra”, afirma Pezeshki. “En la medida que todos esos micro momentos de sencillez tienen limpieza y están en el orden y en la dirección que tienen que ir, es la medida en que la pieza toma la dirección que debería tomar”.
En esta obra, cada actor debió aprenderse dos monólogos, dos puntos de vista, de la historia. “Esto exige un ejercicio de memoria intenso. Un ejercicio que siempre tiene que estar acompañado por una película de imágenes que va pasando por tu cabeza que va concatenando el pensamiento”, afirma Becerra.
El Palmeral se montó en aproximadamente tres meses. En el 2020, inicialmente, para una versión digital. Un año después, tuvo su primera temporada en el Teatro de la Maldita Vanidad y después estuvo en el Festival de Cali. Ahora, tendrá su segunda temporada hasta el 13 de febrero en la Maldita Vanidad, se presentará en el Festival Iberoamericano de Teatro en Abril y en octubre estará en Cádiz, España.