El pasado 14 de octubre El Castillo de las Artes de Bogotá se vistió de fiesta: sus instalaciones fueron un espacio en el que artistas, colectivos y asistentes pudieron compartir productos y experiencias con el público.
Con un mensaje por la inclusión, la paz y el arte como vehículo de la memoria, la celebración (que no será la única de este tipo) permitió que las personas externas conocieran El Castillo, algunos de sus procesos y sus historias.
¿Qué es El Castillo de las Artes de Bogotá?
El Castillo de las Artes de Bogotá, ubicado en el barrio Santa Fe, es una iniciativa de resignificación de los espacios de la ciudad que se ha venido gestando desde hace varios años.
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Inicialmente fue conocido como uno de los centros de prostitución más grandes e importantes de la capital, pero a mediados de 2017 —cuando se descubrió que tenía vínculos con la mafia— fue expropiado y clausurado. Durante mucho tiempo estuvo cerrado, pero el distrito lo tomó como un lugar para las artes, por lo que se inauguró como El Castillo de las Artes.
En la actualidad en el establecimiento se pueden encontrar talleres y cursos, además de diferentes frentes de asistencia para poblaciones vulnerables: mujeres, que se dedican al trabajo sexual, personas de la comunidad LGBT, migrantes, etc. Por medio del arte se establecen procesos de construcción, sanación y empoderamiento de los diferentes grupos.
De acuerdo con la página oficial de la ciudad de Bogotá: A mediados del 2021, ‘El Castillo de las Artes’, ubicado en la calle 23 No. 14 -19, proyecta la apertura de una escuela de artes y oficios para la vida, un museo de la noche, una biblioteca, procesos de cartografía social, laboratorios de creación colectiva, diálogos de saberes, talleres de reactivación de las artes y un escenario de circulación permanente para las artes (cine foros, exposiciones, performance, intervenciones, conciertos, obras de teatro y danza).
Que esté ubicado en el barrio Santa Fe, zona comúnmente conocida por los prostíbulos y la inseguridad, ha sido una razón más que explica la pertinencia y la necesidad de un lugar como El Castillo de las Artes, pues se reconoce la pluralidad de experiencias que pueden enriquecer las artes y la cultura de Bogotá, amplificando voz a aquellas personas que por diversas razones no han podido expresarse.
Así pues, se puede encontrar un catálogo de talleres y cursos que —casi en su totalidad— son de libre acceso, algunos requieren inscripción, mientras que otros solo requieren movilizarse hasta las instalaciones.
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Ensálsate en El Castillo: La primera toma cultural
La primera (pero no última) toma cultural que se realizó en el castillo llevaba como nombre “Ensálsate en el castillo” y, aunque muchos de los asistentes iban a la expectativa de un espectáculo de salsa, se llevaron a cabo muchas sorpresas durante la velada, pues diversos colectivos y proyectos culturales y artísticos se reunieron para regalarle al público una tarde única.
Desde la apertura en el evento, que se realizó en la calle frente a las instalaciones del lugar, la colectiva musical Útero Goloso recibió a les invitades al son de tamboras, maracas y sus voces, permitiendo que desde el principio las personas que asistieron al evento se conectaran con ellas y con el castillo a través de la danza y la cercanía con el público.
De este primer momento es resaltable no solo la energía de la colectiva, sino que demostraron a quienes asistieron (y a quienes solo pasaban por ahí) que el espacio del Castillo de las Artes está abierto para todo el mundo sin distinción de ningún tipo.
Además, la colectiva fue un gran éxito demostrando sus ideales que apuntan a la justicia a la mujer y a la inclusión de la comunidad LGBT, con canciones como Maria Flores —que según explicaron es creación de una mujer trans— hicieron vibrar a los asistentes, mientras sus letras intentaban dejar mensajes reivindicativos en quienes escuchaban.
Una vez dentro de El Castillo de las Artes, la imponencia de la edificación recibió a todas las personas que iban llegando, mientras la anfitriona —que en esta oportunidad fue una mujer trans— animaba a involucrarse en las actividades y unirse con les demás. Evidentemente no perdió la oportunidad un rato después para deleitar al público con un lip sync de la canción de Aida Bossa La vida es de colores, usando un tradicional traje de cumbia colombiana.
Después, los asistentes recibieron la sorpresa de una pasarela de las aspirantes al certamen ‘Miss Venezuela Trans’, que se celebraría en Pasto, Nariño. Las participantes tuvieron la oportunidad de demostrar sus habilidades en la pasarela, así como su belleza, mientras que el público entre vítores y aplausos alentaban a las candidatas.
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Esto se estrecha mucho con una de las misionalidades de El Castillo de las Artes, pues, según el personal del establecimiento, una de las líneas de acción del lugar busca ayudar a mujeres (cisgénero y trans) que se han visto obligadas a migrar de sus ciudades y países.
Después de esto un primer exponente de salsa, el cantante Adam Salsa, quien es bastante conocido por cantar en el espacio público de Bogotá, se encargó de calentar motores para lo que estaba por venir y puso a bailar a los asistentes al ritmo de clásicos de este género de música como Juanito Alimaña.
A este le siguió el colectivo Asomadere, quienes trajeron al público no solo una pieza musical, sino una experiencia espiritual en la que compartieron con los asistentes los saberes ancestrales de su cultura, esto por medio de una breve charla sobre algunas plantas curativas y cómo usarlas apropiadamente. Después de la charla, performaron unos cantos que, según ellas mismas explicaron, tenían el fin de relajar al público y curar los males que les aquejaban.
Uno de los momentos más especiales de la noche fue la presentación del colectivo Faldas por Colombia, un colectivo de mujeres trans que le regalaron a la audiencia un poco del trabajo que han venido adelantando, en este ensamble el colectivo compartió un poco de cumbia con los asistentes y sus faldas, como el mismo nombre lo dice, fueron las protagonistas de una presentación que emocionó a muchos de los asistentes.
El cierre de la jornada estuvo a cargo del colectivo Son Callejero, quienes se encargaron de encender la fiesta y dejar a los asistentes emocionados con su energía. La descripción que se da de este colectivo en la página IDARTES (quienes organizaron el evento) es digna de ser leída: “Terquedad vestida de SALSA, perfumada de INDEPENDENCIA y peinada con AUTO-GESTIÓN”. Proyecto integrado por 4 niños mayores de 60 años de edad, que fueron glorias salseras del país y por consecuencia del abuso de SPA han caído en condiciones de habitabilidad en calle.
Hasta el momento no se han dado las fechas de cuándo será la próxima toma cultural en el castillo, pero es seguro que, al igual que la primera edición, incluirá muchas sorpresas para quienes asistan.