La construcción de la sexualidad es un aspecto fundamental en la vida de todas las personas, en particular la adolescencia se configura como una época fundamental en la empiezan las preguntas y donde no se sabe con exactitud a quién recurrir. Debido a esto muchos estudios han resaltado la necesidad de que los padres y las escuelas se preparen a las preguntas que puedan surgir con la finalidad de que sus hijos reciban una educación sexual integral.
¿Qué es la educación sexual integral?
La educación sexual es un proceso de enseñanza y aprendizaje en el que se abarcan la variedad de temas que comprenden la sexualidad de una persona, la anatomía básica de las partes sexuales, la prevención de las violencias, las creencias sobre el sexo, la orientación sexual, etc.
La necesidad de la educación sexual es gigante, pues esto puede propiciar espacios de auto reconocimiento de las infancias en los que puede hacerse frente a preguntas sobre el propio cuerpo y la forma en la que las dinámicas sexuales funcionan. Además, permite acabar con los tabúes que hay alrededor del sexo y desmitificar la experiencia sexual hablando de bases como el consentimiento y el placer.
Quizás te puede interesar: De la educación sexual a la educación con perspectiva de género
Además, esto puede propiciar espacios en los que las infancias despejen sus dudas sobre educación sexual y venzan los prejuicios sobre las diferentes orientaciones sexuales y las formas de enunciarse dentro de la sexualidad —o no hacerlo—.
De acuerdo con la Unesco, la educación sexual “dota a los niños y jóvenes de conocimientos basados en datos empíricos, habilidades, actitudes y valores que los empoderan para disfrutar de salud, bienestar y dignidad; entablar relaciones sociales y sexuales basadas en el respeto; analizar cómo sus decisiones afectan su propio bienestar y el de otras personas; y comprender cómo proteger sus derechos a lo largo de su vida y velar por ellos”.
Por otro lado, Patricia López Trabajo comenta que “se debería hablar de la importancia del autoconocimiento y la autoexploración de nuestro propio cuerpo: el sexo en el siglo XXI va más allá de las parejas. Por otro lado, no debe caer en el olvido que el sexo también implica respeto hacia los demás y hacia uno mismo”. Lo que es muy importante considerando que generalmente se piensa en el sexo en función de las parejas sexuales y se descuida el propio placer y la búsqueda propia.
Adolescencia y sexualidad
La adolescencia es un momento de la vida crucial en el desarrollo sexual de las personas, especialmente en la actualidad, en donde los estímulos sexuales abundan en el internet y los medios audiovisuales —-como series y películas—-. Esto ha llevado a que la necesidad de hablar de sexualidad en la adolescencia sea mayor.
De acuerdo con un estudio de la universidad de Carabobo, en Venezuela: “Hoy en día, los/las adolescentes tienen información variable, deformada e insuficiente sobre el sexo proveniente de diversas fuentes como lo es su grupo de pares (otros adolescentes) adultos significativos para ellos/ellas, y de la TV e Internet”.
Este mismo estudio resalta que esto no significa un incremento en el conocimiento de los jóvenes en medidas de prevención, sino que, al contrario, los casos de enfermedades de transmisión sexual y embarazos en adolescentes se han incrementado. Por lo mismo se resalta la necesidad de que desde casa se aborde la sexualidad, pues podrían ayudar a prevenir estos escenarios.
Ausencia de educación sexual
Hay tres tipos de riesgos a los que se pueden exponer los jóvenes de acuerdo con la Revista Médica de Chile: biológicos, sociales y psicológicos. Con el primero se hace referencia al riesgo que suele preocupar más a los sectores más conservadores de la sociedad: los embarazos y la posibilidad de contraer alguna enfermedad de transmisión sexual.
También leer: Educación sexual integral ¿Qué sabemos sobre la vulva?
Respecto a los riesgos psicológicos estos hacen referencia a la posibilidad de verse sometidos a la soledad de no entenderse dentro del espectro de la sexualidad —y todo lo que esto puede desencadenar—, esto también incluye las orientaciones sexuales y la diversidad de experiencias que se pueden encontrar en esto. La sensación de soledad de muchas personas de la comunidad parte de sentirse excluidos en sus propios senos familiares, lo que puede desencadenar una larga serie de consecuencias mentales y emocionales que afectan el desarrollo.
Finalmente, el riesgo social hace referencia, en primer lugar, a la posibilidad de no reconocer una experiencia de abuso por falta de información, así como el desconocimiento de cómo actuar en caso de verse atravesado por alguna experiencia de este tipo, lo que evidentemente también tiene repercusión en la salud sexual y psicológica de las personas.
De hecho se ha demostrado que ante la falta de educación sexual los jóvenes suelen acceder de forma más prematura a la pornografía, en donde creen encontrar las respuestas a sus inquietudes sobre sexualidad y toman los referentes que aparecen ahí para desarrollarse sexualmente. No obstante, esto no contempla la experiencia empírica y real del sexo, sino que es un producto que pretende vender unos imaginarios sexuales que los jóvenes toman por reales.
Adicionalmente, como han demostrado diversos estudios, el acceso temprano a la pornografía puede alterar las estructuras cerebrales y también la sensibilidad sexual de los jóvenes, por lo que puede afectar la experiencia sexual de forma definitiva.
El rol de los padres en la educación sexual
Los padres tienen un lugar fundamental en la formación de las infancias, el impacto que tiene es tan grande que marca la vida de las personas de forma definitiva. Por lo mismo es importante que estén preparados para tener estas conversaciones —que pueden ser consideradas incómodas—, de forma natural e integral.
Esto hace eco con lo planteado por el mismo artículo en el que la autora estipula: “El comportamiento sexual no es instintivo sino socializado; este es producto de un proceso de enseñanza y aprendizaje dentro de un marco evolutivo que a su vez tiene diferentes formas de expresión según la cultura y el momento histórico en que se produzca”. Lo que demuestra que el sexo sí es una construcción aprendida y, por ende, la experiencia de este puede ser tejida en conjunto por diferentes actores como los padres.
Es necesario confrontar esto con la forma en la que se ha abordado la educación sexual convencionalmente, puesto que un ángulo restrictivo y alarmista no solo aleja a los adolescentes de hablar con sus padres del sexo, sino que los obliga a recurrir a otras fuentes que pueden ser bastante menos confiables.
Al respecto, menciona el medio Ethic: “el mayor obstáculo con el que nos encontramos en la edad adulta para seguir escondiendo los temas relacionados con la sexualidad es que nuestra propia generación ha crecido rodeada de tabúes interiorizados”. Esto demuestra la forma en la que las creencias de las generaciones pasadas pueden afectar la forma en la que las nuevas generaciones de están relacionando con el sexo y la urgente necesidad de cambiar esto.
Puede interesarte: Es hora de hablar de la Educación Sexual en España
Por lo mismo es importante que los padres se despojen de todo tipo de tabúes, que frecuentemente empiezan en la religión o el sistema de valores, para entender que las preguntas que hacen sus hijos, por muy escandalosas que puedan resultarles, se originan en el desconocimiento y en la búsqueda por entenderse dentro de la sexualidad.
Claramente estas preguntas se expresan en un lugar de confianza, por lo que es muy normal que los jóvenes recurran a sus iguales para resolverlas, pero, entendiendo que son sus iguales y que por lo mismo su marco de conocimiento y experiencia es similar, esto puede ser bastante problemático a la hora de empezar una vida sexual.
El papel de la escuela en la educación sexual
Evidentemente la escuela también tiene competencia cuando se habla de educación sexual integral. En primer lugar, es importante reconocer la necesidad de que los padres y las escuelas se articulen con el fin de generar procesos de educación sexual que no choquen entre ellos sino que, por el contrario, sean complementarios.
Además, es necesario que las escuelas implementen espacios en los que los estudiantes se sientan cómodos para socializar sus preguntas sobre la sexualidad y no se les condene por tener una vida sexual activa, entendiendo que el desarrollo sexual se da de maneras diferenciadas y, por lo mismo, los procesos pueden estar en diferentes puntos.
De hecho, en muchos países alrededor del mundo se ha empezado a señalar la necesidad de implementar una asignatura sobre educación sexual, en la que el estudiantado pueda despejar sus dudas y reconocer la sexualidad desde diferentes ángulos. Esto contempla, entre otras cosas, plantear la relación entre sexualidad, sentimientos y emociones, en búsqueda de que los jóvenes sean más introspectivos y reconozcan la sexualidad como un aspecto de las relaciones (y no su finalidad).