El Día del trabajo en Estados Unidos se celebra el primer lunes de cada mes septiembre. Es una fecha que marca oficialmente el fin del verano. Podemos encontrar muchas celebraciones con parrilladas, pero también nos daremos de bruces con las imágenes clásicas de la compra de material escolar para la vuelta a las aulas. Sin embargo, es una celebración bastante diferente a las que acostumbramos a ver en este país.
Historia del Día del Trabajo
Los fundadores de la festividad allá por el siglo XIX habían pensado algo muy diferente para este día tan especial de lo que vemos hoy en día. El origen de esta fecha era buscar una forma de unir a los trabajadores y lograr reducir el tiempo de trabajo.
El primer Día del Trabajo tuvo lugar a finales de dicho siglo y fue impulsado por el los sindicatos de trabajadores. En aquella época, estas organizaciones solamente brindaban protección a un sector muy pequeño de empleados. Estos estaban precarizados y no era un tejido social precisamente fuerte.
Pero poco a poco, los activistas empezaron a organizar campañas en ciertos estados, hasta que fueron reconociendo el Día del Trabajo a nivel nacional. Oregón fue el primer estado en aprobar un proyecto de ley que reconocía el día en 1887. Aunque fue Nueva York el primer territorio en presentar dicho proyecto de ley.
Más tarde, los estados de Colorado, Massachusetts, Nueva Jersey y Nueva York también reconocieron la festividad. Connecticut, Nebraska y Pensilvania también adoptaron la fiesta nacional en 1890. Cuatro años después, 23 estados más siguieron su ejemplo, antes de que se aprobara la ley que convertía el primer lunes de cada septiembre en fiesta federal.
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Movimiento sindical
El auge de diferentes movimientos sociales y asociaciones era cada vez mayores en Estados Unidos a partir de la cohesión que se estaba dando dentro del movimiento sindical. El objetivo era unir fuerzas y englobar las acciones de los sindicatos más pequeños. De este modo, se lograría reunir a una masa crítica de gente que tuviera un cierto efecto y poder en la vida política nacional.
Los organizadores del primer Día del Trabajo estaban interesados en crear un evento que reuniera a diferentes tipos de trabajadores para conocerse y reconocer sus intereses comunes. Sin embargo, esta iniciativa tenía que hacer frente a un problema mayor. Y es que ningún gobierno o empresa reconocía el primer lunes de septiembre como festivo.
La solución temporal fue declarar un día de huelga, con el objetivo de que los trabajadores hicieran una marcha por las calles en forma de protesta. A continuación, se reunirían en una gran acampada para comer y beber en conjunto, en una especie de picnic colectivo.
Actualmente, cabe plantearse qué peso tienen los movimientos sindicales en EEUU. ¿Siguen siendo igual de fuertes que antes? ¿Cuáles son sus demandas? y ¿Tiene fuerza real a nivel local y estatal?
En Estados Unidos, tan solo el 11% de los trabajadores están sindicados. Una cifra muy por debajo de otros países como Islandia (92%), Reino Unido (23%), Suecia (66%). En España, la cifra es parecida en torno al 14%.
¿Por qué se inventó el Día del Trabajo?
Más allá de las celebraciones que tienen lugar en este día festivo, el objetivo principal de trabajadores y sindicatos era luchar por los derechos del trabajo. Las personas pasaban muchas horas trabajando y apenas podían combinarlas con el descanso o las tareas familiares.
En la década de 1830, los trabajadores de las fábricas trabajaban una media de 70 horas semanales. Sesenta años más tarde, en 1890, la jornada laboral disminuyó considerablemente, aunque la media de tiempo del trabajador industrial rondaba las 60 horas semanales.
Todo esto hizo que las personas se pusieran en marcha para demandar una jornada laboral más corta. Concretamente de ocho horas. También se empezó a luchar para que los trabajadores tuvieran días más libres. Y en reducir la semana laboral a solo seis días .
Estas primeras reivindicaciones llegaron a buen puerto, pues en poco tiempo se alcanzó uno de los modelos que más estandarizados se encuentran: 40 horas a la semana de lunes a viernes, dejando libres los fines de semana.
A principios del XX, a medida que la economía estadounidense empezaba a crecer más allá de la agricultura y la industria más básica, las empresas empezaban a buscar consumidores que tuvieran interés en adquirir servicios y productos en cantidades grandes. Hacer la semana más corta a nivel laboral fue una forma de convertir a la clase trabajadora en una clase consumidora.
Además, durante esta fecha señalada, también se reconoce todo lo que los trabajadores estadounidenses han aportado para lograr la libertad, la fortaleza y la prosperidad de Estados Unidos.
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Lucha y controversia
Es un error común pensar que como el Día del Trabajo es festivo en todo el país, todo el mundo tiene el día libre. Nada más lejos de la realidad. Este día empezó siendo una huelga. Además, la idea de un día no laborable era fácil de hacer y atractiva para los votantes.
El tema en torno al día del trabajo dio pie a muchas controversias en función a cómo deberían actuar los trabajadores. ¿Se tendría que hacer una huelga? o ¿Siguen las causas para salir a la calle y reclamar trabajos dignos?
Algunos miembros del mundo sindical apoyaron el 1 de mayo como Día Internacional del Trabajo. Espacio ideal para las reivindicaciones y protestas callejeras que muchas veces terminan en violencia. Pero en septiembre se optó por crear un ambiente distendido, de días de campo y picnic en lugar de protestas callejeras.
A día de hoy, pese a que el día del trabajo es festivo, lo cierto es que vivimos en una sociedad consumista y necesariamente el mundo debe continuar. Hay determinados servicios que no pueden parar. Del mismo modo, determinadas áreas comerciales como la hostelería o el turismo precisamente obtienen mayores ingresos a raíz de este tipo de iniciativas.
Actualmente, cada vez son más demandados empleos a pie de calle como repartidores a domicilio o servicios de mensajería. Todo para poder responder a las demandas de consumo cada vez más grandes.
Vivimos en un sistema complejo y estructurado. En EEUU concretamente, la tradición de trabajar de forma continuada y estable se ha mantenido a lo largo del año. Su sistema de ingresos y deudas desborda a muchas personas que dependen necesariamente de tener un trabajo para poder hacer frente a sus facturas. Por ejemplo, los pagos a la asistencia médica o el precio de las matrículas universitarias.
Cabría plantearse si en un país donde prácticamente todo está privatizado se pueden llegar a establecer nuevas prácticas y sistemas de cuidados para los trabajadores.
¿Se ha perdido el espíritu del Día del Trabajo?
Hoy en día, el Día del Trabajo ya no tiene que ver con sindicalistas que marchan gritando por la calle con pancartas reivindicativas. Al revés, se trata de un día con costumbres sociales asociadas, vinculadas al consumo.
La fecha original estaba destinada a lidiar con un problema de largas horas de trabajo y falta de tiempo libre. Aunque es necesario seguir generando debate en torno a estos temas, ya que este problema está comenzando a volver con fuerza, aunque adaptado a los tiempos actuales. No para los trabajadores de las fábricas del siglo XIX, sino para los administrativos altamente calificados, profesores, repartidores, estudiantes, etc.
Por otro lado, el teletrabajo ha generado nuevos perfiles laborales. Nos encontramos con personas que están hiperconectadas, y que dependen necesariamente de un ordenador y una pantalla para ejercer su trabajo.
Además, todo esto ha derivado en que se esté difundiendo la línea divisoria entre trabajo y descanso, por ejemplo. Si podemos dedicar más horas en casa al trabajo, ¿lo hacemos?, ¿Somos conscientes de nuestros tiempos de descanso? y ¿Sabemos separar tareas?
Asimismo, nos encontramos muchas veces con la dificultad de desconectar incluso de las llamadas de trabajo. Y no porque no queramos ejercer nuestro derecho al descanso. Al revés. Hemos creado un modelo de contacto inmediato que deriva de forma muy sutil e inconsciente en la necesidad de responder un correo o un mensaje de otra persona.
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La estructura social del mundo se ha convertido en una estructura por lo general muy similar a la estructura de una empresa. Esto se suma incluso a la difícil desconexión de las redes sociales incluso en vacaciones.
Si soy capaz de responder a un mensaje de Instagram, porque entro continuamente en la aplicación, también puedo responder un mensaje de mi jefe o de mi compañero de trabajo. Se pierde así el sentido de las vacaciones que precisamente demandaban los trabajadores y sindicalistas en las primeras manifestaciones.
Si trabajamos todo el tiempo y nunca tomamos vacaciones… ¿Nos podemos permitir tomarnos algunos días libres?, ¿Sabemos cómo delegar tareas? o ¿Cuántas horas le dedicamos al día a trabajar?
Quizás muchas veces esto pasa por aprender a apagar el teléfono y desconectar del mundo. Siendo consciente de que las redes sociales nos conectan a nuestra vida diaria. Siendo conscientes de que el derecho al descanso no lo podemos perder por el nuevo modo de vida de hiperconexión propio de nuestro siglo XXI..