Siempre he sido amante de los libros. Desde pequeña, cuando sentía que no encajaba en ningún grupo, me resguardaba en las historias que leía en las páginas de los libros. Sin embargo, aunque estoy segura que Harry Potter y todas las historias fantásticas que llegué a leer me salvaron en muchos momentos de tristeza, en ese momento —cuando tenía entre ocho y doce años— ningún libro me mostró historias diversas que me hicieran entender que lo que sentía estaba bien.
Constantemente me pregunto qué habría pasado si de chiquites nos hubieran leído historias donde les protagonistas no fueran siempre príncipes y princesas. Hace poco, de hecho, la actriz australiana Rebel Wilson salió del clóset publicando una foto con su novia donde escribió: “Pensé que estaba buscando un príncipe de Disney…pero quizás lo que realmente necesitaba todo este tiempo era una princesa de Disney”.
Las historias que leemos marcan nuestra vida
¿Cómo íbamos a saber que lo que realmente queríamos era una princesa si no teníamos historias que nos hablaran de eso? En muchas de mis conversaciones menciono una charla de TED, que me mostraron alguna vez en una clase de la universidad, porque siento que es poderosísima para explicar muchos de los vacíos que tenemos y las raíces de discriminación que cultivamos desde pequeñes.
Chimamanda Adichie es una escritora y feminista negra. Es la autora de libros como Todos deberíamos ser feministas, Querida Ijeawele: Cómo educar en el feminismo y El peligro de la historia única, tema del cual habla en la charla de TED que mencioné hace unas líneas.
Adichie comparte su historia como lectora y escritora temprana. A los siete años escribía historias en crayón y todas eran parecidas a los cuentos infantiles británicos y americanos que leía.
“Todos mis personajes eran blancos y de ojos azules. Jugaban en la nieve, comían manzanas y hablaban mucho del clima, qué lindo era que el sol hubiera salido. Esto a pesar del hecho de que vivía en Nigeria y nunca había salido de Nigeria. No teníamos nieve, comíamos mangos y nunca hablábamos del clima porque no era necesario”.
“Lo que esto demuestra, creo, es cuán vulnerables somos e influenciables somos ante una historia, especialmente en nuestra infancia”, afirma Adichie.
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Podría permanecer toda la nota escribiéndoles las frases más memorables de esta charla de TED que me marcaron cuando era estudiante y todavía hoy en día me revuelven el estómago ante la realidad de cómo llegamos a tener una incomprensión tan grave porque solo leímos una única historia pero eso le corresponde a Chimamanda Adichie porque nadie lo dice mejor que ella. Sin embargo, me sirve para darle pie a muchas de mis ideas.
Nuevas historias
El primer libro que leí sobre una historia de amor entre dos personas del mismo sexo fue cuando me fui a vivir a Seattle en el 2017. Tenía 18 años. Me acuerdo de estar en la biblioteca buscando algo que me motivara a leer en inglés y di con un libro que contaba la historia de unes amigues que iban juntes al Pride en San Francisco. Ese fue el primer libro que me leí completo en inglés y el primer libro que tuve donde existían personajes que se parecían a mí.
Para ese momento no asocié lo perjudicial que había sido el hecho de leer una y otra vez la misma historia, con los mismos personajes, con la misma historia de amor, con el mismo hilo cisheteropatriarcal. Por favor, no me malinterpreten, muchos de mis autores favoritos recurren a esta historia siempre y, justo ahora que escribo, entiendo una de las incomprensiones más grandes de la sociedad cuando las personas de la comunidad LGBT alzamos la voz para pedir que nuestras historias también sean contadas.
Nosotres no queremos que su historia desaparezca, lo que queremos es que deje de ser la única historia contada porque así como yo, existen miles de niños, niñas y niñes que buscan en las páginas de los libros resguardo e historias que les demuestren que sí existen diferentes realidades.
Las historias diversas no son tan visibles, pero existen
En este momento ya no me lamento por no haber podido leer cuentos de amor entre dos princesas. Ahora me pregunto cómo hacer para que les niñes de hoy en día sí puedan tener acceso a historias diversas en una sociedad que actualmente sigue luchando por mostrar una única historia.
Hace unos meses me topé por primera vez con un libro infantil que contaba la historia de un niño que tenía un papá que se vestía como mujer. A pesar de que en un punto del libro el papá cambia para encajar en los estándares de la sociedad y para que su hijo se sienta tranquilo, al final es el hijo él que impulsa al papá a volver a ser él mismo. “Para Patricio y para todas las personas que sólo buscan ser felices”, escribe Valeria Gallo en la dedicatoria de En sus zapatos.
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Desde hace mucho tiempo me desvió en las librerías a la sección infantil y leo título por título con la ilusión de encontrar historias que, con esperanza, ayuden a les niñes a entenderse a elles mismes. Quiero llenar mi biblioteca de todos los libros que no me leyeron de pequeña y que si soy mamá le leeré a mis hijes.
Como no había tenido suerte encontrando libros infantiles con temáticas de la comunidad LGBT, pensé que era muy probable que existiera muy pocos hasta que di con un reel de una pareja de influencers que recomendaban libros infantiles con temáticas LGBTIQ+ que debería leerle a sus hijes.
Acá algunos de los que mencionan:
Prince & Knight es la historia de un príncipe que se enamora de un caballero mientras trabajan juntos combatiendo a un dragón que amenaza el reino. Este es un libro para niñes escrito por Daniel Haack e ilustrado por Stevie Lewis.
Julián is a Mermaid está escrito por Jessica Love y cuenta la historia de un niño que se convierte en sirena y participa en un desfile de estas criaturas mitológicas en Coney Island.
La boda, otro libro de Jessica Love, cuenta la historia de un matrimonio con dos novias al que van Julián y su abuela.
Rey y Rey, de Linda de Haan y Stern Nijlad y escrito originalmente en neerlandés, cuenta la historia de un príncipe que debe buscar una esposa y, al final, solo se deja llevar por su corazón.
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En este momento de la actualidad, está en nuestras manos construir más de una historia. Estoy segura que un porcentaje de violencia, discriminación, depresión, entre otros, se reduciría si desde que estamos pequeñes nos enseñan que hay más de una o mil historias posibles e igual de válidas. Por esto, es casi que nuestra responsabilidad construir un mundo que le muestre sus colores a las personas que aún están en ese camino de autodescubrimiento.
En cuanto a nosotres, que ya estamos grandes y aprendimos por los lados, desde el miedo en muchos de los casos y desde la experiencia, recuerden: nunca es tarde para reconciliarnos y leerle a nuestro niñe interior.