A finales de agosto de este año, se publicó un artículo en “Noticias ONU, Mirada global historias humanas” sobre la situación actual de las personas LGBT en Estados Unidos y, por consiguiente, la resistencia queer en el país. El artículo afirmaba que, a pesar de que Estados Unidos lleva 50 años de avances, la igualdad sigue siendo una utopía para todas las personas que son afectadas diariamente por la violencia, los prejuicios y la discriminación debido a su identidad de género y orientación sexual.
En el 2019, BBC News Mundo publicó “El mapa que muestra los estados de EE.UU en los que te pueden despedir o echar de casa si eres gay”. En este artículo, donde se evidencia la discriminación y violencia que deben vivir las personas diversas en Estados Unidos, se especifica que, por un lado, en el 2019, nueve estados estados (Montana, Wyoming, Dakota del Sur, Oklahoma, Michigan, Misisipi, Alabama, Georgia y Carolina del Sur) no prohibían la discriminación contra la población LGBT en ninguna circustancia.
Por otro lado, en 19 estados (Idaho, Arizona, Alaska, Dakota del Norte, Nebraska, Kansas, Texas, Misuri, Arkansas, Luisiana, Indiana, Ohio, Pensilvania, Kentucky, Virginia Occidental, Virginia, Tennessee, Carolina del Norte y Florida) prohíben la violencia hacia las personas LGBT en casos excepcionales. Por último, en Wisconsin había leyes de discriminación que son límitadas y no incluyen a las personas transgénero.
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El arte como resistencia queer
En un país que está marcado por la violencia y la discriminacion, una de las formas que ha encontrado el colectivo LGBTIQA+ de contar su historia y reflexionar lo que significa tener una identidad de género y/o una orientación diversa dentro de esa sociedad y su cultura, ha sido el arte.
En el texto de Ana Sabrina Mora, “Arte, Resistencia y transformación social”, se desarrollan los temas tratados en la quinta edición del Encuentro Platense de Investigadores/as sobre Cuerpo en las Artes Escénicas y Performáticas (ECART). En esta ocasión, se habló de “las posibilidades del arte como vector de transformación social en la búsqueda de sociedades menos desiguales y de modo de vida más igualitarios”.
Sabrina Mora habla de cuatro puntos que me parecen importantes mencionar.
- El arte, al estar relacionado con otros aspectos y esferas sociales, puede transmitir elementos de las organizaciones sociales que solo “podrían haberse expresado de ese modo”.
- De manera contestataria y confrontativa, el arte se puede concebir como una potencia política que denuncia las condiciones de desigualdad y opresión.
- La potencia del arte como transformación social está en el hecho de cómo se realiza un trabajo sobre una situación o un entorno que vuelven más efectiva la comunicación de un problema y la transformación a nivel personal y en colectivo.
- El arte es un elemento político porque posibilita nuevas formas de sensibilidad y le da al espectador o espectadora la capacidad de probar e imaginar mundos diferentes al de elles mismes.
3 artistas que usaron sus obras como resistencia queer
En el 2016, bajo de premisa de: “muchos están reflexionando sobre lo que significa ser gay en los Estados Unidos”, la plataforma global en donde se celebra la moda, la cultura, la individualidad y la juventud, i-D – VICE, publicó un artículo mencionando exposiciones de arte queer en Nueva York para que las personas visitaran en ese momento.
Debido a que creo que el arte es una herramienta de transformación social y, sin duda, es parte de los avances para que la igualdad de la población LGBTIQA+ deje de ser una utopía, les invito a recorrer a algunes de estes artistas que son parte de la resistencia queer.
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Nació en Cuba en 1957, pero se radicó en Nueva York en 1979. Estudió en el programa de estudios independientes del Whitney Museum y en el International Center for Photography. Sus obras están moldeadas por las experiencias que tuvo en Nueva York siendo un hombre gay y con SIDA, enfermedad de la que murió en 1996.
La red cultural del Banco de la República en Colombia escribió sobre la obra de González-Torres que: “ha estado ligada a diversas reflexiones y posturas frente al orden político, social y económico, al igual que a la búsqueda constante de la reivindicación de los derechos humanos y principios como la igualdad”.
Si hablamos de su estética, el artista realizaba arte minimalista y arte conceptual, puesto que lo que más se destacaba en sus obras era la ausencia de detalles y la sencillez. Para el cubano era fundamental la relación entre el arte, el artista y el público. Por eso, sus obras no estarían completas sin la interpretación y la intervención del espectador.
El artista cubano le dedicó todas sus obras a su pareja, Ross Laycock. Cuando él murió, González-Torres materializó el dolor que sintió en su obra “Sin título» (Retrato de Ross en L.A)”, una montaña de caramelos que pesaba exactamente lo mismo que su pareja.
La obra no estaba completa sin la intervención de les espectadores que estaban invitados a comerse los caramelos “como una metáfora de la consunción” (así lo explica el artículo de la revista GQ) del cuerpo de Ross por el SIDA.
En septiembre de este año, el documental All the beauty and the bloodshed, en torno a la vida de Nan Goldin, ganó el León de Oro del Festival de Venecia. Este documental cuenta la historia de adicción de la artista, fotógrafa y activista neoyorquina con el OxyContin, una droga tres veces más fuerte que la morfina.
La epidemia de esta droga, que mata a más de 200 personas al día, tiene claros culpables: la familia Sackler, dueña de la farmacéutica que empezó a producir el OxyContin. Debido a que ganan millones gracias a esto, la familia dona dinero a instituciones artísticas en todo el mundo y su apellido está en varias galerías.
Esta es una historia relevante porque, después de su desintoxicación, Goldin empieza su “cruzada contra los empresarios farmacéuticos” (como lo nombra elDiario.es en un artículo sobre la artista).
Precisamente, fue gracias a ella que el Museo Metropolitano de Arte (MET) en Nueva York retiró el apellido “Sackler” de una de sus salas. Un logro que la artista alcanzó mediante performances y acciones en los museos, acompañada de las víctimas de esta familia, en las que arrojaban folletos donde se leía: “los Sackler mienten, la gente muere”.
Nan Goldin no solo habló y usó su arte como forma de resistencia por las víctimas del OxyContin, sino también por las personas y el movimiento queer, como las drag queen y las mujeres trans. Asimismo, en su exhibición de diapositivas “La balada de la dependencia sexual”, Goldin habla por las personas de la comunidad afectadas por el SIDA, un tema que ha retratado en muchas ocasiones.
Esta representante de la resistencia queer, ligó su arte a lo político y lo que buscó a través de este fue, según una cita en elDiario.es: “Lograr que las personas que sufren estos problemas logren hablarlos y que se las escuche. Aún hay 10 millones de personas en el mundo con sida. El estigma y la fobia contra el sida mató a mucha gente, a mi comunidad. No voy a permitir a otra comunidad morir”.
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Es un escritor y crítico teatral neoyorquino. Es parte de esta lista, inicialmente, por su exposición James Baldwin/Jim Brown and the children que une escritos, fotografías y videos que hablan del género, la raza, la sexualidad y el SIDA. Sin embargo, al adentrarse en la vida de Hilton Als entendemos que es evidente que su arte es, de manera personal, resistencia queer.
Desde pequeño, según un artículo de The Guardian, Als era catalogado como “demasiado grande”, “demasiado gay”, “demasiado negro” y “demasiado sensible”. De hecho, por culpa de estos sentimientos que lo hacían sentir fuera de lugar, el escritor pensaba que el sentimiento de alienación solo lo tenía él, pero se dió cuenta que, en realidad, era “un síntoma del mundo moderno”.
Su primer libro, The Women, lo escribió en 1996. En este, reflexiona sobre su origen, su género y su sexualidad. En 2013, Hilton Als publicó su segundo libro White Girls en donde continuó explorando los mismos temas, a través de ensayos que podían variar entre temas como la epidemia del SIDA o la vida del comediante y actor Richar Pryor.
En el artículo de The Guardian sobre Hilton Als hay una cita del autor que vale la pena resaltar: “Hay muchas cosas de una persona que me gustan tener en cuenta: cuando es social, pero también emocional y al mismo tiempo es circunstancia. Creo que ese es el tipo de escritura que me interesa. ¿Cómo hemos acabado aquí? ¿Cómo nos convertimos en estas personas?”.