Recientes estudios en México han demostrado que la soledad en adultos mayores se ha convertido en un problema de salud pública para el país, la diversidad de situaciones a las que se pueden ver expuestos y el decrecimiento neuronal expone a adultos mayores en mayor medida.
De acuerdo con un informe presentado por Voz Pro Salud Mental CDMX, la soledad en adultos mayores de 65 años se ha convertido en motivo de preocupación por la cantidad de personas mayores que viven solas y no tienen a nadie que apoye sus procesos de autocuidado.
¿Por qué la soledad influye en la salud de los adultos mayores?
La soledad no solo se relaciona con una mayor probabilidad de depresión, ansiedad y, en consecuencia, suicidio. La falta de acompañamiento y estimulación social e intelectual también llevan a los adultos una mayor probabilidad de muerte prematura.
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Según la Red Voz Pro Salud Mental CDMX, Se estima que el riesgo de mortalidad aumenta un 26% en personas que se sienten solas, un 29% en las que experimentan aislamiento social y un 32% en las que viven en soledad.
Esto es preocupante pues, aunque la ciencia ha avanzado en materia de salud y esto ha favorecido los índices de mortalidad y la calidad de vida, la soledad y la falta de atención médica en México no permite que ellos puedan acceder a estos beneficios pues todo lo que conlleva la vejez los lleva a situaciones de vulnerabilidad.
Esto es fundamental teniendo en cuenta que la pandemia del covid-19 forzó a las personas mayores a recluirse en sus casas y, en los casos de aquellos que viven solos, sus interacciones sociales se vieron radicalmente obstruidas profundizando la sensación de soledad y marginalidad en adultos mayores.
Es cierto que la pandemia intensificó la sensación de soledad de todo el mundo, pero los adultos mayores fueron particularmente afectados por la relación entre mortalidad del covid-19 y la edad.
La soledad en adultos mayores LGBT en México
De acuerdo a la fundación Vida Alegre: el 3.4 por ciento de los adultos en México se identifican como LGBT, aproximadamente 9 millones de personas, de las cuales según el INEGI 1 millón son adultos mayores, y 433,000 de ellos se encuentran en situación de pobreza multidimensional
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Por lo que resulta esclarecedor recatar un estudio realizado en Estados Unidos en el que se encontró que la comunidad LGBTIQ+ tiene más probabilidades de experimentar este sentimiento en la vejez que las personas heterosexuales debido a los estigmas de la sociedad, la discriminación y los prejuicios de la época en la que nacieron.
Si bien esto también los ha llevado a forjar redes y lazos por fuera de los tradicionales, la sensación de soledad suele ser mucho más fuerte dentro de la comunidad lo que, teniendo en cuenta lo mencionado, puede ser un factor determinante dentro de su salud y la muerte prematura de las personas de la comunidad.
Las complicaciones de salud que llegan con la edad, sumado a los prejuicios sobre la sexualidad (y, es importante resaltarlo, la sexualidad en la tercera edad) ha resultado en lo que algunos han decidido denominar una “vuelta al closet” que obliga a adultos mayores a recluirse de nuevo en una vida en la que no sienten permanecer.
Refugios y complicidades para la vejez LGBT
Poniendo en consideración lo anteriormente expuesto, es importante resaltar la gestión de personas como Samantha Flores, una mujer trans de la tercera edad que fundó un centro para mayores LGBTIQ llamado “Vida Alegre” para, en sus palabras: “luchar contra la soledad”
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Iniciativas como esta son de vital importancia porque permiten a estas personas establecer vínculos de cuidado con personas que se encuentran en situaciones similares; además de abrir la oportunidad para que sigan aprendiendo y estimulando sus cerebros a partir de talleres y actividades que son propuestas en este espacio.
El refugio de Flores no es exclusivo para personas de la comunidad LGBTIQ+, también personas heterosexuales acuden en búsqueda de compañía, lo que ha ayudado a derribar barreras que, debido a la época en la que crecieron, muchas de estas personas tenían.
Debido a la pandemia el refugio se vio obligado a cerrar sus puertas, aunque su fundadora ha manifestado en varias ocasiones su interés por abrirlo de nuevo pues considera esto una labor fundamental para ayudar a que las personas tengan dignidad en la vejez y que no sean relegadas dentro de las estructuras sociales.