Más allá de que podamos remontarnos a Safo para hablar del origen de la literatura queer es innegable que Orlando es una piedra fundamental y fundacional en el género y por eso la elegí para inaugurar nuestra biblioteca.
A diferencia de otras novelas de Woolf, Orlando (1928) se lee “rápido”. Tiene un tono cómico y se dice que es también la precursora del realismo mágico. Y si, tiene lógica. De qué manera, si no es valiéndose de una suerte de ciencia ficción, podría haber manifestado una mujer a principios del siglo 20 que los roles de varón o mujer son algo absurdo y que las diferencias que puedan tener entre ellos no afectan a la esencia de las personas.
Orlando es un aristócrata con aspiraciones de escritor que vive más de 300 años y no aparenta más de 36. En un momento de la historia y por arte de magia se transforma en mujer. Viaja por el mundo, se enamora y cuando vuelve a su hogar le niegan su herencia, pues las mujeres no heredan.
Para escribir Orlando, Virginia Woolf se inspiró en la biografía de Vita Sackville-West, su gran amor a quien también le dedicó la novela.
Orlando es también una escritura feminista. Es la forma y la respuesta que encontró Woolf al cuestionamiento de las “diferencias” entre hombres y mujeres.
Bueno, y basta por hoy que la idea no es spoilear, sino tentarles a entrar al universo queer de la literatura. Por supuesto que hay una película actuada por Tilda Swinton (mejor casteada, imposible), pero no sean vagues que no hay mejor casting que la imaginación.