En 1995 se estrenó un documental estadounidense titulado The Celluloid Closet, dirigido por el cineasta, guionista y escritor Rob Epstein y producido por Jeffrey Friendman. En este se analizaba, a través de varias voces pertenecientes al mundo del cine, la presencia de la homosexualidad en las películas de Hollywood y cómo, poco a poco, fue abriendo paso a lo que en esa actualidad (1995) se veía y se contaba en la pantalla grande sobre los hombres gays y las mujeres lesbianas.
La influencia del cine en el desarrollo de las personas homosexuales fue gigante. Fueron las películas las que le enseñaron a muchos y muchas qué era ser hombre y qué significaba ser mujer. Asimismo y peligrosamente, Hollywood le dijo a la gente heterosexual qué pensar de los homosexuales y a les homosexuales qué pensar de elles mismes.
Aun así era muy escasa la presencia de personajes gays y lesbianas en la pantalla grande y sus apariciones, las pocas que había, eran en modo de burla. La comedia siempre acogió bien los estereotipos y los patrones de comportamiento que reflejaban lo que era, supuestamente, ser gay. Entonces, los modelos a seguir en pantalla para los homosexuales eran objeto de burla y no objeto de realidad.
Sin embargo, había ciertos factores en las historias que hacían que la audiencia se cuestionara sobre los comportamientos y roles que anteriormente se habían establecido. En una escena de la película Morocco (1930), por ejemplo, la actriz Marlene Dietrich canta frente a una audiencia usando un esmoquin negro.
La escritora Susie Bright aseguró que fue impactante ver cómo, además de que la actriz lucía un atuendo que “era para hombres”, utilizaba la misma actitud seductora y entradora con toda la audiencia mientras cantaba.
“If you are a gay audience and you are accustomed to crumbs, how you will watch an entire movie, just to see somebody wear an outfit that you think means that they are homosexual”.
Susie Bright
El primer personaje gay apareció en 1934 en The Gay Divorcee. Nunca se mencionó realmente su orientación sexual, pero todes lo asumían. Una de las voces en el documental, la del escritor Harvey Fierstein, afirmó que a pesar del costo del silencio, empezaba al menos a haber visibilidad en las películas de Hollywood.
Para estos años, la iglesia católica y los protestantes ya empezaban a tener impacto en las historias que, de cualquier forma, se contaban en sociedad. Además, a principios de los 30 ‘s, se había firmado el Código Hays, documento que determinaba qué podía salir en las producciones cinematográficas, basándose en una serie de reglas restrictivas.
El código no borró explícitamente a los homosexuales, aunque sí permitió que muchos directores, productores o personas con influencia cambiarán los guiones originales para que los personajes diversos fueran más difíciles de encontrar.
Para finales de los años 30’s e inicios de los 40's, la situación tomó otro giro: el personaje homosexual siempre era el villano. Era el personaje que tuviera comportamientos “raros” y contrarios a lo que estaba bien visto en la sociedad. Personajes que al final de la película siempre tenían su “merecido”.
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Podemos ver esto, por ejemplo, en películas como Dracula ‘s Daughter (1936), Rebeccca (1940), Rope (1948) y Strangers on a train (1951), estas dos últimas dirigidas por Alfred Hitchcok.
“There’s supposed to be a social message to all this. Isn’t it terrible to go to prison? Isn't it terrible to lose your femininity? Isn’t it terrible for a woman to go nerd?”
Susie Bright
En los años 50’s, la homofobia empieza a tomar más forma y la masculinidad empieza a ponerse en juego: para un hombre verse gay (ser afeminado) era igual de malo a serlo. Por ende, empiezan a ver películas donde se buscaba curar la homosexualidad como Tea and Sympathy (1956).
Con los años, esto llevó a que el cine produjera películas donde los homosexuales estaban desesperados con su orientación sexual y todes morían al final. El mensaje que Hollywood le estaba dando a su audiencia gay era que nunca podrían vivir una vida “normal”.
“I felt that something dreadful was going to happen to me. Something that I would not be able to turn back, once I would actually had sex with another man. And that the end of that road would be suicide”.
Harry Hamlin
El primer grito de esperanza se estrenó en 1970. The Boys in The Band, dirigida por William Friedkin, fue la primera película que contaba la historia de varios hombres y no tenía un desarrollo trágico. A los dos años, Cabaret (1972) celebraba en los teatros la homosexualidad.
En 1982, Twentieth Century-Fox estrenó Making Love. El estudio tuvo que poner una advertencia al principio donde aseguraba que “estaban orgullosos de presentar una de las películas más honestas y controversiales que hubieran estrenado”. Era la historia de una mujer que se daba cuenta de que su esposo estaba experimentando una crisis sobre su orientación sexual.
Making Love ocasionó mucha incomodidad en la audiencia. A medida que avanzaba la película, las personas sentían pánico por ver a dos hombres besándose.
Harry Hamlin, uno de los dos actores principales de la película, comenta en el documental: “If I see a guy who’s playing a gay role I will question it and I will say: wow, is he gay? But then I will stop myself and say: hey, that’s really ridiculos, you have been there, you have done that. You know, the question is, why do we care?”
Una de las cosas más valiosas de The Celluloid Closet es que los directores, productores, escritores y actores que participan en el documental no solo tienen un conocimiento cinematográfico de cómo fue la evolución de los personajes homosexuales en las películas de Hollywood, sino que también crecieron del otro lado de la pantalla con miedo y esperanza de que sus historias se vieran representadas.
“Every movie I saw was heterosexual and I had to do this translation. I had to translate it to my life, rather than seeing my life”.
Harvey Fierstein