En every LGBT ya ha abordado extensamente la educación inclusiva, herramientas, ejemplos, etc., pero ¿qué es la educación inclusiva? ¿Cuáles son sus bases? ¿A qué objetivos apunta este tipo de enfoques? Responder estas preguntas es necesario para comprender mejor el porqué de su necesidad, especialmente a la luz del mundo actual.
La escuela tradicional: la enseñanza del terror
Durante años la escuela tradicional fue el modelo educativo dominante en occidente, pero este es bastante limitado puesto que su enfoque se basa en enseñar los conocimientos de forma unificada a cada estudiante, sin tener en cuenta sus contextos personales o sociales. Además es profundamente intolerante y excluyente, dejando por fuera a las personas neurodivergentes, a las personas con dificultades de aprendizajes y a quienes desde la infancia se reconocen en la comunidad LGBT.
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Esto responde a que, al ser una formación unificada, quienes se salen del molde del perfil del estudiante —que es, en realidad, cualquier niño— está sujeto a ser víctima del sistema punitivo que acompaña a la escuela tradicional. Es decir: ser diferente es razón suficiente para ser castigado. La escuela tradicional no contempla la diferencia como potencia y como medio para estimular a los niños, sino como una rebeldía que debe ser erradicada; especialmente porque así es más fácil de controlar.
No en vano, el bullying o acoso escolar estaba tan normalizado, los estudiantes se sentían en la libertad —y un poco en la obligación— de replicar la marginalización y maltrato a la diferencia que veían en los profesores y cuidadores, esto les liberaba de ser el centro de estas. Esto se soporta en la relación de poder que la escuela tradicional establece entre profesores y estudiantes, en donde los primeros están por encima de los estudiantes.
Esto permite un ambiente educativo violento en el que se argumenta que “los niños son niños” y por ende no se les responsabiliza de sus acciones incluso cuando estas puedan llegar a ser desmedidas. En consecuencia, estas posiciones violentas y capacitistas son el común denominador de los procesos de formación de las personas que las replican al salir del colegio y terminan formando una realidad para las personas marginadas.
¿Qué es la educación inclusiva?
En contraposición a esto es que nace la educación inclusiva, es importante mencionar que la educación inclusiva no es “un tipo” de educación porque no apunta a un público específico, sino que pretende reconocer las singularidades de quienes conforman el proceso educativo —tanto estudiantes como profesores y administrativos— para dar una cabida a aquellos que tienen capacidades o necesidades especiales por diferentes motivos.
La educación inclusiva no tiene como centro, en realidad, a las personas diferentes del aula; lo que se contempla es establecer un modelo de aula que todas las personas puedan habitar de forma que se cubran sus necesidades educativas y, simultáneamente, haya un espacio libre de discriminación para lograr procesos de aprendizaje exitosos y sanos.
De acuerdo con la UNESCO: “La educación inclusiva se esfuerza en identificar y eliminar todas las barreras que impiden acceder a la educación y trabaja en todos los ámbitos, desde el plan de estudio hasta la pedagogía y la enseñanza.”. Es decir, esto se para en el plano de la pedagogía, que es la reflexión sobre la educación, para encontrar las formas de hacer que la educación sea accesible para todes.
Internacionalmente esto se persigue con el fin de conseguir el 4 objetivo de desarrollo sostenible, que busca erradicar todo tipo de dificultades para acceder a la educación. Esto contempla que, de acuerdo con la UNESCO: “una cuarta parte de la población mundial de niños de 5 a 6 años de edad, es decir, 33 millones de menores siguen sin recibir educación preescolar”, por lo que se entiende que las dificultades de ciertos grupos (culturales, neurodivergentes y LGBT, especialmente) para acceder a la educación son mayores debido a sus condiciones.
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Aunque, en realidad, los resultados de la educación inclusiva no se reflejan únicamente en las poblaciones marginadas en el colegio; esta también permite que quienes no forman parte de grupos relegados puedan entender el mundo en su diversidad y, de esta forma, sean más respetuosos de la diferencia. Esto no es un tema menor, pues el colegio es el primer espacio de contacto social de muchas infancias, así que entender desde ahí el respeto por la diferencia va a hacer del mundo un lugar más abierto para todes.
Además, de acuerdo con un estudio realizado por la UNESCO en 2021, esto tiene efectos positivos en la formación de los estudiantes, que ven mejoradas sus aptitudes para regular sus emociones y sus pensamientos en el proceso de aprendizaje, así como se ve una mejora en la empatía lo que lleva a facilitar la inclusión y, en el proceso, la cooperación y la construcción de conocimiento conjunto.
Esto es supremamente significativo para las personas marginadas dentro de la escuela tradicional, pues les quita de encima el peso de la culpa que es bastante común al salirse de la convención neurotípica heterosexual cis género, lo que persigue el objetivo de disminuir los índices de deserción escolar, así como los problemas de autoestima.
Evidentemente los y las docentes no quedan relegados en estos modelos de enseñanza, pues, de acuerdo con el estudio realizado por la UNESCO: “Otro hallazgo fundamental es cuán crucial es que los alumnos perciban un interés genuino de los docentes en apoyarlos”. Pues esto resulta en la mejora de las aptitudes anteriormente mencionadas.
Además, esto demuestra la necesidad de que los docentes se involucren activamente en el proceso de las infancias, pero no desde una posición de poder; las educaciones horizontales han demostrado ser más efectivas en el aula de clase. Esto contempla el hecho de que no solo las infancias están en procesos de aprendizaje, sino que también los profesores aprenden de sus estudiantes.
Educaciones sexuales y de género
La comunidad LGBT es uno de los sectores más afectados positivamente por las propuestas de la educación inclusiva, esto se sustenta en que, de acuerdo con Newsweek en Español: “en Chile cuatro de cada cinco estudiantes LGBTI no se sienten seguros, mientras que en México, el 75% experimentó acoso verbal e insultos y el 66% sufrió acoso escolar.
En Colombia, un 15% de los estudiantes LGBTI sufrió violencia por su orientación sexual y en Perú un 17% fue objeto de agresiones físicas” , lo que demuestra la imperiosa necesidad de una educación que contemple a estas personas y el respeto por sus derechos.
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Esto es problemático para los sectores más conservadores de la sociedad pues consideran que educar es igual que promover las identidades LGBT, pero esto no solo es falso, sino que también es ilógico. Por ende, algunos de estos sectores se han dedicado a exaltar la educación inclusiva que está dirigida a personas con condiciones especiales, mientras rechazan la que busca mejorar las condiciones de la comunidad LGBT en el salón de clase.
Esto no contempla que las diversidades sexuales y de género son también vulneradas en el salón de clase y, además, un detalle que no es menor: una persona puede tener necesidades especiales y al mismo tiempo ser parte de las disidencias sexo-genéricas; lo que es bastante reduccionista de estas comunidades.
Este ha sido un tema que, hasta el momento, ha sido profundamente invisibilizado por todos, lo que es muy problemático porque las personas queer y neurodivergentes necesitan de la educación inclusiva en doble vía, así como de acompañamiento en sus procesos de autorreconocimiento. Mientras los colegios no sean lugares que abracen la diversidad, estas personas seguirán siendo identificadas bajo la lupa de la condescendencia y la infantilización.
La educación inclusiva y la cultura pop
Los años recientes han sido pioneros en materia de representación LGBT: el cine y la televisión, la música, las redes sociales, entre otros., han puesto en el frente a la comunidad diversa, lo que ha generado que muchas más personas en el mundo se hagan preguntas y se sientan reflejados en estos personajes.
Esto, en realidad, es un aspecto positivo pues saca del anonimato y la clandestinidad a la comunidad y esto permite normalizar, lo que hará que las nuevas generaciones crezcan con los referentes que las generaciones anteriores no tuvieron. No obstante, estos referentes se quedarán cortos si no se hace un trabajo reflexivo sobre ellos.
Como ya se ha mencionado en muchísimos espacios en los últimos años: la educación sexual y de género no se trata de “implantar” en la cabeza de las infancias que sean algo que no sienten, sino más bien promover respeto por la diferencia y la normalización de esta para encontrar en el aula un ambiente seguro.