Aunque durante mucho tiempo no fue tomado en cuenta, el consentimiento es un elemento fundamental de cualquier acto sexual. Recientemente ha estado en el centro de la educación sexual pues se ha problematizado la forma en la que, especialmente los hombres, han ejercido el acto sexual ignorando el consentimiento como mínima de respeto.
La violencia sexual y el consentimiento
El consentimiento es, por contradictorio que parezca, algo bastante simple: es el acto de una persona en el que acepta ejecutar un acto sexual. Puede ser contradictorio porque a lo largo de la historia del mundo el consentimiento ha sido una figura fantasmagórica que, especialmente las personas socializadas como hombres, han decidido ignorar en pro de su propio placer y reafirmación.
Esto ha hecho que el consentimiento se vea, especialmente para ciertos actores, como algo muy confuso. Aunque es necesario resaltar que no es su culpa completamente, la misma cultura ha convertido el consentimiento en algo bastante relativo, se puede resaltar, por ejemplo, la canción ‘Dime que no’ de Ricardo Arjona, en la que él muestra como una invitación a insistir y no como una negativa tajante a una propuesta.
Quizás te puede interesar: Stealthing, el abuso sexual al quitarse el preservativo sin consentimiento
Lo siguiente es claro: cualquier acto sexual que no contemple el consentimiento es violencia, sin importar las intenciones que tenga la persona o los factores que hayan de por medio. Esto se hace mucho más importante de considerar cuando se piensa en la cantidad de personas —especialmente mujeres— que son asaltadas sexualmente en medio de estados alterados de conciencia (ebrias, drogadas, entre otros).
Por esto es importante considerar que no se puede dar consentimiento si no se está 100% consciente, por ende, el ‘sí’ de una persona ebria o drogada debe tomarse con pinzas.
Así mismo, las infancias no pueden dar su consentimiento sexual, en primer lugar, porque en muchos casos no se entiende la sexualidad a esa edad y, segundo, porque el consentimiento se puede ver mediado por muchos otros factores en los que las relaciones de poder propias de la diferencia de edad salen a relucir.
El consentimiento parte de la premisa de que ambas personas están en igualdad de condiciones y, como resultado, pueden aceptar o negar la propuesta sexual.
¿Qué es el consentimiento?
Entonces ¿Qué es el consentimiento?, las últimas décadas han sido fundamentales para problematizar la forma en la que nos relacionamos sexualmente con los demás. Esto da cuenta del diagnóstico en el que se identificó la violencia y las agresiones sexuales como un común denominador —esto se debe agradecer a los movimientos feministas—, y el horizonte de no repetición que se desea desde muchos sectores.
En esta problematización se encontró que el consentimiento no es algo de lo que se hable a las infancias —y a las personas en general—, por lo que no se toma como algo fundamental dentro del acto sexual. En consecuencia, muchas personas han sido víctimas de alguna forma de violencia sexual sin saberlo pues, al no reconocer el consentimiento, no son conscientes de que sus derechos fueron vulnerados en el ámbito sexual.
Por muy descabellado que parezca hay muchas personas que no entienden que el consentimiento no es un detalle implícito dentro de la interacción sexual, esto lleva a que se creen líneas difusas que permitan que agresores no sean castigados por sus delitos.
‘Sí’ y solo esa afirmación explícita es válida para proceder sexualmente con una persona, no se puede tomar un gesto, una insinuación o un vínculo como garantía de que se debe seguir adelante con el acto sexual.
También leer: Barreras de acceso en la educación sexual en los Estados Unidos
Esto se comenta porque es muy común ver personas que creen que sus parejas sentimentales les deben sexo por estar en una relación; esto no solo es errado, también es muy peligroso porque condiciona y obliga a las personas a mantener relaciones sexuales incluso cuando no quieren.
Además, una persona puede retirar el consentimiento cuando quiera hacerlo, que haya aceptado establecer contacto sexual no implica que esta autorización sea permanente e inamovible, cualquiera se puede arrepentir en el momento que quiera y la otra persona solo puede aceptarlo. Por lo que podría surgir la pregunta de ¿tengo que pedir consentimiento siempre que quiera tener sexo con mi pareja? La respuesta es simple: Sí.
Al respecto, es importante señalar que no hay “medios” para conseguir el consentimiento de una persona: si una persona manifiesta desde algún punto su falta de voluntad para establecer algún tipo de contacto sexual con alguien más, todo lo que pase después de eso es violento. Por ende, cualquier tipo de condicionamiento, chantaje o manipulación que se use para llegar al sexo es una forma de violencia.
Por esto mismo diversos estudios han demostrado que el consentimiento en si mismo no es suficiente para evitar una agresión sexual, pues este también puede ser condicionado por factores externos que hagan que la persona que da el consentimiento se vea obligada a aceptar. Por tanto, es importante entender el consentimiento como una figura que aún debe ser sujeto de estudio, especialmente en una época en la que la sexualidad se habita de forma tan abierta en gran parte del mundo.
Piropos y otras formas de violencia
Hablando sobre consentimiento y su relación con la palabra, no se puede ignorar uno de los fenómenos que ha sido más problematizado en los últimos años alrededor del mundo: el piropo. Aunque para muchas personas esto sea visto como una muestra de caballerosidad y afirmación de la belleza, en realidad es un instrumento de violencia que se ha normalizado hasta el punto en el que quienes los dedican se sienten insultados cuando el o la receptora no lo toma bien.
Al hablar del consentimiento es necesario entender que los piropos —especialmente aquellos que vienen de desconocidos en la calle— violan completamente los códigos del consentimiento, pero es muy confuso que uno de los reparos que ponen quienes suelen vociferar piropos es “si fuera otra persona más atractiva lo recibirían bien”, ese es precisamente el punto del consentimiento: recibir lo que uno acepta de las personas que uno acepta.
Puede interesarte: Educación sexual: ¿Cómo hablar de sexo con adolescentes?
Por eso varios países del mundo adelantan leyes que protegen a las mujeres —quienes son las más afectadas— de personas que deciden que está bien gritarles cualquier cosa en la calle. La habitación y la vida deben ser lugares seguros en donde una persona se sienta cómoda para explorar su sexualidad sin temor a que eso sea justificante para ser violentada.
Esto lleva a otra idea central: la forma en la que una persona se vista o se exprese de determinada forma no es ni una invitación, ni una provocación y, definitivamente, no exime el filtro del consentimiento, porque en realidad nada lo hace.
La “redundancia” del sí: avances legislativos
Si bien lo que se ha plasmado en este artículo puede ser algo básico, los necesarios avances legislativos han demostrado que esto no es una obviedad. Muchas personas —especialmente hombres— se han valido de excusas como el licor o la vestimenta de las mujeres como argumentos para defenderse ante denuncias por violencia sexual.
Esto ha llevado a iniciativas legislativas como la ley española “solo sí es sí”, una iniciativa que elimina la distinción entre agresión sexual y abuso, con lo que se logrará tener penas más altas para los agresores. Este artículo contempla: “Solo se entenderá que hay consentimiento cuando se haya manifestado libremente mediante actos que, en atención a las circunstancias del caso, expresen de manera clara la voluntad de la persona”.
Si bien este no solo contempla una medida punitiva para los agresores, pues el artículo también tiene medidas que busca proteger a las victimas de violencia sexual desde diferentes mecanismos, es importante que se reconozca que el silencio no es sinónimo de consentimiento y, por lo mismo, la cantidad de victimas de violencia sexual es impresionante.
Los piropos en la calle también entran dentro de esta ley, de acuerdo con el medio El País, este artículo “considerará autor de un delito leve a quienes ‘se dirijan a otra persona con expresiones, comportamientos o proposiciones de carácter sexual que creen a la víctima una situación objetivamente humillante, hostil o intimidatoria, sin llegar a constituir otros delitos de mayor gravedad.
No obstante, España no es el primer lugar en aprobar legislación que busca proteger a las personas de agresiones de tipo sexual; en 2014 en California se aprobó una ley que se denominó “ley de consentimiento afirmativo” en la que, en pocas palabras, se explica que solo el “sí” es suficiente para establecer contacto sexual con otra persona.