Las últimas semanas se ha viralizado la entrevista que hizo Jessica Fernandez García, para su podcast y canal de YouTube en la sección Más allá del Rosa, a la activista trans mexicana Kenya Cuevas.
La entrevista cuenta para la fecha de publicación de este artículo con 7,9 millones de vistas en YouTube, en casi tres horas Cuevas cuenta su historia de y cómo el activismo trans ha sido casi una obligación en su vida, todo esto bajo el lema con el que acaba la entrevista: Mi venganza es que todos seamos felices.
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La violencia en la primera infancia de Kenya
La historia de Kenya es cueva por todos los frentes, posiblemente sea esta la razón por la que su activismo también sea transversal a diferentes causas. No obstante, es importante reconocer las luchas que ha atravesado a lo largo de su vida para, con esto en mente, poder entender mejor su causa.
Kenya nació en una familia disfuncional en Ciudad de México, sin una figura paterna y una madre ausente, era su abuela quien cuidaba de ella y sus hermanos mayores.
A pesar de esto, desde muy niña Kenya fue víctima de cruda violencia y abandono por parte de sus hermanos (algunos de los cuáles ya tenían familias propias para ese momento), pero esta situación empeoró cuando murió la abuela de Kenya, dejándola a la merced de sus hermanos quienes la exponían a violencia física, psicológica y económica que llegaba hasta el punto en el que no la alimentaban.
Para este momento la violencia con motivo de su identidad de género (aunque Kenya aún no lo tenía claro) empeoró, por lo que desde los nueve años empezó a buscar trabajo para tener algo qué comer. No obstante, la constante la violencia y el hecho de que la privaran del dinero que ella misma ganaba trabajando, llevaron a Kenya Cuevas a huir de su casa a un lugar que cambiaría su vida para siempre.
La prostitución y drogadicción marcaron la vida de Kenya Cuevas
Cuando Kenya escapó de su casa lo hizo con la plena convicción de que no iba a volver, aunque no tenía a donde ir. Así llegó, por casualidad, a un parque en Ciudad de México que era un punto de concentración para trabajadoras sexuales de la comunidad trans, allí Cuevas vio a una mujer de la comunidad trans y, de acuerdo con sus propias palabras: “Cuando la veo, así de manera sistemática me identifiqué con ella”, lo que la ayudó a entender que no estaba sola en el mundo y que había otras mujeres como ella, lo que la ayudó a reafirmar su identidad.
Este mismo día esta mujer le explicó a Kenya lo qué tenía que hacer como trabajadora sexual, información que ella usó para irse con el que sería su primer cliente con tan solo nueve años; este hombre la llevó a un hotel frecuentado por otras mujeres trans.
Estas mujeres la llevaron a otro punto de concentración de trabajadoras sexuales, donde ella empezó a ejercer el trabajo sexual de forma regular. Su situación se complicó una vez que, producto de su ocupación como trabajadora sexual, empezó a probar el alcohol y las drogas, sustancias que la ayudaron a escapar del dolor, el abandono y la soledad, por lo que desarrolló una adicción.
Gracias a su adicción Kenya Cuevas estuvo en situación de calle por muchos años, en los que eventualmente seguía ejerciendo el trabajo sexual, pero su afán por conseguir drogas era más fuerte que cualquier cosa. Cuando tenía 13 años fue un punto de quiebre para ella pues, aunque en estos lugares no respetaban su identidad de género, decidió quedarse en un hogar de acogida, donde le hicieron una prueba de ETS´s y la diagnosticaron con VIH.
Esto responde a la falta de educación sexual que Kenya reconoce que había en la época, pues ella ni siquiera sabía lo que era un condón, y el VIH hasta ahora estaba llegando a México. Aún así, no le importó su diagnóstico, pues su afán por la droga era mayor. Su situación no cambió hasta que cumplió 28 años, cuando fue inculpada por tráfico de drogas y llevada a prisión.
Su estadía en prisión
La experiencia en prisión la hizo verse atravesada por muchas violencias: la principal fue la violencia estatal, que la recluyó en una cárcel para hombres, aunque ella no se identificaba de esta forma. Lastimosamente, como menciona Kenya, las mayores muestras de violencia que experimentó no venían de parte de otros presos, sino de los guardias, quienes llegaron hasta el punto de venderlas a ella y a otras mujeres trans para que se acostaran con otros reclusos sin que ellas pudieran negarse o recibir remuneración.
Durante su estadía en la cárcel logró conseguir una plancha con la que trabajaba planchando la ropa de otros presos, hasta que, en medio de una pelea con otro preso, le propina una puñalada, lo que provocó que la trasladaran al Centro Varonil de Reinserción Social Santa Martha Acatitla, donde ella reveló que vivía con VIH, por lo que fue llevada a un batallón especial para personas con VIH.
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Aunque podría parecer irónico, este centro carcelario se convirtió en el primer lugar que Kenya pudo considerar un hogar, pues fue el primer lugar en el que, aunque estaba privada de la libertad, ella se sentía cómoda y parcialmente aceptada. Obviamente esto estuvo mediado por el respeto que ella se ganó en la cárcel al ser reconocida como una líder y como una persona digna de temer, lo que usó para hacer respetar su identidad de género y la de otras mujeres trans que estaban en prisión.
En esta prisión Kenya Cuevas empezó a recibir medicación antirretroviral, pero entre los presidiarios había un gran escepticismo frente al tema porque quienes se tomaban los medicamentos resultaban enfermos y morían al poco tiempo, al ver esto Kenya solicitó que le permitieran cuidar a las personas moribundas, lo que la hizo dejar de consumir drogas. Después descubrió que usaban a la población carcelaria como sujetos de prueba para los primeros antirretrovirales.
Después de casi 11 años en prisión Kenya fue absuelta por su delito y la sacaron de la cárcel, lo que fue un gran dolor para ella porque ni siquiera la dejaron despedirse de su novio, sus amigas, sus hijas y sus hermanas. Además, no le permitieron sacar sus ahorros ni nada de lo que tenía, algo que la dejó nuevamente a su suerte.
Regreso a la libertad y su nacimiento como activista
Una vez que sale de la cárcel vuelve a su práctica como trabajadora sexual, pero en ese momento tenía mucha más información y herramientas que compartió con sus compañeras. En ese momento nació una de las causas de Kenya: su trabajo como promotora de practicas de sexo seguro y su acompañamiento a mujeres trans que vivían con VIH.
Entonces empezó a hacer campañas a nivel local para dar información sobre el VIH y cómo combatirlo, de modo que se convirtió en un referente muy importante de lucha contra el VIH en su ciudad.
Además de esto, Kenya empezó a ayudar a sus amigas y compañeras a hacer las diligencias para poder acceder a sus medicamentos, acompañaba sus procesos con la medicación y hacía seguimiento a la forma en la que ellas lo consumían. Esto le demostró la fuerza que tenía la acción colectiva, así como la importancia de hacer sentir su voz, aunque la sociedad hiciera todo lo posible por extinguirla.
Paola Buenrostro: Un punto de quiebre en el activismo de Kenya Cuevas
El 30 de septiembre de 2016 todo cambió para Kenya Cuevas, pues fue testigo directa del asesinato de una de sus compañeras y amigas: Paola Buenrostro. No solo la violencia con la que mataron a Paola llenaron a Kenya de coraje, sino que todo el proceso de arresto y judicialización fue entorpecido, por lo que no pudo llegar a buen puerto: 48 horas después del asesinato de Paola, el culpable ya estaba suelto.
Esta situación fue desgarradora para Kenya, quien vio cómo el Estado mismo se encargó de tratar la memoria de su amiga y su vida como si no tuviera precio. Desde ese momento empezó a enfrentar muchas batallas, desde una lucha para poder dar digna sepultura a su amiga, hasta la búsqueda de justicia para su muerte. Una batalla que no ha ganado aún.
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La lucha de Kenya Cuevas para hacer justicia al transfeminicidio de Paola la llevó a alzarse en contra de una sociedad que ha sido violenta con ella y con su colectivo durante toda su vida, por lo que logró encontrar asesoría jurídica con la que avanzó en el caso de Paola.
No obstante, esto no fue gratuito, teniendo en cuenta que este hombre sigue libre, y que Kenya sufrió un par de atentados, se le empezó a considerar como persona de interés y, por ende, tuvo que empezar a andar con escolta, pero esto no fue suficiente pues llegaron al punto de matar a otra de sus amigas dentro de su propia casa mientras ella no estaba.
Fundación Casa de las Muñecas Tiresias
Mientras atravesaba todo esto, Kenya Cuevas se dio cuenta de que había mucho por hacer por las personas trans y de que ella tenía las ganas de hacerlo, así que consiguió los recursos para fundar La casa de las muñecas Tiresias, de la que se desprenden una variedad de proyectos que buscan mejorar la calidad de la vida de las personas del colectivo trans. Algunas de estas líneas son:
Albergue Paola Buenrostro: Este es un hogar de paso para personas trans que no tienen a donde ir. Este cuenta con todas las herramientas para conseguir que las personas que acudan ahí tengan una buena calidad de vida, pero evidentemente la idea de este no es albergar a las personas permanentemente, por lo que dentro del albergue de las prepara para que tengan una vida independiente que no se limite al trabajo sexual.
Rescate de los cuerpos de mujeres trans que murieron y no tienen quien las reclame o las sepulte: Kenya reclama los cuerpos, busca a sus familias y se encarga de darles digna sepultura. Con esto logró el terreno y el permiso para la construcción de un mausoleo para mujeres trans, para que ninguna se quede sin enterrar.
Huellitas Tiresias: Este es un proyecto que va en proceso, con el se busca rescatar a perritos en situación de calle para darles resguardo y comida y, en la misma vida, que su compañía sea terapéutica para las mujeres trans que están enfrentando el proceso en el albergue.
Además de todo esto, Kenya Cuevas sigue dando conferencias y charlas en donde expone las condiciones de vida, sociales y culturales que atraviesan las mujeres trans en búsqueda de sensibilizar a las empresas, las personas y la sociedad en general sobre las realidades que atraviesan estas personas. Todo esto lo hace, como ella misma lo dijo en la entrevista “porque mi mayor venganza va a ser que todos seamos felices”.