Ellas son Rosina y Andrea de la ciudad de Rosario, Argentina y junto con su bebe de 20 meses y dos perros forman una hermosa familia LGBT. Esta es una historia que está repleta de amor y orgullo, una amor que las motivó a derribar cualquier tipo de estigmatización y que demuestra que el amor es una fuerza que puede contra todo.
¿Cómo comenzó?
Se conocieron hace 16 años, más precisamente en el año 2005, cuando se cruzaron un domingo de primavera por la noche. “Resultó ser que coincidíamos en algunas amistades que fueron las que luego nos presentaron” comenta Rosina. Así fue que comenzó esta historia de amor, donde pasaron por muchos estadios: convivencia, vacaciones, peleas, separación, etc. Pero siempre, a pesar de todo, elegían seguir juntas.
Por su parte, cuando hablamos sobre ser madres Rosina nos cuenta: “Andrea siempre tuvo claro que quería ser mamá pero interiormente sabía que no lo iba a tener ella, y la verdad, yo no quería saber nada”. Pasaron los años, y el reloj biológico comenzó a jugar su rol, sin embargo, fue el deseo compartido de ambas de maternar lo que hizo que emprendieran este camino para ser una familia. Un camino que imponía muchos desafíos: estudios en el medio y mucha incertidumbre, pero a medida que avanzaba y todo salía bien se agregaban grandes cuotas de felicidad y, por supuesto, tranquilidad.
Argentina actualmente cuenta con la Ley 26.862 de reproducción Médicamente Asistida también conocida como “Ley Nacional de Fertilización Asistida”. Gracias a esta Ley que tiene el objeto de garantizar el acceso integral a los procedimientos y técnicas médico-asistenciales de reproducción médicamente asistida para todas las personas, junto con las leyes que reconoce el derecho de las parejas del mismo género a formar una familia, Rosina y Andrea pudieron contar con un tratamiento de alta complejidad que fué cubierto por su obra social sin ningún problema.
“Esta Ley es gracias a todas las personas que lucharon y lograron que esto sea viable y que, nosotras, las parejas homoparentales también podamos formar una familia. Nos parece pertinente aclarar que jamás sentimos ninguna diferencia de trato, ni discriminación en particular en referencia a la prepaga”, sotiene Andrea.
Una familia diversa
“Al momento de nacer nuestro hijito fue anotado en el registro de las personas con el apellido de ambas dos y actualmente concurre a un jardín maternal; donde nos tratan por igual a otras familias y son súper amables”, comenta felizmente Rosina.
Y a su vez agrega “Creo que la sociedad, paulatinamente, se está abriendo a un tema que le cuesta muchísimo evidentemente cuando se trata de familias homoparentales. Todavía hay comentarios como: ¿tiene papá? O dan por hecho que mi pareja es un hombre; como si no existiera otra posibilidad de familia”.
Ambas recuerdan que si bien cuentan con todo el apoyo de sus familias tanto madres como padres, hermanos, y hermanas que están muy presentes y disfrutan de la llegada del niño al cual llenan de mucho amor y cariño, el camino no fue fácil. Para llegar a formar una familia – siendo una pareja lesbiana – tuvieron que dejar atras muchasn cosas, para empezar, el ocultamiento, la vergüenza y muchos miedos que tuvieron que superar para decirle al mundo quienes eran y lo querían.
“Esto es lo más importante que hicimos por nuestras vidas, que la mochila, en todo caso, sea ajena. Ahora nos resta disfrutar. Nuestro bebé está en una etapa maravillosa donde nos reímos muchísimo y nos asombra su crecimiento”, comentan orgullosas. Y agregan: “su amor es algo incomparable, reflejo del que nosotras le brindamos, esperamos poder enseñarle desde el amor y el respeto, para que sea partícipe de una sociedad mucho mejor en todos los sentidos”.