El matrimonio igualitario supuso un antes y un después en la lucha por los derechos para el colectivo LGBT. Países Bajos, se convirtió en el año 2001 en el primer país del mundo en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Tras este acontecimiento, al día de hoy, 28 países han seguido la senda de la diversidad aprobando por ley las uniones homosexuales.
Aunque es cierto que restan otras 166 naciones (sobre todo del continente africano y asiatico), en la actualidad Occidente goza de una salud igualitaria nunca vista hasta la fecha. Sin embargo, existe constancia de matrimonios compuestos por personas del mismo sexo casi 100 años antes de esa fecha del 2001, e incluso de otras épocas.
La Adelfopoiesis, o ‘uniones fraternales’
Entre los siglos V y XV, Europa estaba sumida en una de las épocas más importantes de la historia mundial: la Edad Media. En ese momento la Iglesia Católica veía aumentado su poder y alrededor de ella se celebraban los actos más cotidianos de la sociedad. No en vano uno de los sacramentos más importantes para los católicos es el del matrimonio. Por entonces, por supuesto, no existían las uniones civiles y todo aquél que deseara casarse debía ser con el beneplácito de la Iglesia. Sin embargo, es en esos años donde nació el término Adelfopoiesis, bajo el significado de hermanamiento.
La Adelfopoiesis consistía en un rito litúrgico protagonizado por dos personas del mismo sexo, generalmente hombres, donde se les recordaba la importancia del amor, la amistad, el respeto y la fidelidad mientras estaban atados el uno a otro, mediante una cuerda o un cinturón, en una metáfora de unión. Este ritual nunca podía ser sustituido por una ceremonia de matrimonio y, además, no todas las casas sagradas estaban de acuerdo en realizarlo. Sin embargo podría considerarse como el tatarabuelo del matrimonio homosexual, ya que implicaba a dos personas del mismo sexo que compartían un amor en común.
Así, existe la historia de Pedro y Muño, dos hombres que recibieron una unión formal e institucional en el año 1061. Aunque esta relación no fue bendecida a través de la Adelfopoiesis si cuenta con un texto de emparejamiento exhibido a día de hoy en el Archivo Histórico Nacional de Madrid.
La historia de Elisa y Marcela
En muchas ocasiones la Historia es cruel, despiadada e incluso inhumana. En otras es amable, generosa y filantrópica. Aunque más que la Historia, es la sociedad la que ha permitido, y sigue permitiendo, acontecimientos horribles. Aún así, dentro un colectivo tan marginado y denostado históricamente, han surgido iconos y figuras que han inspirado a generaciones futuras y sin los cuales no se entendería la lucha actual.
Este es el caso de Elisa y Marcela, dos mujeres españolas que tuvieron que hacer frente a la homofobia de finales del siglo XIX y principios del XX. Entonces, tan solo hacía 80 años de la derogación de la sodomía en el Código Penal y la sociedad no estaba preparada para aceptar uniones matrimoniales homosexuales. Aunque por esos años el amor entre mujeres sí estaba más o menos bien visto, pero no desde una perspectiva de amor de pareja o atracción sexual, sino que se interpretaba más bien como un amor fraternal o de entretenimiento, nada serio; sobre todo entre las mujeres de la alta sociedad, las cuales debido a su estatus social pasaban mucho tiempos solas sin su marido o su familia. No obstante, el pueblo español seguía siendo muy católico y conservador, por lo que a Elisa y Marcela no les quedó más remedio que desarrollar su vida en la mayor de las mentiras.
Ambas mujeres se conocen en 1885 en un pequeño pueblo de A Coruña, en Galicia, durante sus respectivas épocas estudiantiles en un convento profundamente religioso. Allí comienza a surgir una fuerte amistad que acaba desembocando un amor visceral la una por la otra. Sentimientos que, sin embargo, llevaron en secreto y a escondidas por miedo a represalias, pues, precisamente es el padre de Marcela quien las descubre y acaba enviando a su hija a la capital española a formarse como maestra.
Elisa y Marcela tardarían tres años en volver a encontrarse. Un periodo en el que se corresponden habitualmente por carta mostrando todo el amor que se tenían y las ganas de un nuevo reencuentro. En este tiempo ninguna de las dos rehízo su vida pensando por el contrario en un vida junto a su amante. Tras años de separación, las dos mujeres gallegas se reencuentran y deciden comenzar a vivir juntas en el pueblo donde Elisa daba clases. Su historia da un giro radical cuando ambas comienzan a recibir vejaciones e insultos por parte de sus propios vecinos. Nada extraño en un pueblo de principios del s.XX de la Galicia profunda.
Es en este punto cuando la vida de Elisa y Marcela comienza una andadura que será recordada hasta el día de hoy, gracias a que su historia se llevó al cine hace tan solo unos años. Elisa decide irse por un tiempo del pueblo donde vive con su pareja y regresa vestido de hombre bajo el nombre de Mario. De esta manera la pareja consigue engañar a sus familias y a su entorno, aunque solo por unos años. Años que fueron suficientes para que ambas contrajeran matrimonio en la Iglesia de San Jorge en A Coruña. Aunque el matrimonio se considera ilegal, lo cierto es que los papeles de la ceremonia continúan vigente y nunca han sido anulados, por lo que la historia de Elisa y Marcela se considera el primer matrimonio homosexual de España.
La mentira finalmente fue descubierta y ambas acabaron en prisión después de un viaje hasta Portugal por donde querían huir y llegar a Argentina. Sin embargo ,la sensibilidad del pueblo portugués, de una sociedad generosa y comprensiva, hizo que Elisa y Marcela pudieran vivir libremente su amor al otro lado del charco en el país sudamericano.
A pesar del dolor de la historia de estas mujeres es necesario que se conozca, que las generaciones de ahora y las que vengan no olviden que los derechos adquiridos para el colectivo pasa, y han pasado, por hechos tan trágicos como los sufridos de Elisa y Marcela. Que gracias a ellas hoy España puede presumir de ser el país más avanzado del mundo en materia LGBT, y esto solo lo han conseguido las personas que han dejado su vida y su lucha por los demás.
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