Que el mundo está cambiando es un hecho; que además lo hace hacía el crecimiento social en busca de la diversidad y la igualdad, también. En este sentido, hace unos días fue noticia la participación de Carlos Peña como concursante de un reality show de televisión en España por ser una de las primeras personas declaradas como no binaria en intervenir en un programa de la pequeña pantalla.
Desde la invención de los medios de comunicación, primero la prensa escrita, más tarde la radio, la televisión y por último internet y las redes sociales (porque sí, a estas alturas del s. XXI las redes sociales pueden considerarse como un medio de comunicación de masas más, e incluso superando a los tradicionales) estos han sido un fiel reflejo de las sociedades y un ejemplo de su comportamiento.
La Veneno, Bibiana Fernández …
Hace tan solo 20 años la aparición de Cristina Ortiz en el programa de tv ‘Esta noche cruzamos el Mississipi’, más conocida como La Veneno, supuso toda una revolución dentro de un contexto social que no estaba aún preparado para conocer los bajos fondos de la vida de las personas transexuales en aquella época. En ese momento, a finales de los años 90, a Cristina no se la trató como a un igual, ni si quiera como una persona más.
La Veneno fue exhibida como un animal de zoológico a la que recurrían para dar espectáculo y entretener al público. A la vista está que acabó por ser un juguete roto más del mundo del espectáculo televisivo. La respuesta de ese público entregado fue inmediata y la almeriense se convirtió en un personaje más de aquel mundo de faranduleo donde reinaba la hipocresía. Por delante todo el mundo amaba a la que más tarde se convirtió en el icono por excelencia del movimiento LGBT+ en España, por detrás la estigmatización de homosexuales y transexuales seguía vigente.
Cristina era La Veneno, La Veneno era Cristina y, en algún momento de su pasado también fue Joselito, pero nunca más allá del día en que decidió dar un paso al frente y comenzar con su reasignación de género. Aún hoy en día sigue habiendo gente, personas de su círculo, que se refieren a ella con su antiguo nombre, y ahí sí que no hemos evolucionado.
El caso de Cristina no fue el único. Años antes Bibiana Fernández se había convertido en la primera persona transexual en conceder entrevistas a medios de comunicación en España.
Las sórdidas preguntas a las que se veía sometida a cuenta de su cambio físico, durante los años 70, eran tan estridentes que la de Tánger decidió apartarse y dedicarse únicamente al cine. Bibiana sí tuvo éxito y, aunque le costó años obtener el reconocimiento y el respeto del público, a día de hoy es uno de los personajes televisivos más queridos.
Las cuotas LGBT+ en la televisión
La realidad es que por aquellos años la homosexualidad y la transexualidad, o disforia de género, aún figuraban como enfermedad dentro de la lista de la Organización Mundial de la Salud. Tanto es así que la transexualidad sigue considerándose por la OMS un trastorno, en contra de las demandas del colectivo para su eliminación. Sin embargo, el caso de Carlos Peña difiere mucho de estas terminologías, pues como apunta en su perfil público de instagram, se define como ‘polifacética y no binaria’.
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No obstante, no deja de tener relación con todas aquellas personas del colectivo que en algún momento han hecho historia en la televisión. Hasta ahora nos habíamos acostumbrado a que la representación de las personas del colectivo LGBT fueran esporádicas, puntuales e incluso anecdóticas. Incluidos todos aquellos personajes de series conocidos que parecían cumplir una cuota establecida para el bienquedismo.
¿Os acordáis de los queridos Mauri y Fernando, de Aquí no hay quien viva? ¿O de la carismática Diana Freire de ‘Siete Vidas’? Seguro que sí, pero la verdadera pregunta es por qué después de 20 años de estos personajes televisivos aún es noticia que aparezca una persona del colectivo en programas y series.
En el imaginario de toda España seguro que también se encuentra aquel beso de película en la novena edición de Operación Triunfo entre Marina, una de las concursantes, y su pareja Bastian. Ese día hubo doble celebración: la de la visibilidad de las personas trans y normalización de sus parejas y, también por otro lado, por el hecho de aquel buen ‘morreo’ se produjese en una televisión pública.
Como vemos, la televisión es un buen medidor de la aceptación social y poco a poco la presencia de las personas del colectivo LGBT+, sobre todo homosexuales y trans, ha ido a más. Pero, en este puzle siguen faltando piezas, y aún esperamos la normalización de las personas no binarias.
Por lo general, esta diversidad viene del otro lado del Atlántico y son las series estadounidenses (ahora en mayor cantidad debido a la variedad de plataformas y a la cantidad de contenido que se produce) las que empiezan a tomar las riendas. Podríamos decir sin temor que son los grandes olvidados de la televisión y el cine, aunque ya empiezan a existir referencia, como la protagonista de One Day at a Time, Syd, que se identifica de género no binario y prefiere el pronombre ‘they’ (elle).
Fuera de las pantallas, y todavía en la cuna del cine, también existen personajes famosos que se han declarado públicamente no binarios en una lucha constante por su visibilidad, como Demi Lovato y Sam Smith.
Carlos Peña y su participación en la televisión española
En España ya vamos tarde y parece que la presencia de Carlos Peña nos ha pillado a contrapié. Para empezar, como comentábamos, casi todos los referentes no binarios tienen su procedencia en los EEUU. Aquí, en España podemos encontrar voces anónimas en forma de influencer que destinan su contenido a la visibilidad.
Pero ni rastro de personajes, o personas famosas que hayan usado su estatus como altavoz para la visibilidad de las personas no binarias. Asique, Carlos Peña, bienvenide a la España de la diversidad. Su apariencia física, con barba incluida, podría entrar dentro de los cánones establecidos para los hombres, y su vestimenta, con pendientes infinitos y minivestidos, dentro del de las mujeres. Pero, por eso Carlos no es hombre ni mujer, no se identifica con los géneros binarios establecidos y se percibe como no binario.
«No me considero ni hombre ni mujer, estoy ahí en medio. Comparto cosas de ambos géneros»
Seguramente, de entre las aspiraciones personales de Carlos en el concurso una de ellas sea la de darse a conocer y convertirse, quizá, en influencer. Hasta antes de entrar en el concurso ya tenía 17.000 mil seguidores, cifra que seguramente aumente después de su paso televisivo. Otra de ellas, como derecho la de la visibilidad de las personas no binarias. Antes de su entrada en el concurso, Carlos recordó que tiene un pronombre definido, y que mientras sea con respeto no le importa si usan –él, -ella o –elle para referirse a su persona. Aunque en sus redes sociales
Peña siempre mantiene el pronombre neutro para dirigirse a sus seguidores. Esta aclaración es, aunque no lo parezca, una señal más de avance hacia la diversidad, pues la semilla ya se ha plantado y a día de hoy son más las personas que se interesan por averiguar el pronombre de la otra personas que las que no.
La magnitud de la presencia de Carlos solo la sabremos con el tiempo y si conseguimos establecer una dinámica de inclusión y diversidad para todas las personas LGBT+, incluida la visibilidad en los medios de comunicación. Llegados a este punto, nada ni nadie nos puede parar. Y aunque sea a pasitos pequeños lograremos equiparar nuestros derechos y nuestras vidas.