Ha pasado más de un año desde que la pandemia del coronavirus nos obligó a resguardarnos en casa y a pasar gran tiempo con nosotrxs mismxs. Y lo que pasó a partir de esto ha sido un lento proceso de crecimiento y encuentro personal con nuestra capacidad para hallar diversión y esparcimiento durante periodos de encierro.
Estuve pensando y cuestionándome mucho a la hora de escribir esta nota y me encontré con una gran encrucijada:
¿cómo hablar de diversión o creación de nuevos vínculos cuándo llevamos más de un año recluidos socialmente? ¿Cómo comentar sobre nuevos restaurantes o la última película en cartelera cuando todos estos negocios han permanecido con las puertas cerradas y en el peor de los casos cerrando por completo? ¿Cómo festejar un cumpleaños o el grado profesional de nuestrxs amigxs si no ha habido chance de hacerlo? O más difícil aún ¿Cómo nos ponemos bellxs y nos acicalamos si los centros de estética y belleza están fuera de servicio?
Estamos frente a esta “nueva normalidad” —que llegó para quedarse obviamente— y que estableció nuevos hábitos en nosotrxs debido al aislamiento permanente al que nos vimos envueltos durante casi todo el 2020 pero que, si nos ponemos a analizar, no todo ha sido tan malo y voy a enumerar los por qué:
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Nos dimos cuenta que realmente no se necesita estar presente físicamente cuando realmente queremos ser o estar con alguien ¡venga esa armada de reuniones por video llamada entre cinco o seis!
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Nació el Zoompleaños, las compras de regalo digital y las entregas de regalo a domicilio. Todo sin haberte movido de la cama y a través del celular. Ahora somos organizadores de fiestas digitales.
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Tuvimos que armarnos cuentas de registro en cuanta plataforma de entretenimiento hubo y en las que Netflix, HBO+, Disney+, Spotify, Grindr o Tinder acapararon toda la atención. Eso por nombrar las relevantes porque seguro que tu celu o tu compu colapsaron en descargas. Ahora el cine y el antro nocturno se proyectan en el móvil y suenan por auriculares.
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Aprendimos por nuestra cuenta a maquillarnos, a pintarnos las uñas y el pelo, a prepararnos mascarillas faciales, cocinar pastas y hasta hornear pasteles. Ahora, ¿quién dijo tengo miedo yo no puedo? Aunque vimos algunos que agarraron la maquinilla de pelo y tuvieron su #BritneyMoment dejándose la cabeza pelada
Al parecer pudimos resolvernos y empoderarnos de nuestra vida desde nuestra propia individualidad. Sí, fue una patada en el c#%&, pero realmente sirvió para darnos cuenta de qué estamos hechos.
Si bien no todo el mundo la pasó de maravilla también estuvimos para acompañar y hacer un poco más agradable el encierro de lxs otrxs y así fomentamos la empatía, el cariño y se fortalecieron las relaciones. O no. Eso también estuvo bueno porque supimos qué era lo que debíamos soltar para seguir atrayendo lo nuevo.
En muchas ocasiones la vida pasa sin darnos cuenta que tenemos pequeños logros personales en la que nos armamos de herramientas para seguir labrando nuestra felicidad y proyectando el camino.
Esta pandemia es y sigue siendo un excelente ejercicio para comprender que la diversión la podemos encontrar en pequeños actos de amor, en aprender algo nuevo o en comernos una serie completa sin prisa y sin pausas. Y a ustedes ¿qué fue lo que más les divirtió del aislamiento?