Existe un debate en torno a la inclusión y la equidad deportiva que pone encima de la mesa el tema de la participación de las mujeres trans en el deporte. ¿Tienen más ventaja que las mujeres cis? ¿Estamos abriendo paso a la discriminación de género al tratar de evitarla?
Este es un tema muy presente en Europa, sobre todo países donde nuevas leyes contra la discriminación de las personas trans están a las puertas de ser aprobadas. Es el caso de, por ejemplo, la Ley Trans en España, en el marco de la autodeterminación de género.
La participación de mujeres trans en el deporte genera preocupación para quienes expresan proteger las categorías femeninas, así como los logros históricos de las luchas de mujeres por conseguir la igualdad. Sin embargo, también se respira un ambiente de transfobia en lo relativo a este asunto.
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Mujeres trans en el deporte: legislación, testosterona y masa muscular
Quienes cuestionan la igualdad, a raíz de la creciente participación de mujeres trans en el deporte, subrayan principalmente las diferencias corporales entre las personas de diferentes sexos biológicos. Las diferencias en el nivel de testosterona y masa muscular aparecen como los principales argumentos.
Ante esta compleja situación, el Comité Olímpico Internacional (COI) se está viendo en la tesitura de tener que legislar de la mejor manera posible.
Desde 2003, las deportistas trans pudieron competir en pruebas de categoría femenina, gracias a las primeras regulaciones del COI en este asunto. Esta norma se actualizó en 2015, cuando, se incorporó un nuevo requisito: que la persona trans se declarase mujer y que su nivel de testosterona no supere los 10 nanomoles por litro de sangre.
Las regulaciones del COI también afectarían a aquellas mujeres que de manera natural presenten un nivel más alto de testosterona en sangre. Como es el caso de la atleta intersexual Caster Semenya.
Sin embargo, no todos los organismos deportivos permiten la participación de personas trans en sus pruebas. Por ejemplo, la World Rugby: esta entidad considera que en este deporte la fuerza, la velocidad y el tamaño de la persona son relevantes, por lo que las mujeres trans “tendrían ventaja”. También afirman que los tratamientos hormonales que se llevan cabo para reducir los niveles de testosterona en ningún caso igualan las condiciones físicas de personas cis y trans.
Sin embargo, más allá del ruedo mediático y la transfobia disfrazada, no parece haber un consenso científico claro sobre cómo la testosterona incide en el rendimiento. Por tanto, no es el único criterio que se recomienda tener en cuenta a la hora de crear una legislación específica. Aun así, se recurre a esta cuestión para denunciar una falta de igualdad cuando existe participación de las mujeres trans en el deporte.
Por otro lado, se argumenta en muchas ocasiones que la masa muscular de una mujer trans se ha desarrollado de manera diferente a la de una mujer cis. Esto supondría una desventaja natural dentro del deporte femenino, independientemente de que se haya iniciado un proceso de transición.
En este marco, logros deportivos de relevancia como los de la nadadora Lia Thomas han levantado polémica. Esta deportista es acusada de tener ventaja sobre sus compañeras por el hecho de ser una mujer trans.
Lia Thomas estuvo en un tratamiento de reemplazo hormonal durante dos años y medio. Sin embargo, se ha llegado a afirmar que su historia de competición en categoría masculina le da ventaja. Aunque su proceso de hormonación le haya hecho perder masa muscular o hemoglobina (la proteína que transporta el oxígeno en la sangre por el cuerpo), algunas personas consideran que sigue teniendo ventaja por su pasado de entrenamiento antes de la transición.
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Debates, polémicas y estudios científicos
Para tratar de arrojar algo de luz a esta situación, varias personas han iniciado investigaciones científicas. Sin embargo, aún no existe un consenso claro y los resultados son diversos.
Por un lado, existen científicos del deporte como Ross Tucker que tiene claro que las desventajas son reales. Afirma que las diferencias fisiológicas que aparecen durante la época de la pubertad pueden afectar al rendimiento deportivo posterior.
Tucker argumenta que cuando las infancias tienen 13 o 14 años, en plena pubertad, su cuerpo cambia físicamente. Aumenta su masa muscular y densidad ósea. También su esqueleto, capacidad cardiopulmonar y niveles de hemoglobina. Por tanto, habría una desigualdad en la inclusión de mujeres trans en el deporte, al verse el rendimiento afectado de forma significativa.
Por otra parte, encontramos figuras científicas deportivas como Joanna Harper. No solamente es científica del área del deporte, sino que también es atleta y mujer trans. Además, es asesora del COI,y con su investigación puede arrojar luz en este asunto tan polémico.
Joanna realizó un estudio que reveló que las mujeres trans que habían iniciado una terapia hormonal para reducir sus niveles de testosterona no suponían ninguna ventaja sobre mujeres atletas cis. Sin embargo, su investigación fue criticada por utilizar una muestra de solo 8 personas. Finalmente, Joanna terminó publicando un libro de carácter autobiográfico: Sporting Gender. Su investigación más reciente ha sido publicada por el British Journal of Sports Medicine.
Esta investigadora afirma, entre otras cosas, que los niveles de hemoglobina en las mujeres trans son similares al de las mujeres cis, tras estar cuatro meses en terapia hormonal. También concluyó con sus estudios que la masa corporal de las mujeres trans permanecía como mínimo por encima de las mujeres cisgénero. Y esto ocurre hasta, como mínimo, unos 36 meses después de iniciada la toma de hormonas.
Otros investigadores consideran que existen diferencias notables entre hombres y mujeres en lo relativo al rendimiento deportivo. Entonces, esto afectaría a deportes concretos, como la halterofilia, donde la fuerza explosiva es fundamental. Por ello, cuando la deportista trans de Nueva Zelanda Laurel Hubbard fue a los Juegos Olímpicos, las críticas no tardaron en aparecer.
El posicionamiento de ambos científicos, Tucker y Harper, es contrario, y nos presenta un escenario complejo donde el debate permanece y sigue sin cerrarse.
Por su parte, Joanna Harper argumenta que, el hecho de que exista una ventaja no implica una injusticia. Por ejemplo, los atletas zurdos tienen ventajas sobre los diestros en muchos deportes. Asimismo, un boxeador de baja estatura no puede vencer a uno grande, por muy bueno que sea.
La ciencia aún no puede dar respuestas definitivas a esta situación, los estudios que existen aún son pocos y limitados. Pero el estigma asociado a lo trans inevitablemente genera un impacto negativo en el desarrollo de políticas de inclusión.
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Todo es más complejo de lo que parece
La sociedad ha avanzado mucho en cuestiones de género. Sin embargo, en el ámbito de la práctica deportiva, permanece la visión basada en parámetros científicos y en la fisiología.
Entonces, ¿se está perdiendo la igualdad de oportunidades con las personas trans? ¿Realmente tienen una ventaja biológica que va a generar desigualdad? Las personas trans suponen alrededor de un 1% de la población: ¿Realmente pueden generar un cisma tan grande de desigualdad en el deporte?
Otras personas consideran que la solución tampoco puede limitarse a hacer una categoría específica para las personas trans, pues volveríamos a caer en la segregación como en su momento ocurrió con las personas racializadas.
Alba Palacios fue la primera futbolista trans española. Ella considera que, en deportes como la natación, el atletismo o el ciclismo, la testosterona tiene un papel más relevante, aunque cada caso es diferente. También afirma que, en su caso, la hormonación repercutió en su velocidad y potencia, y que muchas mujeres tienen un mejor rendimiento que ella. En el caso del fútbol, factores como la estrategia o saber trabajar en equipo son imprescindibles. No todo es potencia o velocidad.
La defensa de la inclusión de mujeres trans en el deporte
Los casos anteriormente mencionados, como el de Lia Thomas, también han contado con voces defensoras de la inclusión trans en el deporte. Desde la Agrupación Deportiva Ibérica, organización que agrupa a los clubes LGTBI españoles, plantean que en el deporte ya se integra la superioridad del hombre sobre la mujer y lo masculino está mucho más valorado.
Se ponen encima de la mesa otras cuestiones que generan diferencias entre los deportistas, pero que solo salen a relucir cuando hablamos de personas trans. Por ejemplo, ¿por qué damos por hecho que si una mujer trans es muy buena, es porque está haciendo trampa a causa de su mayor testosterona o masa muscular? ¿El éxito deportivo depende solo de estos factores?
El caso de Lia Thomas es excepcional, y no se conocen multitud de casos similares. El presidente de clubes LGTBI afirma que no todo se reduce a la testosterona. La performatividad deportiva y el éxito de las personas deportistas que muestran un mayor rendimiento no dependen únicamente de un factor biológico.
Además, el debate de la masa muscular o de las diferencias corporales no se plantea con hombres cis que son por lo general muy superiores al resto. Es el caso del tenista Rafael Nada, el ciclista Miguel Induráin o el nadador Michael Phelps. Estos deportistas han demostrado una ventaja por salirse de los parámetros de otros deportistas, lo que les ha hecho conocidos es la excelencia. Induráin, por ejemplo, posee una capacidad pulmonar y cardiaca excepcional. ¿Es injusto por tanto que participe con el resto?
Y si hablamos de personas negras que participan en las carreras de atletismo, nadie argumenta una desigualdad inicial por una diferencia en la masa muscular que le genera ventaja sobre sus compañeros.
Sin embargo, los debates y comparaciones parecen entrar en valor cuando es una persona trans la que gana o destaca en una categoría deportiva, y no una persona cis. Quizás estamos reproduciendo transfobia sin ser conscientes de ello.