En relación a la lucha por los derechos de las personas LGBT en España, aún queda mucho por hacer, pero poco a poco se están consiguiendo cosas. Esto choca con la idea de que este es uno de los países europeos que más respeta la diversidad
En el año 2016 se realizó un estudio del Ministerio de sanidad, servicios sociales e igualdad. Este estudio, aunque sigue actualizándose, es un buen escaparate de las realidades de la discriminación estructural en España en relación al colectivo, incluyendo el tema de empleo LGBT. Veamos las cosas que podemos aprender de esta investigación.
Para poder realizarla, se hicieron entrevistas con diferentes agentes del mundo laboral: personas empresarias, el colectivo de empleados, sindicados, empresas privadas, entidades públicas y personas del colectivo LGBT. Se dejó a un lado a las personas intersexuales y asexuales para reflejar una realidad más específica.
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La realidad del mercado laboral y el empleo LGBT en España
En primer lugar, para analizar un tema tan amplio como este, no basta con hablar del mercado laboral en general. Hay muchos sectores y no es lo mismo trabajar en la administración pública, en marketing, en el sector industrial o en el campo de la cultura. Por otro lado, la situación personal de cada persona va a ser determinante.
Un entorno laboral, por lo general, es un ambiente en el que las personas suelen pasar muchas horas. La interacción con los compañeros y compañeras de trabajo es permanente, por lo que, aunque haya una sola persona que presente un perfil discriminatorio, el malestar aparece inmediatamente. Y si la LGBTfobia es una realidad, hay probabilidades de que se extrapole en el ámbito de trabajo, volviéndolo hostil e inseguro.
La población española es consciente de la desigualdad. Esta, además, se da dentro del propio colectivo LGBT. Se tiene claro que los hombres gays son más visibles y su lucha tiene más recorrido, mientras que las personas trans son las más vulnerables dada la transfobia estructural y social que existe.
Por último, cada persona lleva un pasado y una experiencia laboral detrás que va a determinar su actuación en nuevos trabajos, al tiempo que va a condicionar su bienestar y su salud mental.
Tipos de contrato y precariedad laboral
Una de las cosas que va a determinar si una persona LGBT sale o no del armario con su entorno laboral para vivirlo con tranquilidad es el tipo de contrato. No es lo mismo ser una persona funcionaria con un sueldo estable, que una persona joven precarizada que va encadenando contratos temporales de baja calidad. En una situación de precariedad como la que se está viviendo actualmente en España, el miedo a que un contrato no se renueve condiciona mucho la forma de comportarse en el trabajo.
En cuanto a las entrevistas de trabajo, también es posible que muchas personas LGBT mientan u oculten su orientación sexual o identidad de género. Sobre todo si hablamos de cargos importantes para los que se ha invertido mucho esfuerzo. Por ejemplo, un policía nacional gay que ha estado 5 años estudiando oposiciones, y que en su entrevista de trabajo oculte su orientación sexual. Todo por miedo a que salir del armario eche por tierra todo su esfuerzo para conseguir un trabajo como funcionario.
Las entrevistas de trabajo son la puerta de entrada a un mundo laboral, por lo que hay miedo al rechazo inicial. Se ocultan amaneramientos, se controla la expresividad y se intenta mostrar una apariencia neutra que no desvele rasgos de la identidad, o que puedan ser objeto de homofobia.
El estudio también refleja que las personas más jóvenes suelen mostrar con orgullo quiénes son en sus entornos familiares y de amistades. Sin embargo, en el ámbito del trabajo a veces no existe esa continuidad por miedo a sufrir situaciones de discriminación.
Este tipo de situaciones generan que las personas tengan una doble vida o que se muestran muy vigilantes con lo que dicen en sus entornos de trabajo. Principalmente en lo relativo a sus familias, parejas y vínculos en general.
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Normalización de la discriminación
Uno de los problemas que presenta la discriminación es que muchas veces no se concibe como tal. El hecho de forzarte a ocultar quien eres, no sentirte con la suficiente confianza como para hablar de tu pareja o no poner fotos familiares en el despacho, son pautas de la discriminación estructural. Sin embargo, no son consideradas como tal porque dichas situaciones se han naturalizado.
El miedo a hablar sobre cosas personales deriva en un control de todo lo que se cuenta o en historias sesgadas que no se corresponden con la naturalidad de una vida LGBT. Por ejemplo, ir un lunes al trabajo y no contar que ese fin de semana has estado con tu pareja de excursión, por ejemplo.
En el imaginario colectivo, la discriminación se relaciona principalmente con casos de insultos, agresiones o incluso despidos, obviando que lo anterior también es discriminación. Ya que no te permites ser quién eres realmente para evitar situaciones incómodas, lo que genera un estrés permanente.
Pero los rumores o los chistes de mal gusto también son violentos, aunque puedan ser leídos como situaciones aceptables, en comparación con un despido o un acoso permanente. Y, de nuevo, una situación no tiene que ser extrema para que sea considerada discriminación.
Otro caso nacido de la discriminación es la renuncia del seguro médico que la empresa ofrece a las familias, para evitar que se sepa tu orientación sexual. O no decir que eres LGBT en una entrevista para un colegio religioso, donde obvias toda la información relacionada con tu familia. Perder derechos a cambio de no perder un trabajo necesario para subsistir.
La persona LGBT evalúa los riesgos de mostrarse tal y como es con los propios compañeros y compañeras, así como con los cargos superiores. Si no hay un espacio de confianza previo, el malestar aparece y no se puede trabajar con una sensación interna de libertad en el día a día.
Consecuencias de no entender la discriminación
El hecho de que no se tome conciencia de que la discriminación adquiere muchas formas, tal y como hemos explicado anteriormente, deriva en que, en caso de querer denunciarlas, no son leídas como graves. Ante el riesgo de generar un clima de malestar, muchas veces no se actúa en consecuencia.
Para enfrentar la discriminación va a ser clave el papel que tomen las personas superiores y responsables directas de la toma de decisiones. Y es que una empresa con tolerancia cero a cualquier tipo de discriminación va a ser un espacio mucho más seguro.
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Además, premiar las buenas prácticas siempre va a tener efectos positivos. Sin embargo, debe existir un compromiso real y responder con contundencia ante las violencias. No basta con tener un plan de igualdad si no se aplica en todos los niveles.
Ante estas situaciones, los sindicatos van a tener un papel fundamental como aliados de las personas LGBT. No solo para ofrecer asistencia psicológica, sino salidas y nuevas opciones laborales.
Transfobia y mercado laboral
Las personas trans son las más susceptibles de recibir disciminacion en el entorno de trabajo. En primer lugar, porque la transfobia social es muy grande. Y en segundo lugar, porque su realidad es muy desconocida en el ámbito laboral.
Hay una diferencia con los hombres gays, las mujeres lesbianas o las personas bisexuales, ya que la transfobia permea fuerte todas las esferas de la sociedad. No solamente en el ámbito laboral.
Una persona trans tiene que enfrentarse a una situación de inserción laboral y muchas son juzgadas por su aspecto físico. Pero además, todo el tema de la documentación dificulta mucho este proceso, ya que crea barreras administrativas en todas partes.
Por ejemplo, la cantidad de tiempo que una persona trans tiene que invertir en cambiar su nombre en la tarjeta de la seguridad social, los títulos académicos, así como su DNI muchas veces se convierten en trabas administrativas dentro de la propia empresa. Estas, por lo general, no están habituadas a este tipo de procesos y situaciones. A veces tampoco saben cómo actuar para enfrentar la transfobia cuando desconocen la discirminacion que implican o no existen protocolos.
Algunas violencias específicas pueden ser, por ejemplo, el miedo y la angustia constante de tener que dar explicaciones del pasado. Las preguntas incómodas sobre cuestiones personales, o el trato diferente por ser trans.
La tasa de desempleo de las personas trans en España ronda el 80%. Ante esta alarmante cifra, una de las opciones a las que recurren estas personas es el trabajo autónomo o bien trabajos sin contratos para poder tener una fuente de ingresos.
Buenas prácticas
Para evitar este tipo de situaciones en el ámbito de la empresa lo más importante es tomar conciencia de todas las acciones que son discriminatorias y tener una actitud activa
Podemos mencionar la diversidad, hablar de ella, formar al personal de la empresa, implementar políticas de tolerancia cero, tener una plantilla inclusiva y respetuosa con toda la diversidad o contar con representación sindical. Entre otras muchas medidas que se podrían sugerir.
Por otro lado, como sociedad podemos luchar para que el ministerio de trabajo y el de igualdad trabajen conjuntamente, que se creen leyes específicas para las personas LGBT y trans o colaborar con asociaciones que luchen por los derechos del colectivo.
En definitiva, promover campañas de sensibilización sobre todo lo que se incluye dentro del término discriminación. Pues cuanto antes aprendamos a detectarla, mejores medidas podemos tomar para prevenirla y erradicarla.