11 de septiembre: una mirada reflexiva sobre el fenómeno del terrorismo

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El 11 de septiembre del 2001 es una fecha señalada en el calendario mundial a causa de los atentados contra las torres gemelas en Estados Unidos. En resumen, unos 20 terroristas vinculados a Al Qaeda secuestraron cuatro aviones comerciales para estrellarlos en los icónicos edificios de Nueva York.

Murieron cerca de 3000 personas y marcó un antes y un después en el mundo contemporáneo. Actualmente, las heridas aún siguen abiertas para muchas personas.

Los ataques terroristas como los ocurridos el 11S son, en primer lugar, un ataque directo y violento contra los derechos humanos. Esos valores universales que dan garantías jurídicas a los individuos. Los estados son los agentes encargados de proteger estas libertades fundamentales y derechos civiles.

Desgranando el terrorismo

El terrorismo es uno de los conflictos armados que más formas diferentes está tomando en las últimas décadas. Es algo que ya tenía sus precedentes a finales del siglo XIX, y en el periodo entreguerras.

Actualmente, dados los avances en tecnología bélica y militar, el imaginario colectivo lo magnifica como un riesgo que puede ocurrir en cualquier momento. Y que cada vez puede hacer más daño a las diferentes poblaciones en todo el mundo.

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Los fenómenos terroristas tienen un tinte violento y conflictivo, al mismo tiempo son muy diversos unos de otros en función de donde nos encontremos. Sin embargo, en comparación con otro tipo de ataques delincuentes, el terrorismo no tiene tanto alcance como la delincuencia común (robos, por ejemplo).

Generan un mayor impacto en la sociedad los movimientos como las huelgas y manifestaciones, sobre todo si se genera un clima violento y se ataca directamente a las autoridades. Por el contrario, el terrorismo no tiene una evolución uniforme ni constante.

Este ir y venir de eventos terroristas en los últimos años podría estar relacionado con las estrategias terroristas y políticas antiterroristas que impulsan los gobiernos para prevenirlas. Y es que ante los ataques terroristas, aparecen una serie de medidas legales y sobre todo policiales de corte preventivo. En pos de preservar la seguridad nacional.

El acto terrorista genera una alta destrucción de víctimas y al mismo tiempo hay un alto riesgo para la persona que lleva a cabo el ataque, pues la mayoría de ellos incluyen bombas o explosivos muy grandes.

Eso parece indicar que la estrategia del terrorismo es provocar una escalada de violencia, atacando indiscriminado a la población para desestabilizar a los gobiernos. Con el fin de que el régimen político económico imperante pierda legitimidad.

Según el artículo la incidencia de los atentados del 11 de septiembre en el terrorismo internacional, del catedrático Rafael Calduch en el periodo 1968-2000 se han producido diferentes variaciones en las actividades terrorista. Han aparecido ataques sobre todo el centro Europa Central, América de Norte, América Latina o Oriente Medio.  Estos datos cuestionan que ciertas áreas como el mundo árabe o musulmán sea más proclives al terrorismo que otras.

‘’El hecho de que durante la década 1968-1977 los 3.329 actos terroristas estudiados por Mickolus sólo provocasen 1.695 muertos y 4.773 heridos, demuestra el escaso riesgo real que ocasiona el terrorismo’’

La incidencia de los atentados del 11 de septiembre en el terrorismo internacional, página 11.

El uso de la violencia y amenazas por un grupo organizado persigue el objetivo de infundir terror o inseguridad para lograr demandas. Por lo tanto, estamos ante una estrategia de relación política.

Para que un ataque terrorista tenga el efecto deseado, la cobertura mediática ha de ser tal que los gobiernos respondan con contundencia, desestabilizando el orden social. Pues cuando se trata de un accidente que tiene efectos similares en cuanto al número de víctimas, no es leído como una amenaza.

La mayoría de acciones violentas afectan principalmente a la ciudadanía. Cuando se ataca a un líder de un gobierno, por ejemplo, adquiere un valor simbólico y. nuevamente un intento de generar miedo en la población.

En relación con esto último, lamentablemente tenemos un triste y reciente caso con el ataque a golpe de pistola a Cristina Fernández de Kirchner, vicepresidenta de Argentina, el pasado 2 de septiembre. 

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Ruptura de la memoria histórica: 11 de Septiembre

Los ataques terroristas del 11S reforzaron un imaginario colectivo incorrecto que se venía gestando desde tiempo atrás. Tiene que ver con la idea de que las personas árabes o musulmanas son peligrosas y las más proclives a cometer violencia a causa de su religión.

Desde la sociología, se estudia la forma en que el borrado de la memoria histórica genera prejuicios en torno a determinadas comunidades. Y cuando hay relaciones políticas y económicas en medio, el efecto es mucho mayor.

La historia del mundo islámico es muy extensa y compleja. Pero durante el siglo XX fundamentalmente la situación se agravó. Y es que la intervención colonial para extraer recursos como el petróleo derivó en una situación histórica muy compleja.

La radicalidad del mundo árabe, las escaladas de violencia y la lucha contra occidente tienen su origen aquí. Y es el germen de los diferentes conflictos bélicos que se desarrollaron con posterioridad.

Sin embargo, se empieza a crear el estereotipo del mundo árabe como sinónimo de atraso, de peligrosidad, de violencia y de terrorismo, cuando la historia nos dice lo contrario. 

En países como España, durante muchos años han tenido que lidiar con la amenaza de un terrorismo organizado bajo las siglas de ETA. Este grupo terrorista ha estado muy presente en la historia del país hasta el año 2018. Ha marcado la agencia política, porque ha tomado la forma de un problema político en relación con el gobierno central, pues como hemos comentado anteriormente, ambas están relacionadas.

Asimismo, cabe destacar que la industria de las armas es una de las que más dinero genera en todo el mundo. Por tanto, ante una amenaza terrorista, los gobiernos reciben la legitimidad de atacar con aquello que les violenta, iniciando conflictos armados y entrando en un bucle de conflicto. 

7 atentados terroristas históricos

Lo acontecido el 11 S nos lleva a hacer un ejercicio de memoria histórica con otros atentados que han ocurrido en años anteriores. De este modo podemos ver que, pese a que ocurren de forma muy espaciada en el tiempo, generan pánico y terror en la población.

1. Ataque al teatro Dubrovka: 

Tuvo lugar el 23 de octubre de 2002. Un total de 50 terroristas islámicos chechenos secuestraron a 850 personas.  Las fuerzas militares de liberación soltaron un gas químico que produjo la muerte de algunos rehenes. Murieron 163 personas, con más de 100 heridos.

2. Atentados de Madrid:

El 11 de marzo 2004, un ataque con bombas en la estación de metro de Madrid, Atocha, atacó a cuatro trenes. Este nuevo ataque yihadista dejó 191 muertos y cerca de 1850 heridos.

3. Masacre de Beslán:

Un 3 de septiembre de 2004, un colegio de Beslán, en Rusia, fue tomado por musulmanes armados. El tiroteo entre terroristas y secuestradores dejó 370 muertos (171 de los cuales eran niños) y cientos de heridos.

4. Ataque al metro de Londres:

El 7 de julio de 2005, la organización terrorista Al Qaeda provocó la detonación de tres bombas en el metro y el autobús. Murieron 56 personas con más de 90 heridos.

5. Ataque en Kuta, Indonesia:

Esta isla de Indonesia sufrió el ataque terrorífico más mortífero de su historia. El 12 de octubre de 2012, un carro bomba estalló acabando con la vida de 202 personas y con 209 heridos.

6. Atentado de la maratón de Boston:

Tuvo lugar el 15 de abril de 2013. Dos artefactos explosivos fueron detonados en la línea de meta. Hubo 282 heridos, y 3 fallecidos.

7. Atentado contra Charlie Hebdo, París:

Ataque a los empleados de Charlie Hebdo el 7 de enero de 2015. Fueron asesinadas 11 personas, incluyendo a cinco de los caricaturistas que trabajaban en la revista satírica.

8. Atentado de París:

Tuvo lugar el 13 de noviembre de 2015. Se dio una toma de rehenes, tiroteos. 129 muertos y más de 80 heridos.

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Terrorismo en Oslo: Una nueva perspectiva

Todos los ataques descritos anteriormente no dejan un mal cuerpo y nos recuerda el terror que nos producen este tipo de acontecimientos. Sin embargo, todos ellos nos traen lecciones históricas importantes de las que podemos aprender muchas cosas.

En primer lugar, cuando se produce un ataque terrorista, al ser un acto principalmente político, genera un efecto en los gobiernos. Muchos de ellos toman medidas para tratar de controlar la situación. Algunas son excepcionales y consisten en limitar las libertades de la ciudadanía. Sobre todo si se decreta algún estado de excepción en el que la seguridad nacional se pone por encima de todo.

En Noruega también sufrieron un atentado terrorista el 22 de julio de 2011 en la isla de Utøya. Sin embargo, la respuesta política fue totalmente distinta a la que acostumbramos a ver por ejemplo en EEUU. En lugar de infundir terror o coartar libertades, el primer ministro reafirmó su compromiso para mantener los valores del estado, en una sociedad tan abierta como es la noruega.

La relación entre la política y el pueblo es muy estrecha en este país, considerado como uno de los más libres, pacíficos y seguros de todo el mundo. No existe la policía armada y apenas hay casos de delincuencia o violencia.

Por eso, en lugar de dejarse llevar por la rabia y el deseo de venganza, no se impusieron limitaciones a la ciudadanía. Siguieron trabajando por hacer un país libre y seguro, sin poner el terror como excusa para entrar en guerras o coartar las libertades ciudadanas. Y esto se convierte en un ejemplo a seguir para el resto del mundo.

Hemos normalizado la violencia, aunque ejemplos como los de Noruega nos hacen ver que otra forma de sociedad es posible. Que es posible no responder a la violencia con más violencia. Y que, aunque estos trágicos eventos no merecen ser olvidados, no han de ser la excusa para alimentar el odio, el miedo, la guerra, atentando así contra los derechos y la libertad.