Ginecología con perspectiva LGBT y feminista

Foto: clinicasalazar

En el imaginario colectivo, tenemos asociada la consulta de ginecología a un lugar frío, incómodo y de malestar. Y esto no debería ser así. Es frecuente que a las personas socializadas como mujeres se las trate desde la infantilización y el desprecio, algo que ocurre mucho con las exploraciones vaginales. Si todo esto te suena familiar, te invitamos a seguir leyendo.

Violencia en la consulta de ginecología

La consulta médica hegemónica está marcada por el clasismo, el machismo y el adultismo, entre otras cosas. Normalizar el dolor de los cuerpos femeninos, desprestigiar sus malestares, humillar a las personas, ignorar sus peticiones o reírse de ellas es violencia. Y esto lamentablemente lo tenemos asumido como parte del ámbito sanitario.

Parece que hay una tendencia generalizada a leer a la persona como un cuerpo sobre el que se trabaja de forma mecanizada. Sin tener en cuenta los miedos de la persona ni la sensación de vulnerabilidad en un momento como ese.

Por otro lado, también es muy frecuente escuchar casos de humillación y ridiculización en citas de ginecología. Pero reírte de una persona que, por ejemplo, tenga pérdidas de orina a una determinada edad o que no sienta placer durante el posparto, es violencia.

Comentarios como “chica relájate que no es para tanto y no te voy a hacer nada”, generan un clima de malestar que no ayuda precisamente a la relajación. Se crea un ambiente hostil y violento que olvida algo tan sencillo como que las pacientes merecen ser tratadas de forma humana, con tacto y respeto. Porque son personas y no la maquinaria de un coche.

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Todo esto se suma a que no se les da la misma credibilidad a los hombres que a las mujeres. En este último caso se normaliza el dolor o la tristeza, y los síntomas parecen tomar un lugar secundario. Esto está relacionado con la infravaloración de lo femenino, dando por hecho que sus malestares no son dignos de ser escuchados y abordados correctamente.

Este tipo de cosas no suceden en otras áreas de la medicina. Y si no ocurre lo mismo en las consultas de urología, es porque las violencias asociadas al género nuevamente operan aquí.

Un tema muy relacionado es el de la violencia obstétrica. Esto es, prácticas ginecológicas que se realizan sin ser necesarias, sin el consentimiento de la persona o ejerciendo distintos tipos de violencia sobre los cuerpos femeninos.

Personal médico hablando sobre ginecología
Fuente: Pexels

La misoginia del espéculo

Uno de los miedos más generalizados tiene que ver con las exploraciones vaginales y el uso de los espéculos en espacios de ginecología. Es usual escuchar testimonios de personas que lo han pasado mal. Y es que en un entorno médico, aséptico y sexual, las experiencias así pueden llegar a ser muy traumáticas.

Muchas personas han relatado experiencias negativas relacionadas con el uso del espéculo durante la exploración vaginal, debido a todo lo que previamente hemos explicado.

El dolor nunca es normal, tampoco durante una exploración. Si duele es porque no es el momento o porque no se está haciendo correctamente. El espéculo ha de introducirse suavemente cuando la persona está cómoda y relajada. Después, se abre lentamente  para estirar las fibras musculares.

El espéculo puede ser colocado por la misma paciente, pero no estamos acostumbradas a ser parte activa en estos procesos. Además, este instrumento tiene una clasificación bastante misógina, ya que, según su tamaño, se le denomina virginal y normal. Se entiende que las personas con vulva que no hayan tenido relaciones sexuales con penetración son vírgenes y por tanto se usa un espéculo más pequeño. En el resto de casos, se usa el otro tamaño.

Pero lo que no nos cuentan es que el tamaño del espéculo tiene que ser el que menos moleste a la persona, según las características de tamaño, forma y elasticidad de la vagina.. Independientemente de la edad e independientemente del número y tipo de relaciones sexuales que dicha persona haya tenido a lo largo de su vida.

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El machismo deja de lado cuestiones científicas básicas

El desdén hacia el género femenino y hacia los cuerpos femeninos deriva en no tener en cuenta cuestiones básicas de la ciencia y la práctica médica.

Por ejemplo, cuando el cuerpo detecta una amenaza, activa el modo de defensa. Y no hay mayor amenaza como mamíferos que abrir tu intimidad en la postura de mayor indefensión: con el vientre hacia arriba y las piernas en el aire, sin tocar el suelo para poder sentir la seguridad de que puedes huir ante una señal de peligro.

En una posición de vulnerabilidad absoluta no solamente surge el miedo. Se obvia también que la musculatura de la vagina es de respuesta automática. Por tanto, si la mente está en alarma, aparecen las reacciones corporales. Y como la vagina es un músculo, se tensa y se contrae, dificultando la exploración.

Escultura con forma vaginal
Fuente: Pexels

Violencia ginecológica y personas LGBTQIA+

En una consulta ginecológica, de entrada, se da por hecho que la persona es heterosexual y que, si mantiene relaciones, estas van a ser siempre coitales. Por tanto, es muy frecuente que se ejerza violencia contra las personas del colectivo LGBTQIA+.

Un hombre trans puede llegar a pasarlo muy mal en consulta por la transfobia y el morbo en torno a la genitalidad. Una mujer lesbiana puede sentirse muy violentada por el tipo de prácticas sexuales que realiza. A una mujer bisexual pueden dar por hecho que es promiscua. Y una mujer asexual que haya tenido pocas o nulas relaciones sexuales puede interiorizar sentimientos de vergüenza e invalidación. 

Aún queda mucho por hacer para que el personal sanitario se actualice en materia de diversidad corporal y LGBTQIA+.

Entonces, ¿qué podemos hacer?

Aunque todo esto ocurre con frecuencia, la buena noticia es que el conocimiento de calidad sobre sexualidad es accesible y podemos aprender por nuestra cuenta. Además, hay toda una red de matronas, ginecólogas y fisioterapeutas que tienen incorporada la perspectiva de género. Y no solamente nos pueden enseñar muchas cosas, sino que son espacios seguros para una revisión médica.

También puedes ir con amigas a la consulta y llevarte una lista de dudas y preguntas para hacerle a la persona que te va a atender. Recuerda que el personal sanitario está ahí para ayudarte en lo que necesites, y preguntar dudas no es cuestionar su trabajo. Ir en compañía disminuye la sensación de vulnerabilidad.

Preguntar lo que va a suceder puede ser muy tranquilizador, porque ya estás anticipando lo que va a suceder, dándole tiempo al cuerpo para entenderlo y que deje que suceda.

Además, si alguien va a acceder a tu cuerpo, antes que nada, tiene que pedirte permiso. Después, debe tratarte de forma que te sientas con comodidad, explicarte lo que va a hacer y darte el tiempo que necesites. Incluso puedes elegir la posición para realizar la exploración.

Para mayor tranquilidad también sería ideal que, en caso de hacer una exploración en una camilla, puedas incorporarte para tener mejor visión y contacto visual con la persona que se está acercando a tu cuerpo.

Tienes derecho a saber

En consulta, muchas personas quedan impactadas cuando un profesional dice ciertas palabras o les habla con un lenguaje muy técnico. O incluso tiene la sensación de que son tontas por no haber sabido algo. Esto no es culpa de ellas, sino, una vez más, del sistema.

Las personas no tenemos la obligación de conocer el lenguaje técnico de una determinada profesión. Al contrario. Cada profesional tiene la obligación de explicarte lo que necesites para que lo entiendas de forma clara y sencilla.

En una consulta de ginecología, la única responsabilidad que de algún modo podríamos tener es la de empezar a conocer cómo funcionan nuestros cuerpos para desarrollar un criterio propio. Recordemos que, a mayor conocimiento, mayor salud sexual en todas las facetas.

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La importancia del autoconocimiento

Lo poco que nos cuentan sobre el cuerpo, nos lo cuentan mal. Y esta falta de conocimiento del propio cuerpo deriva en un imaginario que no se corresponde con la realidad. Además, aparece una distancia con el área genital, al estar asociada al miedo, al asco o al tabú, lo que dificulta el encuentro con el propio cuerpo.

Fruta con forma vaginal
Fuente: Pexels

Es muy frecuente, por ejemplo, que muchas personas con vulva entren en pánico cuando, por ejemplo, se les ha quedado dentro un preservativo o un tampón. Y que la solución pasa por introducir los dedos y sacarlo con naturalidad puesto que el espacio es pequeño y no tiene pérdida.  ¿Cómo es posible que no sepamos que la vagina tiene un fin?

Y, por otro lado, ¿cómo es posible que no sepamos que la vagina tiene una inclinación de 45 grados? Este es el motivo por el que, para introducir un tampón o una copa menstrual, es necesario inclinarlos un poco. De lo contrario, las molestias que nos causamos pueden incluso hacernos creer que tenemos vaginismo.

Nada en el cuerpo va en línea recta.

Este falso imaginario de la vagina también puede generar malas experiencias en las primeras relaciones sexuales con penetración vaginal. Si algo se introduce en línea recta en un canal que naturalmente está inclinado, no va a entrar de forma natural. Al contrario, molesta y hace daño.  

Por todo esto, el autoconocimiento, el tener conciencia corporal y el no tenerse miedo es lo más revolucionario que desarrollar para evitar violencias y ser mucho más libres y felices.

Conclusiones

Hemos pasado de un modelo clerical y reproductivo de la sexualidad que obviaba el placer a un modelo hipersexualizado. Sin embargo, todavía se siguen reproduciendo los mismos mitos de tabúes, aunque parezca increíble.

El modelo actual de sexualidad sigue reflejando que la mujer ha de tener un papel pasivo en las relaciones sexuales, y el hombre un papel de sujeto activo. La mujer está más hipersexualizada que nunca, pero queda al servicio de la heteronorma. El placer que importa es el del otro, y tu valía como mujer pasa por sexualmente atractiva para esa mirada androcéntrica y heteronormativa.

Esto lo vemos con la hipersexualización de las infancias, desde donde se empieza a lanzar mensajes contradictorios a las niñas: tienes que ser deseable para los hombres (de ahí que aparezcan bikinis para niñas con relleno), pero se te va a castigar si exploras tu sexualidad y tu placer. Algo que es absolutamente natural y espontáneo que ocurra cuando las personas empiezan a descubrir sus cuerpos desde edades muy tempranas.

Las personas socializadas como mujeres no están acostumbradas a tomar un papel activo en su placer y su sexualidad… Quizás ya va siendo hora de empezar a hacerlo.

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